(Advertencia: Mención de contenido sensible. Leer con precaución).
ESTEBAN
Las tardes de finales de febrero de a poco comenzaban a sentirse menos calurosas que en pleno verano.
Conduciendo hacia la casa de mi padre con la ventanilla baja, la brisa golpeando mi rostro se sentía más bien fresca.
El verano ya se iba y con ello la vuelta a la normalidad.
Cristal comenzaba con sus clases la primera semana de marzo y Hebe una semana antes en el colegio donde había encontrado trabajo.
Los paseos que teníamos en la semana tendrían que ser reprogramados para los fines de semana, aunque, viendo como Hebe apenas tenía tiempo para descansar una vez ya comenzado el semestre, dudaba que eso fuese pasar ya llegando el semestre escolar.
Sin embargo, no me molestaba.
La idea de juntarnos en la mesa a la hora de la cena y platicar acerca de cómo había ido nuestro día, calentaba mi corazón de la mejor forma posible.
Además, estaba emocionado por el primer día de clases de Cristal porque dijo que quería que su mamá y su papá la fuesen a dejar.
Aún no podía evitar el amor que florecía en mi pecho cada vez que me decía «papá», pero intentaba camuflarlo lo mejor posible.
La confianza que Cristal me mostraba solo con permitirme ser la figura paterna que nunca tuvo, era todo para mí.
Era una de las cosas que había platicado con Hebe cada vez que ella se preocupaba de cómo explicarle a Cristal nuestra relación una vez que el juicio terminara y la custodia permanente estuviese en sus manos.
Sin querer mostrarle el hecho de que yo también estaba nervioso de como abordaríamos aquel tema, solo me había encargado de calmarla. «Tiempo al tiempo», era lo que siempre le decía.
Una vez con Cristal más crecida y comprendiendo mucho mejor lo que significaba que yo estuviese al lado de Hebe de forma indefinida, le explicaríamos acerca de qué rol yo cumpliría en su vida.
Sin embargo, no tuvimos que esperar porque, Cristal siendo ella, se había encargado de resolver el problema que nos preocupaba tanto a Hebe y a mí.
Con esa sencillez de ver la vida, Cristal me había preguntado si me podía llamar papá y eso fue todo lo que se necesitó para dejar el tema zanjado.
Seguía sin comprender que había hecho en mi vida anterior para tener, no solo una sino dos grandes mujeres en mi vida, con corazones tan grandes que me aceptaron en sus vidas ya organizadas sin dudarlo una vez.
Bueno, con Hebe había sido diferente. Nuestro pasado fue algo que tuvimos que resolver, pero una vez que eso estuvo despejado, nada más se interpuso en nuestro camino para volver a construir una relación.
Esta vez más fuerte. Más duradera. Tan impactante en mi vida que no me veía en otro lugar que no fuese junto a mis chicas.
La vida era buena y aunque a veces aún sentía aquellos indicios de mi ansiedad apareciendo, haciéndome sentir que algo malo llegaría por tanta felicidad en mi vida, no dejaba que se adueñase de mí.
Y también ayudaba el hecho que seguía con mis sesiones con psicólogo.
No caería en errores del pasado.
Necesitaba estar bien, en todos los sentidos, para poder estar con Hebe y Cristal sin hacerles daños por acciones que podría haber evitado.
Esos días cobraban más sentido esa frase de que la madurez llega con la edad.
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Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)
RomanceOcho años han pasado desde la última vez que Hebe vio a Esteban y, como tanto él se lo pidió, no lo esperó. Con la vida que siempre deseó y más feliz que nunca, el dolor que una vez sintió por su perdida es un mero recuerdo. Todo hasta que él vuelve...