Para cuando llegaron al hospital, Caz estaba nervioso y las manos le sudaban, seguía sintiendo el corazón extrañamente sobresaltado y Stephen caminaba a su lado apretando las mangas de su abrigo, se sintió mal por un momento. El omega parecía tener una vida complicada y lo mejor que Caz había podido hacer por él era embarazarlo ¿por qué no? Dios, ahora más que nunca estaba seguro de que siempre que viera a Stephen tendría que pedirle perdón por algo.El hospital central no estaba muy concurrido aquella tarde, unas cuantas personas estaban sentadas en la sala de espera y miraron a ambos chicos con curiosidad. ¿Podría todo el mundo notar lo nerviosos que se veían? Caz esperaba que no, personalmente estaba intentando mantener una reacción calmada para no asustar a Stephen, pero en el fondo estaba tan abrumado y sentía que un mundo entero le había colisionado en la espalda. Como fuese, tendría que levantarse, era su deber, solo que, en momentos como aquel habría querido simplemente poder...calmarse, abrazar algo, a alguien.
Miró a Stephen de reojo. No, abrazarlo lo asustaría, el omega rehuía demasiado el contacto como para permitir eso, y quizá en el fondo no era lo más adecuado.
Se acercaron a la recepción donde una mujer vestida de enfermera los miró a ambos de arriba abajo.
Caz carraspeó y la mujer se dedicó enteramente a mirarlo.
—Quisiéramos tener una consulta general, por favor —dijo.
La enfermera miró la pantalla de su computador con una mirada neutra, no se veía demasiado contenta con su empleo.
—¿Cuál de los dos es el paciente? —preguntó.
—Él —respondió Caz, Stephen lo miró fijamente por un momento, Caz le sonrió.
Después de hacerles unas preguntas de rutina, les preguntó si necesitaban un chequeo general de sangre y ambos respondieron que sí. La enfermera se llevó a Stephen por un momento mientras Caz esperaba en la sala de espera. Las manos aún le sudaban y estaba nervioso, era posible que la prueba de Stephen fallara, ¿verdad? Que fuera un falso positivo, solo necesitaban estar seguros para poder asustarse con propiedad.
Caz se permitió suspirar, frente a él, una mujer embarazada la devolvió una sonrisa. Era joven, y por alguna razón Caz pensó en su madre. Su madre que se había embarazado de él a los dieciocho. No era tan malo tener un bebé siendo joven, quizá algunas cosas se volvieran más difíciles, pero en el fondo lo que le preocupaba realmente era Stephen.
Si tan solo...hubiera tenido la delicadeza de ponerse un condón. Pero había estado excitado, un poco tomado y sobre todo embriagado por la presencia del omega. Aquella habitación había sido testigo de todo el deseo que había dejado impregnado en su piel.
Salió de sus pensamientos cuando el omega regreso con el suéter levantado en una manga y sosteniéndose, se veía un poco más pálido que antes. Sus resultados deberían salir en media hora y entonces pasarían con el médico.
Stephen se sentó a su lado y de nuevo, Caz habría querido abrazarlo.
—¿Estás bien? —preguntó.
Stephen asintió.
—Si, solo que esa mujer no es muy amable.
—Estaba a punto de decir eso —respondió Caz.
Stephen se volteó un poco en su silla para mirar a Caz.
—¿Crees que podría salir negativa?
—Tal vez, es bueno estar seguros —respondió el alfa.
—Si, lo mismo pensé.
—¿Es difícil? —pregunto Caz, con curiosidad, Stephen alzó las cejas, sin entender demasiado. —No sé, aguantar los síntomas, todo eso, mi tía Alexia es obstetra y algunas personas la pasan un poco mal.
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Nuestro viaje a las estrellas ⌠Omegaverse⌡
Roman pour AdolescentsStephen siempre ha tenido su vida planeada perfectamente. Lo único que necesita para estar bien es ser admitido en una universidad lejos de su familia, y desaparecer de su pueblo. Para su desgracia, cuando decide aceptar una apuesta para ir a una f...