Me tumbo sobre el suelo de la oficina del abuelo por enésima vez, no tiene sentido seguir intentando. Claramente tardaré años en descubrir cómo hacer funcionar el collar.
—¡Baila, Harriet! Piecito adelante, piecito atrás. Pim, pim, pam y deberías sentir que estás en otro lado.
Raymond tampoco está muy contento con mis más de cuatro fracasos consecutivos. No es como si viajar en el tiempo usando solo un pedazo de metal y una piedra preciosa sea lo más sencillo del mundo.
No puedo, simplemente no. Raymond enciende el parlante, yo bailo. Si bien los desmayos se han detenido, no logro ver al abuelo ni ningún haz de luz.
—Tengo una idea —dice admirando la tonta situación desde mi cama—. Olvida al abuelo y piensa en algo más casual. Quizá puedas ir al pasado si se trata de un recuerdo que te causa menos estrés, vamos, vamos. Empieza de una vez que tengo hambre y ganas de leer un artículo.
Me sorprendería el día que Ray piense en algo que no sea él.
—Te dejaré sola para que encuentres inspiración. La lista de reproducción está en aleatorio, puedes buscar una canción que te transmita más emociones. —Me muestra sus manos con los pulgares hacia arriba y se va.
—Aquí vamos —me digo—. Yo puedo, yo puedo.
Le reclamo al universo cuando escucho la voz de Ed Sheeran.
—¿Es en serio? —bufo y me acerco al celular de Raymond para cambiar de canción, sin embargo, sus palabras invaden mi mente: "Puedes buscar una canción que te transmita más emociones". Oliver causa muchas emociones en mí, no es tan mala opción para lo que quiero.
El suelo no es el óptimo para mis zapatillas de ballet, pero ya tengo suficientes heridas en mis pies y piernas como para andar quejándome por unas cuantas más, así que bailo. Es la primera vez que permito que la melodía de Perfect roce mi corazón mientras recuerdo a Oliver. Dejo a un lado todo rastro de enojo hacia él para dejarme llevar por el aprecio que le tengo por estar conmigo siempre.
Entonces, las paredes de la oficina del abuelo se desvanecen ante mis ojos y en su lugar se cimentan los viejos espejos del estudio de baile.
—¿Ray? —murmuro. No hay nadie oyéndome. Espero a que mi respiración se estabilice para dar una mirada a mi alrededor.
El suelo no es duro, ahora hay una colchoneta debajo de mí. Al parecer, el viaje en el tiempo resulta exitoso, estoy en la academia antes de que esta fuera remodelada, la pregunta es en qué año estoy y si no es peligroso que alguien me vea aquí. Las veces anteriores solo me había topado con el abuelo.
Apoyo mis manos en mis rodillas, permitiéndome descansar, cuando alguien demuestra su presencia a mis espaldas.
—¿Buenas? ¿Eres nueva?
Giro lentamente. Lo bueno es que no reconozco esa voz. Supongo que sería peor si es un conocido. No obstante, cuando analizo sus facciones, sé de quién se trata, era una de las bailarinas más prometedoras del estudio hasta que se retiró para bailar en el extranjero. Ella no me conoce, pero yo sí a ella.
—Hola, sí. ¿Qué día es?
—Uhm, jueves, creo —responde, ajustando su cabello pelirrojo en un moño.
—¿De qué año? —cuestiono.
Decir que me queda mirando como una demente es poco.
—¿Bromeas? —Mi seriedad habla por mí—. La última vez que me fijé era dos mil catorce. —¡Misión exitosa! Retrocedí tres años. Es... raro, pero increíble. Podría dar mi examen de matemáticas y aprobar esta vez. A excepción de que no luzco como alguien de catorce años. Estoy con la misma ropa y apariencia del dos mil diecisiete—. Ve a cambiarte o ayúdame con la radio porque en un segundo llegarán los más jóvenes para sus ensayos.
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Ágata
Teen Fiction¿Y si pudieras volver y arreglarlo todo? Harriet tiene solo diecisiete años cuando su abuelo fallece, dejándole un collar aparentemente común. Ella desconoce el poder del collar, no sabe que es capaz de cambiar su vida y la de todos sus seres querid...