III

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Caz Derry estaba caminando tranquilamente por su vecindario cuando sucedió. Llevaba a Darcy con una correa, el animal se detenía de vez en cuando para olfatear cualquier cosa que le resultara interesante o fuera de lo común. Caz la dejo ser. Estaba distraído, tenía la cabeza hecha un desastre y apenas comenzaba a dimensionar su situación. Voy a ser papá.

¿Era extraño que estuviese emocionado? Que sintiera tanta calidez al pensar que compartía un vinculo tan enorme con Stephen. Y Stephen, pequeño, delicado y asustadizo. Hermoso. No podía dejar de pensar en él, y no encontraba una manera eficaz de acercarse sin ahuyentarlo. Caz era un poco torpe, se ponía nervioso con facilidad y que decir de Stephen.

Pero Caz lo conocía un poco mejor. Lo había visto reírse, lo había visto desnudo. Había sido suyo por unos breves instantes y ahora no podía dejar de recordarlo.

Fue entonces cuando Stephen pasó corriendo al otro lado de la calle. Se veía visiblemente afectado, como si huyera de algo o de alguien. Por instinto, Caz lo siguió, coloco a Darcy la correa y emprendió a perseguirlo.

—¡Stephen! —gritó, el omega sin embargo no se detuvo nunca a mirar.

Cuando Caz le alcanzó, basto colocarle una mano en el hombro para que se sobresaltara. Ese pequeño segundo fue suficiente para que se cruzara con una piedra y tropezara hasta caer de rodillas al suelo. Caz se golpeo mentalmente.

—¿Stephen? Lo siento, lo siento...

El omega lloraba, tenía raspones en las manos y en las rodillas.

—¿Caz? —dijo en un sollozo.

—Si, si pequeño. Soy yo. —respondió, se atrevió a colocarle una mano en la mejilla. Eso pareció tranquilizarlo.

—No... no te reconocí.

—No pasa nada, ¿te lastimaste?

El omega negó con la cabeza.

—Son solo raspones —dijo mientras se levantaba. Utilizo el reverso de su abrigo para limpiarse las lágrimas.

—¿Qué tienes? ¿Por qué corrías?

Stephen tragó saliva, miró de nuevo a Caz con los ojos llorosos.

—Estaba en casa de Bloom.

Eso lo tomo por sorpresa. Todo el mundo era consciente del odio mutuo que se tenían.

—Somos compañeros en un estúpido trabajo de historia.

—Vaya, eso es una mala idea. ¿Qué te hizo? —pregunto Caz con genuina preocupación.

—Nada, en realidad. Pero creo que sabe...sobre mi embarazo.

Caz palideció.

De todas las personas que podían enterarse, Bloom era la peor de las opciones. Hasta ese momento, Caz no había considerado que eventualmente todo el mundo tendría que enterarse que Stephen esperaba un hijo suyo. Era tan bizarro, inesperado, y al pensarlo de ese modo comprendió el porque estaba tan asustado.

Bloom podía llegar a ser malvado.

Sin embargo, Caz no le tenía miedo. Lo conocía muy bien para saber que no era más que pose y figura. Que un día, se acercaría demasiado al fuego y terminaría por derretirse. Ni Bloom, ni absolutamente nadie iba a preocupar a Stephen nunca más. Ahora él iba a defenderlo y le importaba muy poco si la gente se enteraba de que era el padre del bebé.

Al ver que Caz permanecía en silencio, Stephen continúo hablando.

—No te preocupes. Bloom no dirá nada. Yo... creo que me he enterado de algo que no quiere que se sepa. Así que por ahora estamos a mano.

Nuestro viaje a las estrellas ⌠Omegaverse⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora