Capítulo 15

990 142 11
                                    

Hebe

Iba a vomitar.

Esperando a que todos los alumnos se retiraran del aula de clases, me quedé viendo la hora en la pantalla de mi celular, admirando como se acercaba más y más a la hora qué me había llegado desde el juzgado de familia.

Había sido la semana pasada, casi un mes luego de que hubiese visto a Esteban por última vez en el estacionamiento del colegio.

Sus mensajes y llamadas fueron constantes desde ese tiempo, pero nunca las tomé. Solo miraba como seguía intentando contactarme, con el dolor como un antiguo amigo acompañándome.

Haber visto su dolor en sus ojos había sido como una apuñalada a mi corazón, pero prefería pasar por eso ahora que tener que vivir con el remordimiento y la presión que Esteban pondría sobre mí.

Porque era imposible que no pasara, sin importar cuan buena persona era.

Llegaría el momento dónde querría aquello que no podía darle. Porque no era solo aquella trompa que dejó de ser funcional, sino que, luego de exámenes posteriores, se percataron que mí útero no se preparaba perfectamente para tener un bebé.

Y si lo hacía, aún habría probabilidades de perderlo o que naciera prematuro.

Nunca había sido un gran tema de conversación. Había estado sumergida tan profundamente en el dolor de perder esa masa de células que hubiese sido mi hijo o hija, que saber que siempre sería un riesgo quedar embarazada era algo minúsculo.

Luego aprendí a olvidar esa parte de mí, enfocándome en estudiar, en distraerme con los chicos, en tomar los medicamentos a la hora de dormir luego que los episodios hubiesen vuelto a mi vida junto a las pesadillas.

Fue en ese período dónde llegó Colomba a mi vida, con sus carcajadas y respuestas listillas. Con sus abrazos que duraban horas y su preocupación cada vez que se percataba que yo andaba mal.

Sufrió junto conmigo cuándo se enteró del embarazo ectópico y procuró de hacerme feliz todos los días que podía.

Había días en los que pensaba que me eligió para ser la tutora legal de Cristal porque sabía que no podía quedar embarazada y, por ese motivo, me negaba a estar en una relación.

No había forma de saberlo a ciencia cierta, pero era algo que hubiese hecho Colomba. Asegurarse que yo estaba bien hasta su último aliento.

Y ahora, luego de que me eligió para cerciorarme de que Cristal estuviese a salvo, tendría un juicio que dictaminaría si eso seguía de la misma forma.

Me había reunido con los abogados y aunque entregué todas las pruebas que tenía en contra de René, me preguntaba si con eso sería suficiente. Si la defensa que ellos habían preparado sería lo suficientemente buena para hacerle cara a los abogados de la familia de René.

Sabía que ese no sería el único juicio que se llevaría a cabo. Habría más. Pero quería empezar ese sabiendo que tenía la defensa más fuerte.

Nada quitaba que Cristal era mi hija y yo era su madre. Que todos esos años me había desvelado por su felicidad y que cada decisión que tomaba era pensando en su bienestar. Era algo que podía decir con seguridad, a diferencia de René. Ahí estaban puestas todas mis cartas, pero nada me aseguraba que el juez no fuese amigo de los padres de René y diesen vuelta el juicio en favor de él.

Ese era mi más gran miedo.

Al final del día él tenía razón: yo no tenía dinero ni poder en comparación con él y su familia.

Solo esperaba que eso no se notase demasiado cuando nos viéramos las caras en una hora más.

—Profesora, ¿está bien?

Sentirse Predestinados (#3 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora