Capítulo 14

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Esteban

Hebe me estaba evitando.

No tenía que ser un genio para percatarme de eso.

Luego de la última vez que había estado acá, no había mantenido el contacto conmigo. Hasta ese último día que la vi se había comportado rara. Todo desde que le había dejado en claro que si alguna vez formaba una familia, quería que fuese con ella.

Sabía que había captado lo que había dicho, pero no obtuve respuesta de su parte, lo que me hizo pensar que tal vez había presionado demasiado. Y no ayudó el hecho de que tuve que volver al día siguiente por un problema en el trabajo. Aunque le avisé por mensaje que volvería en un par de semanas, nunca obtuve respuesta.

Ni tampoco cuando le avisé que ya había vuelto.

Viendo hacia mi celular y la cantidad de mensajes que le había enviado, suspiré.

Podía comprender que tal vez la había asustado con la rapidez con la cual había comenzado a avanzar, pero no pude evitar hacerlo. Cuando tuve esa comida con Hebe y Cristal, entre las risas y las sonrisas, nunca me había sentido más en casa como en ese momento. Imaginarme que podría tener eso por el resto de mis días había sido lo único que pude pensar.

Y eso me hizo hablar sin pensar demasiado bien en cómo aquello podría afectar a Hebe.

Por esa razón le había dado su espacio, pero no podía esperar a que me respondiera cuando ella quisiese, sabiendo que mis días acá eran contados. Necesitaba arreglar lo que había arruinado con rapidez.

Así que estaba esperando a que ella saliese de la escuela donde hacía clases.

Por Cris supe que el nuevo semestre ya había comenzado y Hebe había vuelto a su horario de largas horas académicas, teniendo talleres luego de las clases normales.

Todo porque necesitaba tener dinero para cuidar de Cristal.

Cada vez que pensaba en eso o en cualquier cosa relacionada con René me daba ganas de tenerlo frente mío, para darle un puñetazo que rompería su nariz. Y ojalá quitarle un par de dientes, para borrarle esa sonrisa petulante que portaba.

Sin embargo, no era algo que podía hacer. Cualquier cosa que pudiese perjudicar a Hebe y a Cristal no se podía hacer. Por mucho que estuviese inclinado a llevarlo a cabo.

Ver a Hebe caminar por el estacionamiento me alejó de todos esos pensamientos y sin dudarlo, me acerqué a ella.

—Hebe.

Ella paró, mirándome con sorpresa.

—¿Esteban? ¿Qué haces acá?

—Volví. Te mandé un mensaje.

—Me refiero a qué haces afuera de donde trabajo. —Vio hacia alrededor antes de mirarme. Vi un deje de pánico en su mirada y no me sentó bien—. Es tarde. Tengo que ir a buscar a Cristal al jardín.

—Lo sé, pero antes quiero hablar contigo. No tardaré más de unos minutos.

Ella negó con su cabeza, caminando al que supuse que era su auto.

Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora