Capítulo 17

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Hebe

—No puedo más.

Subí mi mirada de mi plato a medio comer, para encontrarme con Colomba estirada en el sillón frente mío. Su cabello rubio apilado en su cabeza parecía brillar con los rayos del sol que entraban por la ventana, creando un halo de oro a su alrededor.

—Tienes que comer —le dije, apuntando a su propio plato—. ¿Cómo esperas alimentar a tu bebé?

Ella posó su mano en su estómago redondeado, donde su hija seguía creciendo y creciendo, a pesar de las dificultades del cuerpo de Colomba para estar sano.

Ojeras presionaban bajo sus ojos verdes y, con el pasar de las semanas, perdía más y más peso debido al cáncer que tenía.

Sin embargo, nunca lo dejó entrever. Siempre había una sonrisa en su rostro y nos hacía ver cuan feliz estaba, aun cuando todos podíamos percatarnos que se sentía débil y sin energías.

Y yo sabía que no era solo para calmarnos a nosotros sino también para calmarse a ella misma.

Había estado ahí con ella cuando le contaron que tenía un cáncer. El miedo en sus ojos era algo vivido y que todavía podía recordar a la perfección. Como también la determinación cuando dijo que no iba a interrumpir su embarazo.

«Mientras el bebé esté sano, yo lidiaré con el cáncer a mi manera».

Y lo había estado haciendo. Portando sonrisas, manteniendo su rutina, nunca mostrando algo diferente a la felicidad.

Aun cuando sabía que por dentro se moría de miedo.

—Me comí un paquete de galletas antes de venir. Estoy segura de que a mi princesa le gusta más el chocolate que las verduras —dijo, pero volvió a sentarse erguida para tomar su plato. Le dio un bocado a su salteado de verduras con arroz antes de volver a hablar—. Cada vez se acerca más el día de mi parto.

—Aún faltan dos meses y unas semanas.

—Pero aun así se acerca. La verdad es que nadie esperaba que durara tanto. Esto es un gran dedo del medio para todos. —En consecuencia, alzo ambas manos con su dedo del medio erguido—. Y también para el mierdas de René, que deseó que me muriera ya que no quería abortar.

Mis músculos se tensaron con la ira.

—No sé cómo es que pudiste estar con él.

—La verdad es que yo tampoco. Supongo que estaba mostrando de que todos podemos cometer errores y caer bien bajo. —Se encogió de hombros—. Aunque no me interesa demasiado porque ahora tengo a esta pequeña cosita creciendo sana ya fuerte.

»Cuando crezca le enseñaré el tipo de hombre que fue su donador de genes y espero que lo golpee mientras se lleva parte de su dinero. —Bajó su mirada hacia su estómago, acariciando—. ¿No es así, mi lucecita?

—¿Has decidido que harás? No creo que René esté de acuerdo con darle su apellido.

Colomba me miró, con una sonrisa en su rostro.

—¿Y qué? No me interesa. Solo daré su apellido y si quiere pelear conmigo, lo hará en un juzgado de familia donde pediré una prueba de ADN. —Se rio—. El jodido no se saldrá con la suya. Te lo prometo, Hebe. Está tomado por las pelotas y se encargará de cumplir su parte como padre biológico de mi hija.

La voz de mi amiga era firme y creía en que todo lo que decía era cierto.

No existía persona en el mundo que pudiese refutarla. Sin embargo, aun así, me sentía inquieta.

Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora