Capítulo 13: Ilusión helada

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Peter POV

¿Qué había hecho? No quería perderla. No quería perder a _____. No quiero perderla. He sido un idiota todo este tiempo. Me ha cegado mi propia inseguridad. Lo único que eso me ha ganado es el dolor y el arrepentimiento que siento ahora. Por lastimarla, por ser la causa de esas lágrimas en su rostro. Un rostro que no puedo quitarme de la cabeza. Ojos color miel llenos de decepción e ira, ceño fruncido en incredulidad, mejillas rosadas empapadas en lágrimas, labios... esos labios que había besado tantas veces... apretados en una delgada línea, tratando de no quebrarse. Esa fuerza de ella... la he visto blandirla como un escudo invisible tanto contra nuestros enemigo como con nuestros aliados, haciéndolos caer de rodillas en el momento que veían ese acero en sus ojos... y casi la he quebrado. Casi la he quebrado a ella. Y me odié por eso. Desearía poder retroceder el tiempo y retractarme de todo, eliminar todas las cosas horribles que le dije. Evitar que se alejara de mí.

He estado tan equivocado. Tan, tan equivocado. La necesito. La necesito más de lo que ella me necesita a mí, y la amo más de lo que le he hecho saber... más de lo que le he mostrado últimamente.

No puedo perderla. No la perderé.

Haré las cosas bien esta vez. Las arreglaré.

Tenía que encontrarla. Tenía que encontrarla y pedirle disculpas. Me pondría de rodillas si fuera necesario, pero tenía que hacerle ver qué tan arrepentido estaba. Haría cualquier cosa. Daría... daría mi corona si se presentara la situación, pero por ella... por ella daría todo. Todo.

_____ no estaba en ningún lado para ser encontrada. La había buscado por todo el lugar y no estaba allí. Sabía que me estaba evitando, y con buenas razones.

Finalmente, decidí darle tiempo y espacio. Igual y eso me servía a mí para aclararme la cabeza y planear lo que le diría una vez que la viera. Imaginar todos los escenarios posibles. Había estado haciendo justo eso por los últimos quince minutos cuando sentí la brisa fría recorrer el pasillo. Venía de la cámara de la Mesa de Piedra.

Le hice una señal a Trumpkin, que andaba cerca, y sin pensarlo dos veces, corrí hacia allí. Tenía una sensación de lo más horrible. No había sentido aquella vibra en una simple ráfaga de viento desde hacia años... así como tampoco había olvidado la gélida voz que hacia eco en las paredes.

Cuando llegamos a la cámara, vi una figura frente a la Mesa de Piedra y de espaldas a mí que pude distinguir como Caspian. El príncipe parecía desconectado de lo que pasaba a su alrededor y extendía la mano hacia delante, hacia...

Mi corazón se contrajo. No... no era posible.

–¡ALTO! –grité lo más fuerte que pude, tratando de detener la escena que se desarrollaba ante mí.

En un impulso de angustia por Caspian, algo que no había sentido antes realmente, y cólera por la persona que veían mis ojos y ante los recuerdos que me traía, corrí hacia el príncipe. En el momento que nos vieron, un lobo y una criatura que jamás había visto se abalanzaron contra nosotros. A golpe y estocada, me abrí paso hacia la fría escena. Trumpkin luchaba contra el enano Nikabrik mientras que Edmund... Ed que no me había dado cuenta del momento en que llegó (por la sincronización supongo que fue casi al momento en que nosotros lo hicimos), luchaba contra el lobo.

Cuando por fin llegué a Caspian, de un solo empujón lo saqué del círculo escarchado que se formaba en el suelo y tomé su lugar con espada en alto.

–¡Aléjate de él!

Jadis, la Bruja Blanca, mucho tiempo atrás muerta, se encontraba delante de mí. No ella exactamente. Más bien una versión de ella atrapada dentro del panel de hielo que se encontraba en frente, opacando una vez más la imagen de Aslan. El solo pensamiento me llenó de rabia.

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora