Capítulo 12

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Esteban

—¿Y Hebe? —le pregunté a Laura cuando se paró a mi lado

—Recibiendo la torta. Podrías ir a ayudarla. No es una torta pequeña.

Asentí, dejando todo listo en el mesón antes de ir a caminar hacia la entrada. Salí de la sala de estar cuando una voz desconocida se hizo escuchar. Y, por las palabras, me hicieron parar en mi puesto.

—No pensabas que me perdería el cumpleaños de mi hija, ¿no?

Un hombre alto estaba en la puerta, con su cabello rubio peinado a la perfección, ojos azules inspeccionadores y una sonrisa sarcástica en su boca, que miraba hacia una Hebe estática a un par de pasos lejos de Cristal. La pequeña estaba en la puerta, viendo hacia el hombre.

—¿Qué haces acá? —preguntó Hebe, con un temblor en su voz, y con rapidez se acercó a Cristal. La dejó atrás de su cuerpo y enfrentó al hombre—. No te invitaron. Cristal no te invitó.

—Pero vine como sorpresa y le traje un regalo a la princesa. —Alzó una bolsa y miró hacia un lado, intentando ver a Cristal que estaba escondida—. Hola, Cristal. ¿Te acuerdas de mí?

La pequeña negó con su cabeza y se escondió más tras Hebe.

—Mami, ¿quién es él?

Silencio cayó sobre el lugar y tomó cada centímetro de mí no caminar y entrometerme. Por mucho que quisiese protegerla, comprendía que ella podía arreglárselas sola. Aunque eso no significara que no me sentía todo tenso viendo ese intercambio de palabras.

Porque uno tenía que ser estúpido para no darse cuenta que el hombre frente a Hebe era René.

—Papá René.

—¿Papá Lené? —La cara de Cristal se movió hasta estar al lado de la pierna de Hebe—. Viniste.

—Sí, hija. Vine.

Pelo no te invité. ¿Mami lo hizo?

—No, yo no lo invité —dijo Hebe.

René hizo un gesto de frustración con su mano.

—¿Importa si alguien me invitó?

—Sí. —Desde donde estaba podía ver como Hebe estaba tensa—. Te invité para su cumpleaños pasado y no viniste. Te invité luego para navidad y no apareciste. Me hice tiempo para todas esas salidas que le prometiste a Cristal y nunca llegaste, ni siquiera me mandaste un mensaje o una llamada de que no vendrías. Así que sí, importa si alguien te invitó.

Dio un paso hasta quedar frente a René. Él era alto, así que Hebe tuvo que alzar su mirada, pero no mostró ningún signo de amedrentamiento, lo que me hizo sentir orgulloso de ella.

»Puedes ser el padre biológico de Cristal, pero la que está encargada de su cuidado y bienestar acá soy yo. Así que te adhieres a mis reglas o te marchas.

—¿En serio? —dijo él con una sonrisa engreída, pero pude ver como las palabras de Hebe habían tocado su fibra de ira—. ¿Eres capaz de decirme todo esto sabiendo tu posición? Ya dije lo que tienes que hacer para todavía tener la custodia de Cristal, y eso no es enfrentarme ni buscar mi lado malo.

—Ese es el único lado que tienes —contratacó Hebe—. Y tus amenazas ya no significan nada para mí. No te tengo miedo y no te dejaré llevarte a Cristal.

La pequeña que había estado escuchando todo el intercambio de palabras habló con voz queda.

—¿Me ilé? —preguntó con voz temblorosa—. No me quielo il.

Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora