Capítulo 22: El viaje de vuelta

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Fuera del castillo, los telmarinos y los narnianos se habían reunido en un amplio lugar cerca de los límites de la ciudad. Cada uno de ellos estaba escuchando atentamente a las palabras de su nuevo rey como si no hubiera nadie más sabio que él.

El sol arriba brillaba intensamente, no había nubes de tormenta a la vista. Un hermoso día teniendo en cuenta que podría convertirse en uno sombrío una vez que comiencen las despedidas. No sabía cuánto tiempo más tomaría, pero había estado rezando en silencio para que el discurso de Caspian jamás terminara. Con cada palabra que Caspian profiriera a la multitud, era una palabra más cerca a nuestra partida, y quería quedarme aquí todo el tiempo que pudiéramos.

Caspian aún no sabía nada, pero estoy segura de que sospechaba que algo desagradable se avecinaba.

–Narnia le pertenece tanto a los narnianos como a los humanos –él estaba diciendo–. Los telmarinos que quieran quedarse y vivir en paz serán bienvenidos. Pero para los que lo deseen, Aslan puede regresarlos a las tierras de nuestros ancestros.

–Hace generaciones que nos fuimos de Telmar –un hombre que nunca había visto respondió.

–No nos referimos a Telmar –Aslan intervino–. Sus ancestros fueron bandidos marinos, piratas que encallaron en una isla. Ahí encontraron una cueva, una rara grieta que los trajo aquí desde su mundo.

Se giró a vernos a los cinco, a un costado de ellos donde los Pevensie y yo estábamos de pie observando todo.

–El mismo mundo de nuestros reyes y reinas.

Nos miramos los unos a los otros, atónitos ante la revelación. Los Telmarinos habían venido de nuestro mundo. Nuestro mundo era el culpable de que Narnia fuera invadida y saqueada. Y a juzgar por su acento y sus nativas lenguas de habla inglesa, podrían haber sido de sangre europea.

Aslan volvió a centrar su atención en la multitud.

–Yo los puedo regresar a esa misma isla. Es un buen lugar para los que deseen un nuevo inicio.

La multitud permaneció en silencio, y cuando pensamos que nadie daría un paso al frente, un solo hombre habló.

–Yo iré.

Cuando mis ojos siguieron la voz, se encontraron con el mismo hombre que había estado liderando a los ejércitos telmarinos en la batalla. El hombre que le había perdonado la vida a Caspian por lealtad al verdadero rey, incluso si había esperado hasta el último momento para desapegarse de su cobardía. Al menos, eso fue lo que Caspian nos dijo.

–Yo aceptaré la oferta –reiteró Glozelle, si mi memoria no me falla y ese es su nombre.

Justo cuando comenzaba a avanzar hacia nosotros, la joven antigua reina de Telmar proclamó su deseo de cruzar también. Llevaba a su bebé en brazos, el que hubiera sido el próximo rey, y detrás de ella un anciano que solo es de suponer sería pariente suyo.

No los culpo para nada. De haber tenido a Miraz como marido, yo también hubiera preferido largarme de éste lugar y olvidar los traumas que trae consigo. El niño crecería mejor sin él y lejos de aquí, donde nadie podría recordarle los pecados de su padre.

Siguiendo a Glozelle, los tres se detuvieron frente a Aslan.

–Por haber hablado primero, su futuro en ese mundo será bueno –los bendijo.

Aslan soltó un suave respiro sobre ellos y el árbol detrás de Caspian comienza a retorcerse, formando una abertura redonda. Con un poco de vacilación atravesaron la puerta en el aire... y desaparecieron de la vista.

De todo corazón, les deseé lo mejor.

A mis espaldas, se escuchaba a la multitud jadear en sorpresa e inseguridad.

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora