13. Otra vez en alguna parte del infierno

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Fue algo sencillo esta vez crear un portal al infierno, teniendo en cuenta que ya había estado aquí con anterioridad. Sin embargo, había olvidado lo horrible que era este lugar y el olor tan nauseabundo que había. Eso y sin contar el calor exagerado que hacía.

—Odio este lugar —dijo Adam—. Preferiría que los directores me dieran diez sermones antes de pasar un día aquí.

—No te obligué a venir. De hecho, ¿por qué viniste? —pregunté a modo de broma.

—Para cuidarte, malagradecida —dijo ofendido.

—Sé cuidarme sola.

—Sí, claro. —Rodó los ojos y luego suspiró fastidiado—. No has cambiado nada desde que te conocí.

—Pues tú tampoco, gruñón.

Miré el castillo frente a nosotros y no lucía tan terrorífico como alguna vez lo fue, pero eso no quitaba el hecho de que se trataba del hogar de demonios, entre ellos nuestro amigo. Podía escuchar a la distancia los chillidos de demonios voladores que habían notado nuestra presencia, pero jamás se acercaron.

—No nos han atacado —dijo Adam confundido.

—Tal vez, Mak sabe que estamos aquí —dije en un suspiro.

Tan pronto como dije eso, las enormes puertas del castillo se abrieron de par en par y de adentro salió Makarius, vestido con un traje rojo bastante elegante. Iba muy bien vestido y todo su ser resplandecía de una manera diferente.

—¿No crees que parece un ángel? —pregunté en voz baja a Adam, pero este se limitó a asentir un poco.

Bueno, después de todo, su abuelo fue alguna vez un caído, muy corrupto y endemoniado, pero caído al fin y al cabo. Makarius sin duda era único en su especie, tal como lo era Mia.

—Chicos —dijo con voz neutra—, creí que jamás volvería a verlos.

—Eso es lo que nosotros creíamos —dije—. ¿Dónde has estado todo este tiempo? Eric y Kenneth aún están inconscientes.

—Estoy al tanto de eso —dijo algo apenado—. Por favor, entremos. Debemos hablar.

Al entrar al castillo, me sorprendí totalmente porque estaba mucho más limpio y ordenado que antes. Se notaba que Makarius le había dedicado tiempo y cariño al lugar que era ahora su hogar a pesar de encontrarse en el infierno.

Nos hizo pasar a un enorme salón donde habían diversos muebles pintados de negros y dos sofás de terciopelo rojo.

—¿Quieren algo? ¿Jugo o agua? —preguntó Mak.

—No, gracias. Traemos nuestra propia agua. Sin ofender, Mak, pero sabes que soy desconfiado —dijo Adam—. Linda casa, por cierto.

Mak rio ligeramente, ya que ha de saber cómo es la naturaleza de Adam y que a pesar de ser algo fastidioso, lo queremos así.

—¿Y bien? —pregunté—. ¿Por qué desapareciste de la nada?

—Intento saber qué fue lo que el demonio le hizo a Eric. ¿Recuerdan la historia que les conté?

—El ataque a Eric, claro que sí.

Adam a mi lado alzó una ceja, carraspeó y tomó un poco de agua de su botella, no sin antes darle una ligera limpiada con el borde de su camisa. Quise reír y molestarlo, pero la prioridad era hablar con Mak.

—Encontré esto fuera del castillo —dijo extendiéndome una bolsa transparente totalmente cerrada.

Dentro había una daga totalmente negra y estaba algo manchada con sangre seca, pero no entendía de qué se trataba todo este asunto.

—¿Qué es esto? —pregunté confundida.

—El demonio que atacó a Eric, ocupó esta daga, pero lo más extraño es que no tenía ningún tipo de veneno. Estaba absolutamente limpia.

—¿Quieres decir que la infección de Eric no tiene nada que ver con los experimentos de Ane'leh?

—No, nada es como pensamos.

—¿Entonces? —dijo Adam mirando a Mak serio—. ¿De qué se trata todo esto?

—Lo que sea que es esa daga, hace cosas malignas. Realmente malignas —respondió Mak.

Miré con detenimiento la daga en mi mano y no podía dejar de pensar en lo familiar que parecía. La forma del mango y también de la hoja; todo era muy familiar. Incluso a través de la bolsa, tomarla era una sensación cercana.

—¿Qué pasa? —preguntó Adam como si pudiera leerme la mente.

—Se siente familiar —dije.

Levanté un poco mi pierna derecha, saqué de mi bota la daga mata ángeles sin importarme que los chicos la vieran y la puse al lado de la daga negra para compararlas.

—Son exactamente iguales, excepto por el color —dije sorprendida—. Era mucha la coincidencia.

—Esto es extraño —dijo Adam apuntando ambos objetos—. ¿Por qué existirían dos dagas iguales? ¿Tienen propósitos diferentes?

—No lo sé —dije y miré a Mak—. ¿El demonio no dijo absolutamente nada? ¿Eric tampoco?

—Nada, lo único que Eric hizo para defenderse fue un hechizo.

—¿Qué hechizo? —preguntó Adam.

—¿Eso importa? —intervine.

—Claro que importa —dijo Adam—. Hay hechizos específicos para cosas especificas y Eric sabe mucho de eso.

—In da ex Lexes —replicó Mak—. No sé qué diablos significa, pero las palabras viven a diario en mi memoria.

—Tal vez debamos preguntarle a sus padres. Después de todo, Eric sabe todo lo que sabe debido a su familia. —Le entregué la daga negra a Mak y la mata ángeles la guardé nuevamente en mi bota.

—¿Vendrás con nosotros, Mak? —preguntó Adam.

—Claro, le diré a David que se encargue del castillo por un tiempo —dijo antes de llamar a David.

El hombre de ojos rojos apareció y quedó mirando a Adam como si quisiera matarlo. Adam, por otro lado, rio burlonamente y le hizo un desprecio.

—¿Qué diablos hace este aquí? ¿Se te perdió tu angelito? —preguntó David de mala gana refiriéndose a Will.

—David, basta —dijo Mak—. No es momento para peleas sin sentido, ¿quedó claro?

—Sí, señor —respondió él.

—¿Quién es el perrito faldero ahora? —dijo Adam a modo de burla.

—¡Voy a matarte! —gritó David, mientras que Mak lo sujetó del brazo para que no se acercara a Adam.

Okey —dije yo harta. Agarré a Adam del brazo y me lo llevé afuera del castillo.

Este chico jamás cambiaría, pero debo decir que trae mucha alegría a mi vida.


***

Este Mak se pasa a veces jajaja. Al menos hubiese avisado.

Espero que estén bien <3. Sé que he estado un poco desparecida, pero tengo mis motivos jajaja.

Espero que les haya gustado.

Los Caídos #6 - Ángel de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora