La paz después de que se fueron los ángeles duró tan solo un par de horas porque las alarmas de la academia comenzaron a sonar escandalosamente. Los oídos ya me dolían por tanto rato que habían estado sonando. La cabeza también me dolía un poco, pero no le di tanta importancia.
Salí de la habitación de armas con el arco, las flechas y algunas dagas porque era una emergencia. Demonios, muchos demonios, estaban atacando distintos puntos de la ciudad, pero lo que más me sorprendió es que un montón de ellos estaban atacando la escuela Walker.
Cristal, Jas y yo fuimos para allá de inmediato, mientras que Oliver decidió ir al centro de la ciudad con otro grupo de nefilim. Kenneth, Eric y Makarius estaban en la escuela, pero cuando llegamos no los vimos por ningún lado. De hecho, la escuela estaba totalmente cerrada, a excepción de la reja de la entrada. Los demonios volaban sobre el recinto, mientras chillaban como ratas.
—Deben estar todos adentro —dijo Tal.
—Es lo mejor. No se puede combatir a tantos demonios. Son solo niños.
—Lo más probable es que hayan hecho un hechizo de protección alrededor de la escuela —mencionó Jas.
—¿Por qué no bajan? —preguntó Tal mirando a los demonios en el cielo.
—Deben estar esperando alguna señal quizás.
Miré hacia la escuela porque escuché gritos. Las tres quedamos mirando a los alumnos que estaban en la ventana golpeándolas fuertemente. No entendíamos por qué hasta que uno de ellos apuntó tras nosotras.
Las tres volteamos de inmediato y vimos que en el suelo del patio delantero de la escuela, había un agujero que se hacía cada vez más grande. El piso comenzó a temblar tan fuerte que tuvimos que afirmarnos del brazo de la otra entre las tres para no caer.
De pronto, el agujero se hizo tan grande que llegó a nuestros pies, pero ahí se detuvo. Miré hacia abajo y solo se veía un pozo negro del cual emanaba mucho calor.
—¿Qué diablos es esto? —pregunté.
—Mejor dicho, ¿quién está haciendo esto? —dijo Jasmine.
El piso comenzó a temblar nuevamente y de aquel pozo se escucharon muchos chillidos. Jasmine, Cristal y yo corrimos instintivamente para poder protegernos porque podíamos caer allí. Los demonios comenzaron a salir rápidamente y se esparcieron por todos lados.
Habíamos pasado desapercibidas hasta que uno de ellos nos vio. Cada una comenzó a luchar con ellos con mucha destreza. Las chicas tenían sus espadas y yo mi arco, pero era difícil ocuparlo porque los demonios estaban muy cerca. Saqué dos dagas y con ellas tuve que defenderme, pero era realmente difícil.
De pronto, todos los demonios, incluso los voladores, comenzaron a empujarnos. Caí al suelo e intenté aferrarme a él, pero estas criaturas tenían mucha fuerza. No sabía lo que querían conseguir hasta que me di cuenta que nos empujaban hacia el borde del pozo.
Miré mis manos y solté las dagas porque temblaban y me dolían mucho. Intenté concentrarme para ver si podía hacer un portal, pero no pude. En ese momento, pensé que moriríamos porque de todos modos caeríamos al pozo.
Me empujaron una última vez y me afirmé de la orilla, pero no resistiría por tanto. Escuché a las chicas gritar mientras caían al vacío y me sentí paralizada. Cuando mis manos no pudieron más, me solté y caí también.
* * *
No sé si me golpeé o si realmente caí en algún lugar, pero me di cuenta de que estaba sentada y amarrada a un palo de madera. Mis manos estaban en la parte de atrás atadas con una cuerda y dolían un poco. Al abrir los ojos me encontré con un lugar muy particular. Parecía ser una cueva porque las paredes estaban hechas de roca al igual que el piso. Miré hacia los lados y Jas estaba allí junto a Cristal, ambas también amarradas.
—¿Dónde...? —dije a penas y carraspeé—. ¿Dónde estamos?
Parpadeé un par de veces y sentí que la cabeza me dolía mucho.
—No sé —dijo Jas, un poco más despierta que yo.
—¿Despertaron antes?
—Sí, llevas mucho rato inconsciente —mencionó Tal—. Nadie ha venido a vernos.
—De seguro estamos en el infierno —dije riendo.
—Ni lo menciones —musitó Tal.
Miré a Jas para ver cómo estaba y se veía mejor que yo. Levantó un poco las cejas en señal para que dijera algo, pero no sabía qué decir realmente. Todo pasó tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar del todo.
—¿No se te ocurrió hacer un portal quizá? —preguntó Cristal.
—No pude. Lo intenté, pero fallé.
—¿Por qué tus poderes tienden a fallar en los momentos más importantes? —preguntó con el ceño fruncido—. Realmente era una situación de vida o muerte.
—¿Crees que sé la respuesta? —dije algo enojada—. Estos poderes inútiles no sirven para nada.
—¿Ustedes creen que esto sea obra de Azrael? —dijo Jas interrumpiendonos.
—De seguro y en cuanto lo vea le daré una paliza que lo llevará a China.
De pronto, alguien comenzó a reír a carcajadas, lo cual me sorprendió. Ahí estaba él en la entrada de la cueva. Iba vestido igual que siempre: una larga túnica negra. Su cetro lo dejó apoyado en una de las paredes y se acercó un poco a nosotras.
—¿Estás segura de que me podrás dar una paliza en tu estado? —preguntó mirándome fijamente.
—Si es para verte sufrir, por supuesto.
—¿Qué rayos quieres de nosotras? ¿Por qué tanto alboroto con los demonios? —preguntó Jas.
—Ustedes saben perfectamente lo que pasa —dijo sonriendo—. Oliver jamás me trajo las dagas ni a Francis y ahora ustedes, nefilim inútiles, entregaron a mi hijo a esos tontos ángeles.
—Qué mala suerte la tuya. ¿Vas a usarnos como carnada? No creo que los directores arriesguen la vida de muchos nefilim por solo tres de nosotros. Cristal es directora, deberías preguntarle a ella.
—Ya, cállate. Me mareas —dijo él—. No voy a dañarlas por ahora. Esto es solo una advertencia de que tarde o temprano destruiré todo con tal de tener a mis hijos de vuelta.
—¿Hijos? —preguntó Jas.
—Francis es también mi hijo. Yo lo crié y no dejaré que ustedes se queden con él.
—¡Estás loco! —grité cabreada.
Azrael tomó nuevamente su cetro y golpeó el suelo tres veces con él. Supuse que nos estaba dejando ir, pero me di cuenta que una masa de humo negro cubrían a Jas y a Tal. Cuando ambas desaparecieron, lo quedé mirando incrédula.
—¿En serio? ¿Por qué no me dejas ir? —pregunté en un suspiro—. ¿Qué quieres de mí?
—¿De ti? Absolutamente nada, Camille. Eres inservible para mí.
—¿Entonces?
—Hay cosas que no debes saber, ¿okay?
—Definitivamente eres un ángel.
—Corrección —dijo elevando una ceja—. Puedo ser conocido como el ángel de la muerte, pero soy un arcángel.
—¿Crees que eso es mejor? —pregunté riendo—. Dios, como odio a los arcángeles.
Me miró de mala gana y se sentó en una roca que había a su lado.
—¿Puedes al menos soltarme las manos?
—No.
—¿Por qué? Me duelen mucho.
—¡Dios mío, haces muchas preguntas! —exclamó enojado—. Estar amarrada nos previene de que uses tus poderes.
—Entonces, ten la decencia de decirme dónde estamos.
—En otra dimensión —dijo como si nada.
***
Espero que les haya gustado <3. Sé que el próximo capítulo les va a gustar mucho y que, además, no se lo esperan jajaja.
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Los Caídos #6 - Ángel de la muerte
Viễn tưởngCon la mayoría de sus amigos lejos de la ciudad, Camille debe enfrentar al ángel de la muerte para proteger a dos importantes personas.