LA SOMBRA

CAPÍTULO 8 APOYO CON CARIÑO.

Carla llegó a las cuatro y media de la tarde a la papelería de Candy, llevaba a Ana en la carreola, para su buena suerte, Maxwell estaba con Candy y fueron presentados, sin más caminaron hasta la casona, Maxwell se quedó anonadado de la limpieza de la estancia, cocina y patio trasero de la casona.

Se supone que el dueño llamado Alexander le pagaba por mantener la casa en buen estado, pero también sabía que el señor Alexander, viajaba dos veces por año a la casona, le llamaba para que alistara su llegada, Maxwell iba a la casona medio arreglar todo, sobre todo la entrada, al señor Alexander le agradaba la entrada de la casona, sobre todo la gran reja con figuras de rombos encontrados y círculos de cobre.

Maxwell apoyaba mucho al señor Alexander, sabía que estaba enfermo y casi no viajaba de Inglaterra a su casona, además acompañaba al señor Alexander al hospital cuando se ponía muy mal. 

Maxwell esperó a que Carla dejara a la niña en el gran sillón de la sala, Carla le dio un oso de peluche para que jugara, mientras Maxwell observaba a Carla, admiraba su belleza y su forma de hablar, la guió hasta el final del jardín que había arreglado Carla, Maxwell se dirigió detrás de una enredadera de bugambilias rojas que tuvo que quitar, donde se escondía una puerta de madera muy hermosa, el sacó de su pantalón un llavero con más de veinte llaves, por ende de la casona, en cuánto abrió la puerta, se dejaron ver los grandes interruptores de luz.

Sin pensarlo más, Maxwell subió cada uno de los switch y por ende prendieron las luces de la casona, después la llevó a una zona que ella tampoco había visto, ya que todo estaba lleno de enredaderas, en esta estaba un gran tanque de gas, donde el mismo Maxwell abrió una pequeña llave y a partir de ahí, tendría gas la casona. 

Carla ya no tendría que calentar agua para bañarse y podría meter seguido a su hija a la tina de baño, le enseñaría a hacer bucitos a su hija.

Maxwell le comentó a Carla sobre el dueño de la casona, la tranquilizó diciéndole que el señor Alexander tenía un gran corazón, que no pensara que la iba a correr, Max le aseguró que le pagaba por cuidar de su casa, a Max solo le quedaría ir a pagar los servicios como el agua y el predial, asimismo, tendría ahora que ver que tuviera gas el tanque, para que en inverno no pasaran frío, sobre todo que estén en buen estado los calefactores. Al ponerla al tanto de todo, Carla esperaría el momento de conocer al dueño, para decirle que le pagaría una renta por estar en su casa, a cambio, ella se haría cargo del aseo en su tiempo libre.

Para Carla no era trabajo difícil, ya que ella se encargaba de hacer más cosas en la hacienda de su padre, prácticamente a ella no le daba miedo tantas obligaciones, invitó a Maxwell a comer, antes de llegar a la papelería pasó a comprar hamburguesas y algunos frascos de papillas para su hija. Daba gracias a Dios que ya tenía luz, así surtiría su pequeña despensa, metería al refrigerador algunas carnes, pollo y pescado, cerca del hospital había un pequeño mercado.

 Maxwell le mostró como iluminar la gran fuente del patio trasero, también le mostró donde se encontraba el cuarto de servicio, había todo para lavar y planchar, había una lavadora muy sofisticada y una plancha de vapor, como las que usan en las grandes lavanderías de Seattle.

Más suerte no podía tener Carla y su hija, si el dueño la echara de ahí, ya podía alquilar un cuarto para ella y su hija con lo que ganaba en el hospital, Maxwell se fue empezando el anochecer, Carla se maravilló de los grandes faroles que había a la entrada de la casa, por ende, antes de utilizar la lavadora y la plancha, las limpió, sacudió todo a su alrededor, tenía luz, agua, gas y tiempo para hacer más cosas con iluminación, hizo un horario de actividades, sobre todo para el aseo de la casona, así tendría más tiempo para jugar con su hija.