Respiración

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Oyes una respiración, no muy fuerte, tan lejana, de hecho dudas, sabes que es el viento, o por lo menos eso piensas, pues la cantidad de agua que esta cayendo del cielo provoca muchos sonidos y distracciones. Además ¿Qué respiración se puede escuchar desde tan lejos? te arropas en la cama y sigues con lo estabas.

La sigues oyendo, han pasado algunos días desde esa noche tormentosa, ya no lloras, ya no llueve y ya no estás sola, pero la sigues oyendo. Es tan suave que la olvidas fácilmente, pero siempre que llega la noche y el silencio, la escuchas, es lenta, pesada, y curiosamente es de esas respiraciones que no catalogarías como ruidosas, es simple e incómodo. No sientes una mirada, solo escuchas como alguien respira, nada amenazante, solo aire, pero fácilmente te puedes imaginar la presencia, te desespera, pero cualquier sonido o el mismo día la ocultan.

Ya va un mes y la respiración se ha acercado un poco, ya no sé puede confundir con el viento, la sola presencia del día no basta, pero cualquier ruido sirve, y en la ciudades abundan. Ahora cierras la ventana del cuarto por la noche y no es es que la respiración te preocupa, pero te hace sentir a salvo.

Al segundo mes la escuchas más cerca, no esta a tu lado, tal vez en la calle, esa que se encuentra frente a la ventana de tu cuarto. Eso te prende tus nervios, por lo que colocas una cortina de tela gruesa, dejas algunas luces prendidas y cierras todas las ventanas de tu casa, no vaya a ser que se meta junto a una brisa.

Otro mes ha pasado, no sabes que hacer, ya se instala en el portón de tu casa para pasar la velada, por lo que la cierras con llave, compras otro seguro más y mueves el sillón antes de acostarte. De día las cosas son más fáciles pero ya no tanto, aun la olvidas, y más si estás en un lugar con gente y ruidos continuos, pero es molesta como mosca y más aún porque siempre parece estar a tus espaldas.

Han pasado cuatro meses y escuchas la respiración en la sala comedor, ha pasado lo que tanto temías, se ha metido a tu casa y refugio, no puedes con eso, te inquieta demasiado, y aunque te asfixias al hacerlo, tomas por costumbre cerrar la puerta del cuarto. Te empieza a costar dormir, pones música o una película para olvidar aunque sea un rato lo que esta pasando. Estar con gente es cada vez más difícil, aún no pasa nada malo, pero ya empiezas a fijar demasiado en el ritmo, fuerza y sonido de la respiración de cada persona.

El medio año ya llegó, y la respiración aun no se ha ido, es más, ya se encuentra al otro lado de la puerta del cuarto, no sabes en qué momento se acerco tanto, de cierta manera te acostumbraste a ella, pero no lo suficiente para relajarte. Le pusiste un seguro extra y algunos cascabeles por si llega a abrir la puerta. Como odias que la radio ya no pueda ahogarla. Cada mañana es más difícil salir de la habitación y menos tenerla ordenada. Ya no soportas los lugares tranquilos, siempre estas en busca de un sonido que la extinga, haces grandes pláticas incluso si te encuentras sin compañía, o llevas a todos lados grandes audífonos. Recientemente has tomado pastillas para dormir.

Siete meses, he hiciste lo que nunca pensaste que harías, las pastillas ya no funcionan, así que sales a correr en el atardecer el suficiente tiempo para llegar a derivarse en la cama, lo mejor de todo eso es que no necesitas mucho para correr, unos tenis, espacio y un poco de imaginación para sentir que te persiguen, y para ti eso último es preocupantemente fácil. Estar con personas es desesperante y un horror, seguir las conversaciones es imposible ya que sólo puedes poner atención a su respiración.

Ya diez meses desde esa noche, si esa respiración estuviera atada a una persona como cualquier otra, esa persona ya estaría en la habitación, mirando como duermes, juzgando día y noche, recordándote con el aire que inhala y exhala que está ahí y no te dejará. Ya puedes reconocer a las pocas personas que sigues viendo por su respiración, no es algo que te guste o que te apetezca, pero te sientes feliz de que otra respiración te acompañe.

Con once meses juntos, solo necesitas alargar la mano para tocarla muy metafóricamente, es muy incómodo tener que escuchar todo el tiempo. La mitad de la noches no duermes, y aunque casi corrieras un maratón el sueño apenas te roza, es tan ligero y frágil que se podría decir que una simple respiración te lo espanta y rompe.

Pasa el año, esta sobre ti, te desquicia, por más que pase el tiempo aun no te acostumbras, incluso sientes el aire sobre el cuello, no sabes sus intenciones pero te sigue aterrando, apenas sales de casa, y cuando lo haces miras a todos lados, incluso si sabes donde esta. Las noches son imposibles, sientes que estás con alguien más en la cama, casi puedes estar segura que te abraza, que te aprisiona tan fuerte que ya no te puedes parar.

Ya no sabes ni cuanto tiempo ha pasado desde que apareció, parece que ha sido desde siempre que esta siguiéndote, ya no escuchas nada, bueno casi nada, la respiración sigue ahí, respirándote en la oreja, siendo el único sonido de tu vida, impidiendo que cualquier otro pase. La respiración no deja, pero de alguna manera sientes que te han abandonado, de cierta manera has alejado a todos, pero tampoco es que te importe, ya no sabes ni que pasa a tu alrededor, no distingues el día de la noche, el dentro o el afuera. Te preguntas como rayos puedes seguir en este mundo si no recuerdas cuándo fue la última vez que comiste o si dormiste algo ese día. Solo sabes una cosa: respiras y la respiración también.

Estas ahí, quieto, en ese cuarto oscuro, arropándote con esas cobijas blancas y esponjosas, escondiéndote del mundo y la respiración. Solo estas ahí, existiendo, si hacer nada, pues con cada segundo que pasa sientes que tus pensamientos van más lentos, lo sabes, pensar se a vuelto cada vez más difícil, no puedes, es imposible, solo existe esa respiración y la respiración es todo tu mundo. Aun así tiemblas, arropándote aun mas fuerte alrededor de la cabeza, no aguantas, la odias, pero no quieres escapara de ese lugar. Esperas temerosa, que algo pase, que la respiración te toque, que te invada y atormente, pero nunca llega, te desconcierta, sales de tu refugio, guardas tu respiración y te concentras, mirando la oscuridad que te rodea. No oyes nada, vacío, silencio. Te relajas, se ha ido, ¡Por fin se ha ido! Después de tanto tiempo, tanto, que ya no sabes cuanto fue. Solo ¡Por fin solo! te acuestas, miras el vacío oscuro donde se pierde tu techo, te relajas, respiras mas lento y nadie te responde, ni te imita. Solo, sin compañía, malditamente solo sin rastro del otro, el que abraza con fuerza, el que te cuida desde la oreja, solo, abandonado, atrapado en ese maldito silencio que alguna vez deseaste y ahora no puedes vivir con el.

De amor y otras muertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora