4. Es un secreto

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Cristal

Han sido días duros en la academia para mí porque he tenido que hacer mucho papeleo. El trabajo ya me estaba matando y no estaba segura de si podía seguir con esto. Ser director es algo que amo, pero es agotador.

Apenas tuve un momento libre, decidí visitar a Declan porque no lo veía hace un par de días y lo extrañaba un poco. Ni siquiera habíamos hablado por teléfono, lo cual me parecía extraño porque lo hacíamos muy seguido.

Tuve que conducir a Atalana porque no quería molestar a algún Hunter para que hiciera un portal para mí. Además, fue bueno conducir y sentirme libre por un momento. La casa de Declan sigue estando donde mismo y sigue siendo igual de terrorífica para mí. Si no fuera mi padre y no lo conociera, diría que un loco vive allí.

Golpeé un par de veces la puerta y Asael, el más desordenado entre todos los hermanos de Declan, abrió la puerta.

—La querida y linda Cristal ha llegado. Que honor —dijo haciendo una reverencia.

—¿Está Declan?

—Sí —dijo sin moverse un poco.

—¿Me dejas pasar?

—Claro. —Sonrió y se hizo a un lado para dejarme entrar.

Rodé los ojos por lo fastidioso que era y no lo tomé en cuenta. Entre más lo ignorara, mucho mejor. Al entrar, me di cuenta que la casa seguía tal cual la recordaba, excepto que había mucho más ruido y eso se debía a que todos los hermanos de Declan habían vuelto.

—Cristal —dijo Declan acercándose para darme un ligero abrazo.

—Hola —dije—. ¿Estás ocupado?

—Un poco, pero puedo tomarme un descanso —dijo.

Asentí rápidamente y eché un vistazo al comedor porque debía saludar a los demás.

—Hola a todos —dije en voz alta, ya que parecían muy concentrados en unos cuantos papeles que estaban esparcidos por toda la mesa.

—Buenos tardes, Cristal —dijo Aric, el mayor de los hermanos, de una manera bastante formal.

Los demás me hicieron un gesto con la mano, sonrieron y siguieron en su trabajo. Asael, por otro lado, me apretó ligeramente la mejilla derecha y sonrió burlón. Declan le dio un golpe en el brazo y lo alejó de mí.

—No la toques, pesado —dijo Declan—. Ven, Cristal.

—Eres muy sensible, hermanito. Espero que ella no —dijo él riendo.

Declan suspiró cansado y me llevó a la sala de estar que estaba del otro lado para que pudiéramos estar tranquilos.

—¿Estás bien? ¿Sucedió algo en la academia? —preguntó sentándose a mi lado.

—Sí, estoy bien —dije desganada—. Dentro de todo, estoy bien.

—Extrañas a los chicos, ¿no?

—Sí, mucho. El trabajo me tiene sin energías también. —Sonreí un poco y me acerqué a él para apoyar mi cabeza en su hombro—. Te he extrañado, ¿sabes?

—También yo, Cristal. Más de lo que puedas imaginar.

—¿Por qué no me has visitado?

—Estamos haciendo una investigación muy importante.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Es confidencial. Ya sabes cómo son los arcángeles.

—Declan —dije a modo de reclamo—, por favor. Dime aunque sea algo pequeño.

Los Caídos #6 - Ángel de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora