Capítulo 17: Destino amargo

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POV Peter

Mientras _____ y Ed trabajaban en su parte del plan, Caspian y yo trabajábamos para equiparme y prepararme para el duelo. Caminábamos hacia una pequeña cámara donde habían preparado mi armadura para que la utilizara.

–Debería ser yo quien haga esto, Peter –decía Caspian–. Esta es mi pelea.

Durante la última hora más o menos, había estado tratando de convencerme de que cambiara de lugar y dejara que él fuera quien luchara contra Miraz. Después de que sugirió el duelo, se había sentido culpable por causarle a _____ el dolor y la angustia en sus ojos al designarme como el contendiente. Pero él había sabido justo como yo que, entre él y yo, Miraz preferiría optar por luchar y terminar con una de las principales fuentes de fe de los narnianos en recuperar la libertad que les fue arrebatada hace mucho tiempo: su Alto Rey. El remordimiento no cambiaría ese hecho. Aún así, intentó ofrecerse como voluntario para batirse en duelo con su tío sin mucho éxito y, aparentemente, aún no había terminado de intentarlo, incluso después de que todos, incluso _____, acordaron que esta era nuestra única oportunidad de victoria. ¿Realmente se preocupaba tanto así por mi esposa?

No es que lo inquiera por celos, eso es un tema que se había ido muy lejos de mi mente. Pero me alegré de saber que tenía un amigo así de leal a ella. Me alivió pensar que tenía a alguien que la protegería si me pasaba algo...

–Creo que ya lo hemos intentado –respondí.

Me volví a medias para mirarlo, la seriedad definiendo mi rostro.

–Escucha. Si alguna vez va a haber paz con los telmarinos, tienes que ser tú quien la traiga.

Era mi turno de persuadirlo y hacer que dejara el asunto. No obstante, creía con firmeza cada palabra que dije. Tal vez era nuestro deber ayudar a poner fin al estado de opresión que los telmarinos habían infligido a los narnianos, pero era el destino de Caspian el unirlos.

–No lo haré si no me dejas.

Le dediqué una débil sonrisa. Sabía que no solo se refería al duelo, sino a todas nuestras diferencias desde que nos conocimos. Era el momento de una disculpa.

–Lo siento por eso... por todo. Me equivoqué al tomarla en tu contra cuando solo intentabas ayudar. Después de todo, fuiste tú quien logró incitar a los narnianos a levantarse contra sus opresores. Debería estar agradeciéndote a ti.

–Yo también lamento haberlo hecho difícil para ti –confesó Caspian–. No solo con la guerra, sino... con _____ también. Nunca fue mi intención traerte problemas.

Le creí.

–No fue solo tu culpa –le admití–. Yo también tuve participación en ellos. Mis propias inseguridades y mi orgullo fueron una venda en los ojos que me impedía verlo. Ahora soy consciente de ello.

Una sonrisa de simpatía se formó en sus labios y yo hice lo mismo para él. Finalmente limpiar el aire entre nosotros se sintió como si un peso se me hubiera caído de la espalda y pudiera respirar de nuevo.

–¿Qué tal esto? –ofrecí mientras empezábamos a caminar de nuevo–. Si no lo logro... el futuro de Narnia está en tus manos.

Nos detuvimos y la mirada que me dirigió estaba sorprendentemente llena de compasión.

–¿Y qué hay de tu propio futuro?

–Estaba pensando en una carrera en medicina –bromeé, tratando de aligerar el ambiente.

–Bien entonces, ¿qué hay del futuro de _____? –señaló, y todo el humor en mí se desvaneció–. La pérdida de un amor como el que ella tiene por ti no es fácil de superar. ¿Has pensado en lo que le hará?

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora