Aquel rostro

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Estamos todos reunidos en mi casa, familiares y amigos, que platican pesadamente sobre la corta vida de un ser querido. Todos con ropa negra, caras tristes y palabras huecas. En cambio para mi los sentimientos pesan en el pecho, las lágrimas que salen a montones, y no paro de preguntarme que será de mi vida sin él, mi querido hermano. La pláticas de los demás son pesadas palabras se extienden por toda la casa, me rodean y me recuerdan que él se ha ido.

Camino por toda la casa como alma desamparado, recibiendo del todo el que me ve palabras de consuelo y caras apenadas. Entonces, ahí, parado en medio de la sala, veo a mi padre platicar con un joven bien parecido, en el instante que lo divisó, siento cosquillas subir por mi garganta, la felicidad me asalta, una sonrisa se asoma en mi cara y el dolor pierde sentido. Me acerco lentamente, tratando de disimular mi creciente felicidad, hablo con unas personas más, sin prestarle atención a lo que me dicen, admirando aquel rostro que aun en la distancia puede apoderarse de mi corazón.

Papá al verme me llama con la mano, se ve desolado, me abraza, apretando fuertemente a su pecho, llora, bañando mi pelo con agua salada; siento su tristeza bullir, lo entiendo, pero aquel rostro a su izquierda me distrae, me hacen olvidar. Lo observo, es hermoso y perfecto, con esos ojos oscuros, piel pálida y ángulos finos.

Al soltarme me presenta el joven de rostro inmaculado, aquel rostro pronuncia su nombre, pero no lo escucho, el sonido de su voz me distrae con su encantos, me empuja suavemente por la espalda para ir a un lugar más calmado, una corriente eléctrica se esparce por todo mi cuerpo, nuevos colores saltan al espacio, el mundo toma un nuevo significado, pues ha sido el destino que me ha mostrado mi otra mitad, aquel ser perfecto que solo ha nacido para reunirse conmigo. Lo abrazo, soltando unas lagrimas de cocodrilo. Lo presiono contra mi, intentó fusionarse, unirnos en un perfecto ser. Aquel rostro me mira, me aleja amablemente, se excusa, alejándose se funde en la masa fúnebre. No huye, solo va a pedir mi mano. Ha descubierto que estamos unidos.


De amor y otras muertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora