Capítulo 12: Malos entendidos

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–Peter... –empecé a decir, dando un paso adelante para acercarme a él.

En la expresión de su cara se reflejaba un atisbo de molestia y algo que no sabría describir. Tenía el ceño fruncido y, al mirar en sus ojos, no encontré la calidez que usualmente los llenaban. Mi corazón se contrajo.

–¿Explicarme qué, ____? –volvió a preguntar. Esta vez el tono de su voz era duro y de reproche–. Creí que íbamos a reunirnos aquí. Tú y yo. En cambio, ¿me voy un momento y cuando regreso estás en los brazos de Caspian?

No sé qué estaría pasando por su cabeza o qué crea que estaba haciendo pero sé que no es bueno.

–Estás malinterpretando las cosas, Peter. –interviene Caspian con cautela–. ____ y yo solo estábamos...

–¿Sabes qué? No quiero saber –concluyó con gesto de desinterés y se dio media vuelta, caminando de regreso al lugar por donde había llegado.

–Peter... –lo llamé, pero él no se dio la vuelta–. Escúchame... ¡Peter!

–¡Hey! –Caspian le gritó, perdiendo la poca paciencia que guardaba hacia él–. ¡Te está hablando! ¿Podrías dejar de ser un necio por un segundo y al menos escucharla?

–Caspian... no...

Peter se detuvo y se dio la vuelta a enfrentarlo.

–Así que ahora la defiendes... ¿como si fuera qué? –lo desafió, la furia contenida en su voz–. ¿Qué es ella para ti?

–Ella es mi amiga –respondió Caspian, su voz firme y convencida. Orgullosa, podría decirse.

Peter soltó una pequeña y seca carcajada. A pesar de eso, no había nada divertido en sus ojos. En cambio, en ellos todavía brillaba la ira.

–¿Esperas qué crea eso? No soy tan idiota.

Y con eso retomó su camino fuera de allí, pero Caspian no estaba cerca de haber terminado de hablar.

–No espero que me creas a mí. Pero deberías creerle a ella –me señaló con un dedo–, si tan solo la escucharas. Al final de cuentas, es tu esposa, ¿no? Y tú eres su esposo, ¿por qué no actúas como tal?

–¡Caspian! –le reproché, sorprendida por tal comentario.

Si seguían ladrándose, esto sería aún más difícil de arreglar. Pero Peter no se detuvo ante la crítica del príncipe y siguió caminando.

–¿Entonces no te importa? ¿Tu esposa? ¿Tu matrimonio? ¿Tu corona? ¡¿Tan poco vale para ti?!

–¡CASPIAN! –lo reprendí, sintiendo mis mejillas arder de la rabia y el asombro en la intensidad de su réplica.

Entendía de dónde venía. Entendía que trataba de ayudarme. Defenderme, como el buen amigo que era. Pero no podía permitir que tales palabras cavaran un agujero más grande entre un asunto que solo era de Peter y mío. Uno que estaba dispuesta a dejar en la zanja de una vez por todas. Sabía que la intención de Caspian era meterse en los nervios de Peter para hacerlo reaccionar, así como también sabía que el efecto no sería el esperado.

Como si Caspian hubiera acertado su golpe, Peter se volvió repentinamente hacia él apuntándolo con un dedo, amenazante, sus ojos lanzando chispas.

–No te atrevas a hablar de las cosas que tú creas o no apreciadas para mí –su tono era tan afilado como un cuchillo a punto de cortar la carne–. No sabes absolutamente nada.

Y sin siquiera mirar atrás, salió de la sala hacia el pasillo sin detenerse. Alejándose de mí. Esto no puede estar pasando otra vez. No cuando todo empezaba a arreglarse. Tenía que hablar con él. Tal vez...

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora