Capítulo 14: Una mirada al pasado

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Ha pasado un día desde el incidente de la Bruja Blanca. Desde mi pelea con Peter. Desde que dejamos de hablarnos. Desde que lo he estado evitando. Él tampoco me ha buscado. Quizás sea lo mejor. Ambos tenemos cosas en las que pensar, ambos necesitamos poner nuestros pensamientos en orden. Pero más que pensar, mi cabeza me ha estado reviviendo viejos recuerdos.

Hubo un tiempo, durante nuestro matrimonio de ocho años, en el que Peter y yo queríamos dar un gran paso hacia el futuro de nuestra familia. Para hacer crecer nuestra familia. Tener hijos. Por esos años, los recuerdos de nuestras vidas en Inglaterra ya estaban profundamente enterrados y queríamos seguir construyendo nuestro futuro. Un futuro donde nos convertimos en padres, donde le dábamos a nuestro pueblo el primer heredero real. Y así empezamos a intentarlo. Lo intentábamos todos los días y todas las noches. Lo intentamos durante días, semanas... pero no pasó nada. Sin señales de quedar embarazada pronto. Así que pensamos... tal vez para uno de nosotros era biológicamente imposible concebir un hijo. Quizás uno de nosotros estaba roto. Pero incluso entonces, éramos unos tontos tan optimistas y románticos. Así que seguimos intentándolo. Durante meses, incluso cuando esa sospecha todavía estaba presente en nuestras mentes.

Peter había querido una niña, se había permitido soñar con la idea de ello. Sus palabras aún estaban frescas en mi mente.

–Se parecería a ti. Cabello castaño largo y suave. Grandes ojos marrones. Risa igual de contagiosa... una princesa, en todo el sentido de la palabra.

–Preferiría que tuviera tus ojos –le había respondido–. Tan azules como el cielo diurno cuando está feliz. Oscuros como un océano tormentoso cuando está molesta. Sería la belleza de Narnia. Príncipes de todos los reinos viajarían para conocerla.

–¿Debería preocuparme por eso?

Me reí. Definitivamente sería un padre protector. El pensamiento llevó una calidez a mi corazón.

–No si tenemos un niño. ¿Tú quisieras... querrías un niño?

Llevó sus labios a los míos. Un beso suave, y lleno de cariño.

–Amaría a nuestro hijo no importa si nace niña o niño. Mientras seas tú quién esté conmigo.

Pero, nuevamente, nada pasó. Entonces dejamos de intentarlo... nos detuvimos después de que escuché su voz hablándome en mis sueños. Aún no es el momento, querida, había hablado, no es el momento. La voz había sonado tan convincente, tan poderosa, que no había duda de a quién pertenecía. Así que obedecimos. Porque él lo había sabido. Aslan había sabido que volveríamos a Inglaterra. Dos años después habíamos cruzado el armario de regreso. Tener un hijo en ese entonces habría sido desastroso. No podríamos haberlo llevado de vuelta con nosotros. Crecería sin sus padres... y nosotros tendríamos que seguir adelante sabiendo que no podíamos volver con él o ella, sabiendo que teníamos un hijo construyendo una vida sin nosotros, si, en cualquier caso, sobrevivía a la invasión de los telmarinos. Aslan lo había sabido, y nos había advertido.

Aslan... ¿dónde podría estar ahora?

–¿No lo extrañas? –escuché suave voz de Lucy decir en algún punto detrás de mí. Me volví a verla y le ofrecí una pequeña sonrisa en saludo.

Parecía una niña de nuevo, como lo había sido antes de que descubriéramos Narnia. Pero sabía que era solo una fachada. El recuerdo de su yo adulto aún fresco como una margarita. Había más conocimiento en esa pequeña cabeza suya del que se le permitía compartir.

–¿Extrañar qué? –le pregunté mientras tomaba lugar a mi lado de la roca.

–Nuestra antigua vida. La Antigua Narnia. Nuestros amigos.

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora