58. Apoyo

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Estaba preocupada respecto a lo de Blas siendo asignado de nada más y nada menos que Daniel. Confiaba en él como guardián, de eso no hay duda, pero tenía miedo por Blas y por lo que pudiera sucederle. ¿Por qué necesitaría un guardián si no es por algo grave?

Los recuerdos de aquel Blas poseído que murió en mis brazos estaban presentes en mi mente y los revivía una y otra vez, tan solo pensando en qué podría pasar en un futuro cercano. Estaba impresionada de que todos actuaran tan relajados y no pensarán en lo mala que era la situación. Creo que he pasado por muchas cosas horribles en este mundo como para no pensar en lo peor, ¿no es así?

—¿Puedo pasar? —preguntó Will en el umbral de la puerta.

Ni siquiera me fijé en que había dejado la puerta abierta de par en par, así que espero que nadie me haya visto.

—Ya estás aquí —dije sin más—. Por favor, no quiero sermones ni palabras de aliento porque nada podrá tranquilizarme en este momento.

—¿Un abrazo ayudaría?

Lo miré un instante y no pude resistir ante esa mirada tierna que me estaba dando. Estiré mis brazos para que se acercara y así lo hizo. Se sentó a mi lado en la cama y me rodeó con sus fuertes brazos. Me apretó fuerte contra él y, de pronto, repartió muchos besos por toda mi cara, lo cual me hizo reír de inmediato.

—¿A qué se debe todo ese afecto tan repentino?

—A veces es bueno demostrar un poco de amor.

—¿Tus arcángeles no te vetaran por eso? —pregunté para molestarlo un poco.

—No tienen que saberlo.

—Que rebelde eres William, pero me gusta eso de ti, ¿sabes? Tu otro yo versión caído era bastante interesante.

—¿Si? ¿Eso crees? —preguntó con un tono de voz juguetón.

—Claro.

—Difícil que yo pueda pecar y caer, pequeña Camille —comentó serio.

—¿Estás seguro?

—Por supuesto —dijo con voz firme.

Le hice cosquillas en el costado de su abdomen y rio fuertemente, mientras intentaba alejarse. Cuando al fin nos detuvimos, respiramos profundamente y nos miramos un instante.

—Gracias —musité.

—¿Por qué?

—Por distraerme de todo lo que está pasando. En momentos como estos, hasta la más simple conversación puede funcionar para hacer sentir mejor a alguien.

—Eres mi tesoro. Siempre intentaré animarte aunque a veces me odies.

—Yo jamás te he odiado.

—¿No? ¿Acaso no recuerdas cuando peleaste con Adam y nos insultaste a ambos? Lo recuerdo como si fuera ayer —dijo riendo—. Sin embargo, te conozco perfectamente bien como para saber que tu temperamento habla por ti.

—Lo siento —dije encogiéndome de hombros—. Lo siento si alguna vez te hice pensar que te odiaba.

—No te preocupes —dijo poniéndose de pie—. Me iré ahora porque de seguro Daniel vendrá a verte.

Asentí ligeramente y sonreí. Una vez que Will se fue, salí de mi habitación y me dirigí a la habitación secreta de Julieta tan solo para pensar tranquilamente, ya que nadie iría allí a excepción de Daniel.

Estuve como veinte minutos parada frente a la ventana, mientras miraba hacia afuera. Tenía la esperanza de que Daniel apareciera, pero quizás debía ponerse al día con Blas. Entiendo perfectamente como funciona la dinámica asignado-guardián, así que debía acostumbrarme.

Cuando escuché que alguien caminaba hacia mí, no volteé porque sabía que se trataba de él. Rodeó mi cintura con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro derecho, lo cual me hizo sonreír de inmediato. Había extrañado su calor y su cercanía, así que esto parecía un regalo caído del cielo aunque sonara irónico.

—Hola, mi amor —susurró cerca de mi oreja.

Mentiría si dijera que aquellas palabras y su voz no causaron nada en mí. Estaba tan emocionada que hasta sentí una sensación extraña en el estómago y mis mejillas estaban algo tibias.

—Después de tanto tiempo, ¿aún te hago sonrojar?

—Siempre me harás sonrojar con tus apodos.

Me abrazó un poco más fuerte y me dio un beso en la mejilla. Nos quedamos en aquella posición por un buen rato hasta que él decidió hablar.

—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?

—Estoy bien respecto a tu nueva relación con Blas. Lo que me preocupa es su vida y de paso la tuya porque sé que harás lo que sea con tal de mantenerlo a salvo, lo cual agradezco. Sin embargo, me da miedo lo que pueda pasarte también.

—Deberías prepararte para cualquier escenario. Como les dije antes, no sé por qué motivo Blas necesita un guardián, pero si en algún momento me veo en la obligación de incluso dar mi vida por la de él, lo haré sin pensarlo.

Apreté la mandíbula y los puños de tan solo pensar en aquella posibilidad. No era algo que fuera a disfrutar claramente.

—Sé que es difícil de aceptar, Cam, pero debemos estar preparados.

—Entonces debes saber que si tu vida corre peligro, no dudaré en protegerte —dije sin más.

Él se quedó en silencio por un momento y sentí como sus brazos se tensaron.

—Lo hice una vez y estoy dispuesta a hacerlo de nuevo.

—Cam...

—Estos poderes —dije volteando para verlo a los ojos— deben servir para algo Daniel y haré lo que sea para intentar controlarlos. Sé que si logro hacerlo, podré hacer cosas que ni el mismo Dios se imagina.

Reí ligeramente, pero él no. Al contrario, estaba muy serio y su mirada solo me causaba incertidumbre. Sus ojos usualmente irradian amor y alegría cuando está junto a mí, pero aquel momento no era la ocasión.

—¿Recuerdas lo más importante que pasó en esta habitación? —preguntó de pronto, lo cual me hizo sonrojar.

—Perfectamente.

—Esa fue una despedida y no quiero más despedidas, Cam. No soportaría perderte por salvarme.

—Entonces, ¿qué quieres que haga? ¿Sentarme a ver como posiblemente puedas morir?

—Aunque debemos estar preparados, el futuro es incierto. Hay posibilidades de que todo salga bien.

—Ni siquiera sabemos que se avecina, Daniel. Tú no has visto todo lo que yo en aquellas dimensiones. He visto cosas horribles.

—Entonces es tu oportunidad de prepararte y cambiar aquel destino. Confío en ti y en tus habilidades. Eres una de las personas más fuertes que he conocido en mi vida. Solo debes tener más confianza en ti y en lo que eres capaz de hacer.

—He cometido tantos errores y he fallado tantas veces que ya no quiero volver a hacerlo.

—Has aprendido de todo que es lo importante y si vuelves a fallar estaré aquí para alentarte a intentarlo de nuevo, ¿si?

—Gracias, Daniel. Eres muy importante para mí —dije y tomé su mano para dejar un ligero beso en ella.

—Te amo, Addie y nada hará que mis sentimientos por ti cambien.


***

Iba a actualizar mañana, pero tengo cosas que hacer, así que les dejó el capítulo hoy. Espero que les gustara <3.

Los Caídos #6 - Ángel de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora