23. Esta es la primera y última vez que podemos hacer esto

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Caminé de un lado a otro dentro de mi habitación bajo la atenta mirada de Will, quien se encontraba sentado en mi cama. Estaba preocupada de que Dean en realidad no pudiera hacer mucho por nosotros y que nuestros esfuerzos fueran en vano.

—Camille.

—¿Qué? —respondí sin mirarlo.

—Debes relajarte y no preocuparte por eso ahora.

—¿Cómo sabes la razón por la cual estoy preocupada?

—Porque te conozco y de seguro todo el tema de Dean te tiene mal.

—Sí, exactamente y por eso no puedo calmarme.

Lo escuché reír ligeramente, lo cual me sorprendió porque enserio estaba preocupada.

—¿Ahora de qué te ríes? ¿Es esto un chiste, William?

Estaba a punto de echarlo de mi habitación por reírse de mí, pero él se puso de pie y se acercó tanto que sentí mis mejillas arder repentinamente. Puso ambas manos a los costados de mi cara y frunció el ceño, mientras me miraba atento.

—¿Ahora estás enojado? —pregunté.

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque no puedo hacer nada contigo y eso me frustra mucho. —Bajó las manos lentamente y no me tocó ni un solo poco.

—Debes controlarte —dije.

—¿Tú crees que no lo hago? —preguntó riendo irónico—. No sabes todas las cosas que pienso hacer contigo cada día y no puedo. Es como una tortura constante el tenerte tan cerca y ni siquiera poder besarte o abrazarte.

—Tú dijiste que hay límites incluso para los arcángeles. Puedes fingir.

—¿Crees que pueda fingir allá afuera? ¿Lo crees posible?

—Lo has hecho siempre. ¿Qué diferencia hay?

—¿Estás dándome permiso de...? —Me miró de pies a cabeza y luego rio—. Camille...

—El permiso lo tienes desde hace mucho, incluso Daniel lo acepta.

—No puedo hacerle esto. Me siento culpable. ¿Tú no?

—Mi relación con Daniel es diferente y especial.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento y luego saqué la daga de mi bota para dejarla sobre el escritorio. Él me miró sorprendido porque eso significaba algo muy especifico y me alegraba de que lo haya entendido. Me acerqué nuevamente y posé las manos sobre su pecho a lo cual se puso algo nervioso.

—Si no puedes tocarme, entonces yo lo haré —dije.

Comencé a susurrar una canción para que no se notara mi nerviosismo, pero a este punto él ya debió notarlo. Abrí cada botón de su camisa hasta que pude sacársela sin problema, mientras él me miraba atento y luego acaricié la piel suave de sus brazos hasta llegar a sus hombros. Dejé un ligero beso sobre su mentón y observé su reacción.

Estaba con los ojos cerrados, tenía la mandíbula tensa y apretaba los puños fuertemente a sus costados.

—No era tan peligroso, ¿ves?

Abrió los ojos de golpe y me sorprendí al notar que eran de aquel dorado brillante que había visto un par de veces antes. Al principio, me asusté un poco porque pensé que algo le había pasado, pero me relajé de inmediato cuando sus ojos volvieron a la normalidad.

Me quité la chaqueta junto con la camiseta y lo abracé por el cuello. Se sentía extraño y nuevo tener esta cercanía con él, piel contra piel, pero me gustaba y sabía que a él también. Lo noté tensarse aún más, pero sabía que se estaba conteniendo totalmente.

Los Caídos #6 - Ángel de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora