(***)
Después de lo sucedido con Asmodeus no logré conciliar el sueño; di vueltas y vueltas sobre la cama, traté de poner mi mente en blanco y como a las 5:00 am ya había intentado cualquier montón de trilladas maneras para fundirme en un sueño profundo pero como dije, no funcionó.
Así que, con el cuerpo más cansado que núnca y la cabeza dando vueltas agarré valor para levantarme; por la lentitud del asunto terminé corriendo detrás del autobús y el chofer con muy mala cara se detuvo; algo así había iniciado mi día, no pudo ser peor.
Almenos eso creía.
Después de llegar al instituto el profesor de matemáticas canceló su clase y para que no perdiéramos clases el director dió la orden de adelantar el horario, así que bueno, ahí estaba yo, en clase de filosofía a las 7:30am y con un sueño del infierno.
No es que esa clase me molestara, de hecho me gustan mucho las clases del profesor Lucio, aunque con ese nombre tan pintoresco y cándido él es la viva representación de lo contrario; siempre con una cara seria, un traje negro ceñido a su redondo cuerpo y una barba prominente llena de canas.
Sus clases siempre habían sido interesante, no de una forma pretenciosa, sólo interesantes.-Ante todo, muy buenos días. -saludó rascándose la piel entre la barba.-Como saben, esta es apenas la segunda clase que logro darles desde que iniciaron las clases.-hizo una pausa.- En esta clase queremos pensar. No dejando una duda existencial que no les dejé dormir, si no más bien, aprenderemos a pensar y a tomar decisiones frente a las adversidades. Esta clase será muy corta. -finalizó con tono serio y diplomático.
La clase se quedó en silencio poniendo genuina atención hasta a el más mínimo gesto del profesor, este nos dedicó una mirada extraña, como buscando qué decir.
- Bien, entonces les tengo esta pregunta. -se aclaró la garganta.- Si ustedes tienen una situación difícil y les doy estas tres acciones, -volvió a hacer una pausa y levantó tres dedos de su mano derecha.- Sentir, actuar y pensar ¿en qué orden las ejecutan?
Todos empezamos a mirarnos entre nosotros mismos, buscando a alguien que tuviera ganas de responder; todos menos Medd que seguía haciendo rayones en su libreta despreocupadamente.
-En este caso, el orden sí altera el producto final de una gran manera, si no han tenido el valor de responder es por dos razones; la primera sería que saben que lo hacen en el orden equivocado y la segunda, tienen miedo de dar una respuesta y que sea incorrecta que prácticamente termina siendo lo mismo. Bueno, en este justo momento acaban de ejecutar el orden correcto. -finalizó con un atisbo de sonrisa.
-¿Cuál es el orden? -se atrevió a preguntar Megan, una chica de figura chonchita y mejillas sonrosadas que siempre se sienta en primera fila.
El profesor la mira complacido, seguramente esperaba que alguien le hiciera la pregunta para poner la cereza en el pastel.
-Cuando estamos en una situación, buena o mala, si queremos sálir bien librados y actuar de manera correcta debemos pensar, sentir y después actuar, en ese orden específico. -lo miramos expectantes, él suspiró y algo emocionado agregó:- Sí actuamos, sentimos y luego pensamos terminamos arrepintiendos y sintiendo que somos tontos e imprudentes; sí sentimos, actuamos y luego pensamos sucede lo mismo; he ahí el gran problema, la falta de inteligencia emocional. El sentimiento jamás debe anteponerse a la razón.
Las personas asintieron, dejando entrar el conocimiento en ellos mientras que yo empecé a cuestionarme si mis últimas decisiones habían seguido ese orden, llegué a una conclusión:
No, no lo había seguido.
Había actuado según lo que sentía, había ocultado a todos que aquellas pesadillas seguían. Ahora, en este punto llamarles pesadillas sería absurdo, tenía que empezar a llamarles como lo que son:
Apariciones.
Unas aparaciones bastante inusuales que nada tienen que ver conmigo. Sí, incluso si tengo 16 años y es común sentir algún tipo de deseo sexual en mí eso no es lo que existe, porque ni siquiera había sentido curiosidad por los besos, incluso, cuando Medd me besó me tomó por sorpresa.
Por gracia de Dios, Medd y yo seguíamos igual que siempre, como si aquello no hubiera pasado. No hubo miradas lascivas ni silencios incómodos, sólo Medd y yo, igual que siempre.
-Señorita Muller. -llamó mi atención.-¿Se encuentra bien? -la cara del profesor Lucio se arrugó en una mueca de preocupación.
Lo miré confundida, sin tener idea se su repentino acercamiento y preocupación pero él siguió mirandome a la espera de una respuesta.
-Sí... -susurré nerviosa.-¿Por qué?
-No me parece que se encuentre en buen estado, es mejor que vaya a la enfermería. -dijo con tono autoritario, su mirada viajó a Medd y ella lo miró asustada.-Acompañe a su compañera, no la deje sola. - se refirió a ella. Medd asintió y se acercó a mí.
-¿Estás bien? -su mirada inspeccionó mi rostro.-Estás demasiado roja, vamos. -su mano se enganchó en mi muñeca y tiró de mí suavemente para sálir del aula.
-Estoy perfecta, no entiendo su preocupación. -solté. Ella se giró sobre sus talones con una expresión de reproche.
-Eso díselo a tu cara que parece tostada por el sol. -bufó.-No puede ser normal, encima, tu mano está hirviendo, tienes calentura.
-Pues, me siento muy fresca. -respondí encogiendome de hombros, ella negó y reanudó la caminata.
Tras unos minutos dando vueltas una puerta de vidrio con letras verdes que formaron la palabra «ENFERMERIA» apareció ante nosotras. La puerta se abrió automáticamente para dejarnos pasar; dentro encontramos todo tan blanco y pulcro como un hospital. Hay unas cuantas camillas, algunos casilleros y dos dispensadores de agua con vasitos de papel al lado. La única persona en el lugar está sentada sobre una silla que parece cómoda, es una mujer jóven, quizá entrada en los 30, ella nos mira y nos sonrie.
-Bienvenidas ¿quién es la desafortunada paciente? - nos inspecciona a ambas buscando alguna lesión, cuando levanto la mano como niña de primaria ella dice:-Venga conmigo, usted quédese aquí. -le pide a Medd, quien hace caso y se sienta en una silla de metal.
La mujer camina frente a mí agraciadamente, es un poco más alta que yo y tiene la espalda ancha, ella se detiene frente a una camilla y me pide que tome asiento, lo siguiente que hace es examinarme; hace unos cuantos comentarios sobre lo elevada que es mi temperatura y al no encontrar nada más que eso lo último que hace es echarle una ojeada a superficial a mi aspecto. Sin embargo, pronto su cara se tuerce en una mueca de confusión.
-¿Qué es esto? -su cara refleja horror; cuidadosamente acerca su mano a un costado de mi cuello, esta ejerce presión en algún punto de mi piel provocando que de mis labios salga un quejido lastimoso. Un dolor punzante hace que tenga espasmos tan fuertes que me cuesta sostenerme, mi cuerpo empieza a fallar.
El aire empieza a faltarme.
Mi alrededor comienza a dar vueltas.
Y mis ojos se cierran.
Caigo en una profunda oscuridad.

ESTÁS LEYENDO
INUSUAL - [EN PROCESO]
FantasíaCuando dos almas juran algo, no importa cuántas vidas pasen. No importa cuanto deseen no haberlo hecho. No importa el caos que se desate alrededor. Seguirán cruzándose hasta que cumplan su palabra. "No importa a donde huyas, no importa en qué cuerpo...