Lo logré.
Estoy en casa.
Los demás prisioneros huyeron a distintas partes, lo más lejos que pudieron. Solo me encontré con los padres de Junior, quienes entendieron y admiraron el sacrificio de su hijo.
Regreso junto a Raymond, Will, Samantha, el niño y Ken. Estoy exhausta y quiero llorar. Podría pasar el resto de mi vida llorando.
Junior murió por nosotros. Debí ser yo.
Me acomodo en la banca del parque, la misma que fue testigo de varios de mis momentos con Oliver y abrazo mis piernas, apoyando mi cabeza en ellas y viendo las hojas de los árboles mecerse debido al viento. Cierro mis ojos y deseo que el aire sea tan fuerte que me lleve con él.
Un cuerpo se sienta a mi lado y apoya su mano en mi hombro, apegándome a él.
—¿Valió la pena salvarla? —pregunta. Abro el ojo izquierdo y veo a Will con gesto melancólico. Su cabello está mojado por el sudor y se le pega a la frente. Tiene algunas manchas negras en la cara causadas por la explosión, al menos ninguno de nosotros resultó herido.
Pienso en su pregunta y, pese a todos los contratiempos y pérdidas. Considero que, si en algo acertamos, es en salvar a la abuela.
—Lo valió.
Cecile es feliz, Harold también lo es.
¿Pero qué hay de mí?
—Lo amaba, Will. Amaba a Oliver y... no puedo creer que Junior hiciera eso. Él me dijo que se iría de vacaciones con sus padres, y yo... —sollozo—, creí que por fin era feliz. No entiendo porque tuvo que hacerlo. ¡Maldita sea! ¿Sabes qué? A veces de verdad quisiera no sentir nada. Todo habría sido mejor así. No me dolería su muerte ni que un estúpido jugara con mis sentimientos y me mintiera durante años. ¿Por qué me duele? Ya lo perdoné, pero se siente como si...
Me arrancaran el corazón del pecho y queda un vacío. Me siento vacía.
Este triunfo sabe a derrota.
Sé que estaré bien, solo que no hoy. He perdido no solo a dos amigos, sino también a un amor que nunca fue mío. Eso es lo que duele más, que no haya sido real, pero el dolor sí.
¿Cómo se pierde un amor que nunca tuve?
Quema.
—Betsy y Adam deben odiarme. Ken ya llevó a Samantha y ninguno me ha escrito.
Tiemblo bajo el abrazo que me da y mojo su camiseta con mis lágrimas. No puedo ni tocar la mía porque sigue ensangrentada.
—Será mejor que vaya a casa sin que me vean o pensarán que maté a alguien. Aunque sí lo hice, ¿no?
—Cuando haces algo bueno se lo atribuyes a los demás, sin embargo, cuando lo malo ocurre no ves otra opción más que culparte. Eres maravillosa, Harriet. Raymond está orgulloso de ti. Ken es tu fan número dos y tus amigos te perdonarán cuando sepan que los estabas protegiendo. Y sobre Junior, estoy seguro de que evaluó las posibilidades y tomó una decisión. Cualquiera de nosotros habría hecho lo mismo. El niño, yo, tú y Gina si hubiese estado ahí. Somos un equipo, no importa en donde estemos, ni a cuanta distancia del otro. Haríamos lo que sea por el otro.
—Como dejar que cree una línea temporal en la que se vuelve cantante exitosa —rio en medio del llanto. William desliza su pulgar por mis mejillas, limpiando mis lágrimas y asiente—. Gina llegará lejos.
—Al igual que tú bailando. Primero deberías darte un baño, Raymond nos está esperando. —Me ayuda a ponerme de pie y se pone delante de mí para cubrir mi ropa—. Por cierto, sé qué hace menos de una hora hemos vuelto, pero hablé con el niño y nos mudaremos. No podemos escondernos en tu casa para siempre. Voy a buscar trabajo y él se inscribirá en alguna escuela del Estado, de las gratuitas. ¿Está bien?
Entonces es oficial que todo se ha terminado y no tenemos más motivos para seguir preparándonos para pelear. Nuestro equipo seguirá en alma y corazón, pero no más guerras, ni sangre, ni sacrificios.
Cada uno seguirá su camino.
—Más que bien. —Me detengo cuando veo mi casa en la siguiente cuadra—. Cuando entre deberemos fingir que nada de esto ocurrió. ¿Nos volveremos a ver?
—Claro. —Forma una línea curvada con sus labios y siento la necesidad de estrecharlo entre mis brazos—. ¿Quién crees que es tu fan número uno? —Besa mi frente y se despide con la mano—. El niño me espera en el garaje. Fue un gusto conocerte.
—Igualmente.
Y con el sabor de despedida en la boca me adentro en casa y se siente como si nada hubiese pasado. Llevo una mano a mi pecho y corroboro que está la prueba de todo: el collar Ágata, con un tono más opaco que antes y algo desgastado, destaca en la piel de mi pecho.
Cambios significativos en el mundo causados por algo tan pequeño y frágil. Y no, ya no estoy hablando del collar.
ahora sí es el último capítulo, pero nada de sentimentalismos hasta el epílogo. ¿Ok?
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Ágata
Teen Fiction¿Y si pudieras volver y arreglarlo todo? Harriet tiene solo diecisiete años cuando su abuelo fallece, dejándole un collar aparentemente común. Ella desconoce el poder del collar, no sabe que es capaz de cambiar su vida y la de todos sus seres querid...