Capítulo 10

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Esteban

Los nervios me carcomían.

Mientras estacionaba fuera de la casa de Hebe, mis manos temblaban al enviarle un mensaje, diciéndole que ya había llegado.

Lo que había comenzado como una pregunta de que haría ese día había terminado en yo estacionándome fuera de su casa, esperando a que ella saliera con Cristal para nuestra salida al parque temático de la ciudad.

Había sido noqueado completamente por ese mensaje de su parte porque una cosa era pasar el tiempo solo con Hebe y otra completamente diferente era que me hiciese partícipe de un día con su hija. Porque sabía cuan protectora Hebe era con Cristal.

Durante la cena la semana pasada, donde ambas habían ido a la casa de mi padre, pude ver a Hebe en acción, cumpliendo su papel de madre.

Me había enterado que todos conocían a Cristal y estaban en su vida porque estuvieron desde un principio. Nadie extraño había pasado más de un puñado de minutos con ella y, aunque yo había platicado un poco con Cristal la semana pasada, había tenido tanto a Mia y Hebe como intermediarias.

Si lo pensaba bien, yo había sido el intruso en ese panorama que Hebe con Mia habían planeado hace días atrás, cuando yo todavía estaba en Dinamarca.

Sin embargo, ese día pasaría tiempo con Hebe y Cristal porque la primera me lo había pedido. Y eso provocaba que el piso bajo mis pies se sacudiera.

Aún recordaba el momento que habíamos compartido en la cocina antes que Cristal se hiciese presente.

El calor de Hebe envolviendome. Sus ojos marrones lleno de los mismos sentimientos que yo sentía apretando mi pecho. Su respiración contra mis labios. La expectación zumbando a nuestro alrededor.

Decir que no pensé en ese casi beso toda la semana sería una mentira. Porque sí lo había hecho. Demasiado. Tanto que llegó un punto dónde era lo único en lo cuál podía pensar.

Se había sentido correcto el casi acople de nuestros labios. Cómo si todo hubiese encajado en su lugar perfecto.

Aún así, no estaba seguro cuál era la posición de Hebe, lo que me había estado carcomiendo.

Ella no se había echado para atrás, pero, cuando ese momento se rompió y la volví a ver, existía una sombra en su mirada que no mostraba la misma calidez que me había emitido.

Tal vez había presionado demasiado. Tal vez teníamos que hablar todo aquello que seguía siendo un misterio entre nosotros para pensar en compartir un momento íntimo.

Fueron mucho los pensamientos que habían atestado mi mente y me tuve que obligar a tranquilizarme antes de que las no deseadas voces hiciesen aparición.

Sin embargo, aunque intenté no pensar en todo el asunto, la mayoría de las veces caí y no pude llevarlo a cabo.

El sonido de una puerta siendo cerrada me sacó de mis pensamientos y vi por la ventana del auto a Hebe caminando con Cristal a su lado. Ambas salieron a la vereda, con Hebe cerrando el portón antes de que caminaran hacia donde estaba estacionado.

Con rapidez salí del auto y lo rodeé, encontrándome con ambas chicas en la parte trasera.

Señol, Eban —dijo Cristal con entusiasmo, regalándome una gran sonrisa que no pude evitar corresponder.

Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora