I

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Stephen evitó mirarse al espejo antes de salir de su casa el lunes en la mañana. Se vistió con ropa grande y llegó al instituto tarde, esperando no tener que cruzarse con nadie en el camino.

No quería tener que ver a Bloom, mucho menos a Caz.

¿Qué demonios iba a hacer cuando estuviera frente a Caz?

No podía hablarle como si fueran amigos o como si tuvieran algo en común, habían pasado una noche juntos, pero eso era parte de una vida robada. Era un fragmento de algo filoso que los cortaría a ambos si se atrevían a sujetarlo por demasiado tiempo.

Así que todo el día fue de un aula a otra rehuyendo a cualquier persona que hubiese estado en aquella fiesta. Amelia lo saludó en el pasillo con amabilidad, se cruzó varias veces con Doug, pero este solo le dedicó un asentimiento y continúo caminando sin prestar atención.

Perfecto, nadie lo sabía. Y si nadie lo sabía él tampoco tenía porque recordarlo. Si, había estado borracho y se había acostado con Caz Derry. Nadie tenía que saberlo, él podría irse a dormir en paz.

En clase de trigonometría, Bloom se sentó a su lado con una sonrisa de oreja a oreja. Stephen consideró la posibilidad de salir corriendo, de lanzarle un libro y romperle los dientes y otro sinfín de locuras ¿Qué quería Bloom esta vez? ¿Cómo planeaba molestarlo?

—¿A que hora te fuiste de la fiesta? —preguntó Bloom, mirando fijamente al otro omega. Sus ojos oscuros, helados.

Stephen se esforzó por mantenerse sereno.

—A eso de las tres.

—Pensé que te habías quedado a dormir ¿Cómo saliste?

Entonces, Stephen lo entendió todo perfectamente y el estomago se le revolvió del miedo.

—¿Tú me encerraste?

Bloom sonrió.

—Fue una sorpresa de bienvenida —dijo, con serenidad.

Él era consciente de que Stephen odiaba los espacios cerrados, recordaba perfectamente sus dedos sangrando después de salir de la sala de biología, y lo había encerrado de nuevo con Caz para poder burlarse luego. ¿Tendría Caz algo que ver con todo eso?

No resistiría tanto.

—Me lance por la ventana —mintió Stephen.

—No te creo. Además ¿Estabas con alguien, ¿no?

Stephen palideció.

—No.

—Mientes muy mal.

—¿Qué te importa?

—No me importa, pero quiero saber con quién te acostaste.

Ósea que no lo sabía.

Esta vez, Stephen se permitió sonreír abiertamente y mirarlo a los ojos. En ese mismo momento, el sonido que indicaba el final de la clase aturdió los oídos de ambos.

—Jamás lo vas a saber.

Después se levantó y terminó de irse. Sentía el cuerpo pesado, adolorido, como si cargara con la culpa propia y la de todos sus ancestros. Además, todavía le incomodaba caminar. Se fue dando pasos cortos hasta su casillero y guardó sus cosas. Lo único que deseaba era meterse él mismo en un cubo gigante de metal y no tener que moverse por el resto de su vida. ¿Tenía realmente un deseo tan grande de estar muerto? No lo sabía, no le gustaba pensar en eso.

No era así como quería terminar, pero a veces, la sensación era insoportable.

Estaba guardando sus cosas cuando sintió que alguien se paraba detrás de él con cuidado. Por favor, que no fuera Bloom, no tenía energía para lidiar con él en ese momento, anteriormente había ocupado todas sus reservas en escapar de sus interrogatorios. Para ese momento ya no había nada que pudiese aguantar.

Nuestro viaje a las estrellas ⌠Omegaverse⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora