Capítulo 21: No más Narnia

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La biblioteca tenía una fragancia a madera muy fuerte cuando abrí las puertas por primera vez. Una tenue luz proveniente de unas pocas ventanas abiertas iluminaba la habitación con brillantes colores aquí y allá. Aunque no lo suficiente como para parecer un lugar reconfortante. Una vez más, me pregunté cómo Caspian pudo haber vivido aquí durante años y no sentirse deprimido todos los días.

El tamaño de la habitación era modesto: no pequeño pero tampoco lo suficientemente grande para ser una biblioteca real. La mayoría de los libros almacenados aquí eran viejos y polvorientos. Claramente la lectura no era el pasatiempo favorito de los Telmarinos. No es que los culpe: casi todas las estanterías estaban llenas de libros de política, economía, filosofía, revistas legislativas o cualquier cosa aburrida de ese estilo. Solo una pequeña sección estaba llena con filas de novelas y libros centrados en el entretenimiento, que yo prefería por mucho. Siempre me ha encantado la idea de un buen libro de aventuras y perderme en las palabras y los escenarios imposibles solo reales en mi cabeza. Aunque ahora podríamos decir que he tenido mi aventura propia.

Pero eso no era por lo que estaba aquí. Hice una nota mental para informarle a Caspian sobre el desafortunado repertorio de libros en su biblioteca y cómo necesitaba desesperadamente una actualización. Dejé el libro que tenía en mis manos en una mesa cercana y lo abrí justo en la página del índice.

Dentro de la sección histórica, encontré un espacio oculto donde un montón de libros temáticos de Narnia yacían apretados como si alguien hubiera estado haciendo un esfuerzo para mantenerlos alejados de ojos maliciosos. Recordé que Caspian mencionó que su tío había prohibido estrictamente cualquier cosa relacionada con Narnia, y supe de inmediato que esto tenía que ser obra de su profesor: esconder estos libros y enseñar a su pupilo folclore e historia narniana en secreto.

Un libro titulado "Reliquias míticas narnianas y artefactos mágicos" me llamó la atención al instante. Parecía el tipo de cosa en el cual podría encontrar lo que estaba buscando; ahora yacía abierto ante mí. Revisé el índice.

Los títulos iban desde el Libro de los Encantamientos hasta el Cordial de la reina Lucy y la Varita de Jadis, incluso Rhindon, la espada de Peter, tenía un capítulo propio. Todos los elementos históricos, mágicos y no mágicos, que datan de nuestros años dorados en Narnia y antes de eso. Pero nada sobre mi collar.

Había sido un regalo de Peter por nuestro aniversario de bodas. Nuestro 2do aniversario, si somos exactos. Había sucedido durante una escapada a la playa justo frente al palacio. Estábamos perdiendo el tiempo, divirtiéndonos, cuando él de repente se detuvo y solo se quedó allí mirándome, como si yo hubiera salido de un sueño. Me sonrió, alcanzó su abrigo y sacó una elegante caja de madera.

–Tengo algo para ti –me había dicho.

Cuando abrió la caja, mi corazón dio un vuelco o dos. En su interior, había una cadena de plata que sostenía un único colgante en forma de corazón enroscado por diminutos diamantes y contrastado con oro rosa en la otra mitad. Pero el detalle más hermoso fue la sola perla incrustada justo en el medio del corazón.

Debo haber parecido impresionada porque Peter preguntó:

–¿Te gusta? Lo mandé hacer exclusivamente para ti.

No pude contener mi felicidad y comencé a reír.

–¿Si me gusta? Peter, ¡me encanta!

Y lo besé justo en los labios. Cuando nos separamos, él me ayudó a poner la cadena y podría haber jurado que en ese momento había soltado chispas, como si asentara todo el amor insuperable que nos compartíamos y lo guardara a salvo en su interior.

–Un regalo propio de una reina.

Desde ese día, ese collar se convirtió en parte de mí: lo llevaba conmigo a todas partes como si estuviera pegado a mí. Pinturas y esculturas nunca fallaban en retratarme con él en mi cuello. Se hizo famoso por su belleza simple pero simbólica, y la gente comenzó a inventar historias al respecto. Historias de amor, si los rumores son ciertos. Solo en contadas ocasiones me lo quité, y una de ellas resultó ser el día en que volvimos a Londres.

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora