Luz de media noche

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Al filo del año, me encuentro con frío en mi departamento vacío, aun así, estoy tirado con los brazos y piernas estiradas, mirando el techo, aunque no alcanzo a ver ninguna de las dos ventanas de este asfixiante lugar sé que aún no ha oscurecido, los débiles rayos de sol caen a mi lado, cansados por atravesar el esponjoso cielo nublado. Risas vienen del departamento de arriba, siendo estas fechas, también me gustaría estar festejando, pero ya no tengo a nadie, y la única persona que la tenía se llevó hace poco todos los muebles de este lugar que ahora difícilmente puedo llamar hogar.

Lidia, su nombre se me escapa de los labios como humo de cigarro, suave, ligero, pero capaz de matar a cualquiera con el tiempo. Como droga que es, lo repito para ver el humo de su nombre subir y esparcirse por toda la habitación. Escapa de mis labios su nombre, su perfume invade mi memoria.

Lidia, Lidia, Lidia.

Con cada repetición noto su perfume inundando todo, atacándome con su presencia y recuerdos. Como aquel diecisiete de Septiembre, que esperando ansiosos el grito del presidente, te acercaste a mí apenas me viste, entre ese montón de gente, tus hermosos rizos estaban lisos pues la llovizna te lo había aplastado, nos cubrimos como podíamos en paraguas ajenos y en ese ambiente tan poco romántico, nos dimos el beso mas especial que he tenido. O que aquella vez en nuestro quinto aniversario me obligaste a saltar de un avión, aún recuerdo con amor como te reías de mí al llegar al suelo, que por mis nerviosismo no me podía ni levantar, te burlabas de mí y lo único que podía ver era tu hermosa boca rosa pálido que tenía un único diente chueco, un diente que era tan rebelde como tu.

La necesito, repito sin control, enloquecido, no puedo más, la necesito ¡la necesito! Pero si ya no está ¿debo resignarme? Imposible hacerlo ahora, aún en mi inacción, la necesito ¿Será que todas las mujeres son droga? Muchos dicen que no, pero según mi experiencia: lo son. Adictivos como ninguna, te cambian la vida y cuando no están simplemente quieres más. Todas diferentes, únicas a su manera, con efectos diferentes que te atrapan de manera única, ninguna es mejor que la otra, todas son especiales. Sino, pregúntenle a Laura.

Laura, mi querida Laura, contigo solo bastaba un beso en los labios, una palabra de tu rubí boca para hacerme creer cualquier cosa, mirara el mundo como obra de teatro o película que era. Un mundo donde todo tenía un porqué, tanto las tristes como las felices, escenarios de fondo y de poses melodramáticas. Solo me falta tragar tu nombre, Laura, sentir como baja suavemente por el interior, para tenerte otra vez a mi lado. Seguramente acostada como yo, con tu largo cabello oscuro desparramado libremente, tus lindos ojos marrones mirando el techo en el que habrías pintado toscamente varias constelaciones verdes. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos separamos tanto? ¿Será por tus largas jornadas de trabajo como actriz o por mis continuas escapadas a las manifestaciones del 68? ¿Será qué pensaba en Isabel cuando estabas a mi lado, cuando no la conocía ni de asomo tanto como a ti? ¿Será que no te veía alejarte por estar pensando en ella, sino hasta que fue muy tarde?

A ella, a Isabel, mujer que solo conocí de mirada y escuche su nombre de uno de sus amigos. Isabel tan madura y segura en esas manifestaciones, y yo tan joven a su lado, con diez octubres menos en mi vida, me parecía inalcanzable, como me arrepiento de no haberme acercado esa vez. Dejo de mirar el techo y te miro a tus lindos ojos Laura, con mirada de enojada me devuelves la mirada, te paras, te haces la ofendida y con tu hermosa piel canela te disipas como dulce en mi boca.

Te desapareces, repito tu nombre, Laura, haciéndolo bolita y tragándomelo, pero no vuelves, me quedo solo en el empolvado piso. Me paro y difícilmente me dirijo a la cocina donde saco uno de los pocos suministros del almacén y el único sartén que abandonado quedó aparte de una olla. Mientras caliento los frijoles, aparece el recuerdo de Amparo.

De amor y otras muertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora