Meddeline Bernardi.
Lexie había salido disparada del salón apenas sonó el timbre, no me esperó y no me miró, ni siquiera por accidente. Sabía que algo le había molestado y aún así ahí estaba yo: fumando. Oculta, recostada a una sucia y abandonada pared en la parte trasera del instituto, como si fuera una de esas personas que odian el mundo y huyen del contacto humano.
Y sí, aquello podría considerarse uno de mis malos hábitos pero era lo único que conseguía calmarme; a veces lo necesitaba y a veces lo hacía porque sí, porque se me antojaba.
Pero no era un vicio, sólo una costumbre.
Con el humo invadiendo el espacio y formando graciosas figurillas en el aire me sentí segura; necesitaba aquello, necesitaba unos minutos de silencio y lejos de donde tuviera que fingir ser alguien más.
Las ideas empezaron a surgir en mi mente de una manera más lenta, permitiéndome seleccionarlas y una de las más predominantes fue el hecho de que Lexie no me conocía en absoluto y que desgraciadamente no soy nada de lo que ella cree.
Fumar no era el único hábito que Lexie desconocía de mí; puedo afirmar que conoce tanto de mí como cualquier persona que me ve en la calle por primera vez y de ahí viene lo más amo de ella: núnca hace preguntas aunque probablemente las tenga. Eso me ahorra malos ratos y el tener que contarle sobre mi pasado del que me quiero olvidar por ahora.
Lexie siempre ha tenido esa idea de que las personas son buenas. Ella es el tipo de persona que le abre la puerta a desconocidos sin saber sus intenciones, de ese tipo de personas optimistas que jamás logras entender, de los que te preguntas si están actuando o si verdaderamente son así de felices.
Ella es tan felíz.
Quisiera sentirme un poco como ella; en los buenos días ella es mi inspiración para intentarlo pero no lo sabe.
Y sin pretender hacerme la víctima, el dolor que cargo es agobiante; se puede decir que es algo que jamás estuvo en mis manos. Nací con mala suerte y me ha tocado aguantar lo que venga sin meter las manos. Algunos nacimos así.
Siendo sincera la tristeza empeora con los días y la soledad me aturde; vivo sola desde que me alejé de la última familia que me quedó y tengo un objetivo muy fuerte para seguir aguantando: venganza.
No voy a negar que varias veces estuve a punto de contarle todo, sabía que ella me perdonaría y aceptaría lo que vendría después de la mejor manera pero lo cierto es que soy una maldita inútil, una maldita cobarde y tengo miedo de que todo se venga abajo.
Estoy tan enojada conmigo misma.
Estoy tan enojada que sin darme cuenta había empezado a llorar; traté de retenerlo pero me sentí más patética de lo que normalmente me sentía.
Estallé como no lo acostumbraba. Me permití llorar a mares. Cada maldita lágrima salió merecida, pesada, como algo que mi cuerpo necesitaba y no había tenido hasta ahora.
-No puedo seguir con esto... -sollocé aún más fuerte sintiendo mis sentidos totalmente nublados por la tristeza y la rabia.-¿Por qué tengo que cargar con esto? Ya no puedo..
La respiración empezó a faltarme pero no me detuve. Seguí maldiciendo, llorando y golpeando mi cabeza con los puños.
-¿Por qué no puedo ser felíz?- pregunté esperando respuestas que sabía que no llegarían.
Inevitablemente la cara de Lexie vino a mí: ojos brillantes y pecas cubiertas de rubor que siempre acompaña a su rostro.
¿Cómo puedo ser yo a quien veas como un ejemplo a seguir?
¿Cómo es que piensas que sé sobrellevar todo esto, es que no piensas que quizá soy tan frágil como tú mientras nadie me ve?
¿No sabes que siento que me voy a quebrar cuando preguntas cómo estoy?
Estoy mal. Estoy jodida. Estoy herida de algo que no puede sanar; te juro que he intentado sonar pero sigo cayendo en el mismo abismo.
No sabes el gran esfuerzo que hago por aparentar ser fuerte cuando estoy frente a ti.
Sí, quizá soy en parte culpable de mi desgracia, por no dejar ir mi rencor.
Y también estoy totalmente arruinada por haberme acercado a ti y haber empezado a quererte de esta forma cuando no estoy preparada para querer a nadie.
Porque yo no era alguien que buscara querer; al final todos se van y el vacío que dejan jamás logra llenarse.
Quiero decirte la verdad.
Pero no puedo, si lo hago ¿qué sentido habría tenido llegar a este lugar?
Sí, prefiero que sigas pensando que eras la amiga tierna de una chica ruda.
Prefiero que sigas pensando que nuestras diferencias son la ropa, la música y la forma de demostrar afecto.
Prefiero que cuando nos vean juntas piensen que las diferencias son nuestro cabello y unos centimetros más por aquí y por allá.
Jamás sabrás la razón por la cual pisé este lugar con tanta seguridad, con tanta determinación. Núnca sabrás mis verdaderos objetivos.
Si seguir mintiendo es la única manera de que me sigas admirando, de que pueda seguir cerca de ti entonces mentiré.
Tiré la colilla de cigarro a un lado y me levanté del piso con dificultad, mi trasero ya había empezado a entumecerse por estar tanto tiempo en la misma posición.
Me escabullí con cuidado para volver a las zonas transitadas del Instituto; a aquí a nadie le importa si fumas o te mueres, sólo les importa que no manches su reputación. No habían muchas personas. La mayoría de las clases terminaban temprano y todos salían huyendo a sus casas.
Me desvié a la derecha, hacia el baño de mujeres, esperando que no hubiera nadie y que mi apariencia no fuera tan horrible por haber llorado. Cuando entré noté que estaba totalmente vacío así que bajé la guardia y avancé hasta el espejo.
-Este es el rostro de una mentirosa. - dije más para mí que para alguien más.
Mi cabello estaba totalmente despeinado y pegado a mi rostro, como si hubiera estado haciendo ejercicio. Mi cara estaba enrojecida al igual que mis ojos, no sabía si por llorar o por fumar.
Abrí la llave y un chorrito de agua salió disparado contra la superficie, junté mis manos formando una cuenca para poder recoger un poco, cuando esta se llenó la dirigí hasta mi rostro y me lavé tanto que empezó a arder; ya me sentía lista para sálir al mundo sin llamar la atención de los demás por lástima; tomé una larga respiración y mi rostro volvió a ser tan inexpresivo como siempre.
Cuando salí del baño no esperaba que Lexie estuviera ahí esperándome pero no pude evitar echar ojeadas a mi alrededor tratando de encontrarla. En efecto, ella no estaba, así que caminé directamente hacia la salida.
Tan sólo unos pasos más fuera del instituto y pude visualizar su figura pálida a lo lejos, últimamente no se veía tan sana como de costumbre pero su actitud seguía igual de felíz, supuse que sería la preocupación de sálir mal en sus estudios lo que la tenía así, por eso evité preguntarle, no quería incomodarla y si ella no me lo había comentado era por algo.
Dudé en si acercarme a ella o no pero al final lo hice, a paso inseguro claro. Ella tenía la mirada baja y una expresión preocupada, cuando estuve lo suficientemente cerca ella pareció notarme y pude leer algo en sus ojos.
Temor.
Lexie me miró con temor y movió su mirada incómoda, como queriendo decir algo, hasta que lo soltó:
-Quiero que te vayas de mi casa.
************************************
ESTE CAPITULO ES MUY REVELADOR AAAA, aquí nos dice algo sobre por qué Medd a veces es tan distinta con Lexie y sobre lo que lexie le dijo, yo quedé:
SIMPLEMENTE SIN PALABRAS, BYE
Instagram: @_rinito

ESTÁS LEYENDO
INUSUAL - [EN PROCESO]
FantasíaCuando dos almas juran algo, no importa cuántas vidas pasen. No importa cuanto deseen no haberlo hecho. No importa el caos que se desate alrededor. Seguirán cruzándose hasta que cumplan su palabra. "No importa a donde huyas, no importa en qué cuerpo...