La noche está tranquila, el frío envuelve a la pareja que se abraza en busca de calor, los dos ríen caminando por las desiertas calles empedradas, siendo bañados por la luz amarilla de los faroles, al igual que la casi inexistente lluvia.- ¿Ya casi llegamos? -pregunta la mujer mientras se pega más a su compañero- los tacones me están matando.
- Si, no te preocupes, es esa puerta, pero si tanto te cansan puedo llevarte cargando. -contesta él, acercándola más a su boca, saboreandola.Al llegar a la puerta de madera naranja el hombre gira la llave con un solo brazo, mientras con el otro sostienen firmemente la cadera de su pareja. Abre la puerta y adelantándose a su compañera, prende una lámpara que ilumina suavemente la habitación, haciendo que se vea bastante acogedora. Ella se deshace del abrigo de él aventado al sillón más cercano, presumiendole, por unos instantes su hermosa figura, antes de cubrirse con sus brazos en una atrayente mentira.
- Aún tengo frío, ¿No tienes algo para entrar en calor? -pregunta la dama con un tono seductor.
- Por supuesto, ahorita prendó la chimenea y te doy una manta. -responde riendo.
- No me refería a eso -contesta con un tono travieso, guiñandole, bajando los brazos divertida con la respuesta del hombre.
- Ah, si. En la cocina, ahí están las copas y las botellas, escoge el que gustes, tengo variedad en lo que sé refiere a presentaciones de alcohol. -dijo devolviéndole el guiño.Ella sonríe, lanzándole un beso de sus labios escarlatas y abanica sus pestañas negras antes de dirigirse a la cocina, pavoneándose delicadamente. Él la devora con la mirada mientras ella se pierde en su casa, para luego toma con cuidado la prenda dejada y la huele profundamente como si fuera un buen vino, memorizando su olor, para luego colgarla delicadamente en el perchero.
- Estoy cansado -le avisa desde la base de la escalera- ¿Te espero arriba?
- Adelantate -responde ella, captando la indirecta, mordiéndose levemente el labio emocionada por lo que le espera.Él sube y entra en la única habitación del lugar, se acerca a la chimenea, encendiendo la llama que devora la madera ferozmente. El ambiente es ideal, la noche esta cerrada y lo único que se escucha son el crujir de la madera quemándose y los pasos de tacón subiendo por las escaleras haciendo que su boca se llene de saliva. Ella por fin llega, moviendo su cadera provocativamente, al compás de la botella de vino tinto que tiene en una mano y las dos copas que tintinean en la otra.
- Qué buen ambiente, es todo tan ideal, hay que aprovechar. -sonríe coqueta, sentándose en la cama con cobijas de terciopelo rojo, que acaricia suavemente, antes de subir una pierna y acariciarla "inocentemente".
- Me gusta como suena, hay que aprovechar la ignorancia de la noche. -dijo él, ronroneando la respuesta antes de tomar delicadamente las copas y las botellas de sus manos, al hacerlo se acerca al rostro de ella, provocando el choque de alientos y narices. Ambos ríen, separándose, con el sonido del corazón acelerado apoderándose de sus oídos. Él no se rinde, sirve las dos copas y le ofrece una a ella, quien la toma y brindan por aquella noche. Poco a poco se vuelven a acercar, las manos pierden sus ataduras morales y juegan a quitarse la ropa, exploran el cuerpo del contrario hasta en los lugares que nunca imaginaron. El vino fluye, la excitación también, los juegos no paran y ambos cuerpos tampoco.Hasta que lo hacen, respiran, jalan el aire que han perdido, se quedan quietos contemplandose, disfrutando el momento, el sonido de la fogata arder los acompaña, provocando que el deseo surja de nuevo, inundando la habitación, que se desborde por el balcón o se escape hacia la sala, cayendo por las escaleras como hermosas cascadas.
Él empieza con suaves besos.
Ella contesta con suaves caricias.
Él pasa a chupetes, saboreando su piel.
Ella le sigue el juego, sintiéndose apreciada, gimie, rasguña, se dejá llevar aumentando la velocidad.Él disfruta el momento, sus carnes, su sabor, sus fuerzas.
Ella lo disfruta, lo envuelve, no lo deja escapar.
Él se libera, cambia la jugada, la inmoviliza.
Ella se siente dominada, querida, amada. Sonríe.
Él quiere poseerla, ser su dueño, consumirla en su totalidad, ser uno con el otro y agradece cada parte de ella.
Ella sonríe, lo besa profundamente.
Él la toma, la sostiene, absorbe su piel, y cuando siente que se le va a salir el corazón, muerde.
Ella gime.Él, excitado, le da más fuerza a su acción.
Ella grita.
Él sigue, comiendola a besos, a mordidas.
Ella intenta defenderse.
Él continúa, escogiendo otros lugares para atacar.
Ella golpea con menos fuerza cada vez, tanto con sus puños como con su corazón.
Él se detiene, la suelta, admirándola, al tiempo que se limpiaba sus labios con su pulgar, haciéndolos más rojos.
Ella suelta su último suspiro, sonando como la bienvenida de su muerte, de su libertad.
Él esperaba que ella hubiera durado más, cabizbajea, decepcionado. Todavía encima de ella pasa su lengua por su huante escarlata probando el sabor de su caza, no decepciona, esta en su punto de sabor, la recordará durante mucho tiempo. Se para dejándola enfriar en la cama que va adquiriendo otro tono de colorado. Saca sus herramientas de la habitación de al lado, prepara todas las partes para ser conservada en refrigeración durante el próximo mes, definitivamente la recordará en cada bocado, hasta que se quede sin comida, hasta que encuentre otra presa igual de apetitosa, hasta que otras carnes la hagan olvidarla.
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De amor y otras muertes
RandomEsta es una colección de cuentos que he escrito sin un fin y por el gusto de escribir, por lo que exploro diferentes temáticas y técnicas de narración. Advertencia: Los cuentos son totalmente independientes por lo que se pueden leer en cualquier or...