El Emperador

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En la era de las espadas, el Emperador espera en la entrada el encuentro con el equipo enemigo; los eliminará eficazmente, elevando así su economía. Él ejercía un excelente ejemplo, elaborando ejercicios para su ejército que eran elementales como: elaboración de estrategias eficaces, exterminación de enemigos de élite, espionaje, ejecución de engaños, etc.

El escuadrón estaba emocionado, esperando que empezara el escándalo y la explosión de energia. Entraron al estadio y la euforia emanaba de los espectadores. El escenario era elevado, para enseñar un espectáculo. De extremo a extremo era una enorme hectárea, con escombros en medio, hechos para enseñar estrategia. El eucalipto que los estimulaba con su esencia estaba esparcido en el espacio.  

Los espectadores exclamaron emocionados.

-¡Empiecen!

El Emperador escondía una espada elegantemente enfundada con una enorme esmeralda en la empuñadura, su estrella ejemplar. Eufórico, la elevó empezando el encuentro. El Emperador empuñó la espada y empujó con el escudo, espantaba al que encontraba y los estallidos de escarlata ensuciaron el estadio.

Un espectador entonó el epinicio entregando la hermosa esperanza: ¡Éxito para la hermandad! Al enterarse de su éxito, el escuadrón del Emperador que se encontraba empolvado escuchó el enojo del enemigo. Así, encontraron energía para elevar la estatua del éxito sobre el enemigo.

De amor y otras muertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora