Esperaba en la fila del banco el depósito del nuevo encargo que tenia casi listo. No completamente aún, porque aunque quisiera, los últimos detalles en una pintura llevaban casi la misma cantidad de tiempo que el trabajo pesado. Por suerte no tuve que imaginar demasiado, tuve la imagen exacta que el cliente deseaba. Me ponía nerviosa cuando no había especificación alguna. ¿Y si mi imaginación terminaba sin ser suficiente?
De camino había pasado por algunos lugares preguntando sobre vacantes, pero todas eran respuestas negativas. Estaba dispuesta a aceptar el que fuera, no voy a negarlo.
Pasaron dos horas para poder volver a casa, habían demasiadas personas dentro como para pensar que sería un trámite rápido. Empezaba a no sentir mis piernas.
La única tarea que no podía fallar hoy es lavar la ropa y dejar la refrigeradora perfectamente limpia para todas las compras de mañana. Ambas cosas son las peores torturas, podría con cualquier cosa menos esas. La mejor parte es poder tener la tarde completa libre para terminar mi trabajo.
Al ser casi las 2:15 corro hasta la ducha para tomar un rápido baño, el clima se mantenía en un calor poco usual y yo no podía parar de sudar. Una vez fuera, me encierro en mi habitación con los pinceles y pinturas. Dejo el cuadro cuidadosamente colocado en la base. Busco debajo la cama el fracaso con mis ahorros, pero estaba vacío.
No, no, no.
Esto no está pasando, es un sueño.
Una pesadilla.
Hoy ha sido una película de terror, esto no puede ser real.
Una oleada de furia se apodera de mí y camino directo hasta ella, sin ningún temor. No soy ninguna tonta para no saber lo que sucede.
—Tu amiga ha robado todos mis ahorros. —de golpe abro su puerta, ni siquiera me molesto en tocar. —¡Dime dónde está!
Sin alterarse me devuelve una mirada llena de fastidio y regresa a ver la paranlla de su computadora.
—¿Crees que ella necesitaría algo tuyo? Por favor, nena.
Sin pensar con claridad, la tomo del brazo y la arrastro hasta mi habitación. No pensaba callar, ni tampoco fingir que ella podía usar sus insultos una y otra vez. El corazón daba golpes severos contra mi pecho, que subía y bajaba con brusquedad. Tomé la alcancía vacía y la sostuve en lo alto. Lina parecía no inmutarse por mi desesperado estado. Es más, se encontraba examinando sus uñas.
—He guardado dinero por más de dos años aquí, he dormido bajo el mismo techo toda mi vida. Jamás algo ha desaparecido. Pero ahora, Lina, una extraña rondó en mi habitación por tres días. ¿Sabes qué significa eso?
—No debiste dejar dinero, empecemos por ahí. Usa ese pequeño cerebro, Esther. Que a veces pienso que tu mamá murió en vano. ¿Qué decirte?
Lo siguiente que se escuchó en la habitación fue el sonido de mi palma dando contra su mejilla. Después de eso, un vaso se quebró contra el piso. Volteé sólo para la mirada petrificada de Gaby observando la escena. Todo pasó en cámara lenta. Lágrimas silenciosas llenas de demasiadas emociones que no sabía describir, un nudo encerrado en algún lugar de mi cuerpo. La vida pareció paralizarse un segundo.
Vi a Lina tomar el primer frasco de pintura que encontró, luego lo vació sobre la pintura en la que había trabajado día y noche. No se detuvo hasta ver cada uno regado a lo largo del cuadro. Era imposible distinguir cualquier cosa que había sido dibujada.
Deseaba gritarle lo que llegaba a mi mente en ese instante, pero tía Gaby silenció cualquier intento.
—Por favor recoge tus cosas y vete.
—Lo siento —no, no lo sentía en absoluto. Tampoco me arrepentía. Aunque quizá existía otro método para dialogar, en este momento no me importaba.
—Sal de. aquí, Esther. Lo que acabas de hacer no tiene perdón.
Ambas se retiraron, dejándome sola en medio de un torbellino. Me detuve un momento a pensar algunas cosas. ¿Dónde iría? A esta hora la noche estaba por atraparme, no iría de nuevo donde Abby ni perdiendo la cabeza. La única salida aceptable fue depositar la mayor cantidad de ropa dentro de mí mochila junto con algunas otras cosas necesarias para sobrevivir y entretenerme anted de irme.
Dejé atrás lo que consideré estúpidamente mi hogar. Se sentía extraño, como ir entrando a un túnel oscuro. No conocía la salida, tampoco veía luz. Mucho menos tenía idea si sería demasiado largo o el trayecto duraría poco. Así me sentía Sin una idea clara del rumbo que tomaría mi vida a partir de aquí.
Era martes, y había algo en el ambiente demasiado nostálgico e irreal. Como tratando de avisarme que aún había algo aguardando por mí.
Y siendo sincera, en términos de plan, no tenía un plan.
Quizá había una solución temporal por una noche. Trataría de pensar que mi vida estaba resuelta durante esas horas. Reajusté mi GPS mental y me dirigí al pequeño motel del pueblo. Jamás había entrado, sólo admiraba por fuera su rótulo parpadeante por las noches. De camino compré palomitas de maíz, implorando con todas mis fuerzas que en la habitación existiera un televisor decente para sintonizar el canal diez y ver mi novela turca. Porque en medio del caos siempre hay tiempo para ver tele.
Por dentro es la clase de lugar misterioso.
—Hola, buenas noches. Necesito una habitación, me quedaré aquí hasta mañana al mediodía.
—Son ciento diez mil pesos. —dejo el dinero sobre el mostrador y espero por mi llave. —Habitación siete.
Asiento dándole las gracias.
Abro la puerta y para mi sorpresa, todo parecía bastante ordenado y pulcro. La cama de tamaño individual estaba cubierta por sabanas marrón, las cortinas naranja daban un contraste muy atinado. Tenía una pequeño baño con ducha de agua caliente, una pequeña mesita de noche y una fuente de aire acondicionado. Con esto último me entró la duda sobre si funcionaba o no. Tenía una pinta no muy confiable.
De un salto caí sobre la cama, tirando al suelo mi mochila. Observé atentamente la pantalla plana que colgaba en la pared. Para mi felicidad, encendió al toque y pude ver por el resto de la noche.
Saqué mi cuaderno de bocetos y busqué la fotografía que necesitaba para volver a empezar el encargo pendiente que debía entregar el jueves.
¡Demonios!
¿Dónde conseguiría todo?
Ni en mil años quería quedarle mal a Joaquín. Prefería perder hasta mi libertad antes que eso pasara. Más aún sabiendo que había recibido el pago adelantado sin haber entregado el resultado final y ya había gastado una parte.
Cielo santo, algún día Lina pagará por eso. ¿O tal vez fui yo la que pagó la deuda con la justicia demasiado pronto?
Antes de cerrar los ojos para terminar este día tan anormal, trazo un plan para nada lógico. No tenía ni pies ni cabeza, pero lo veo como una opción piloto. Ya nada puede tornarse peor en mi vida.
No creas que te estoy retando, universo.
—Quiero ser feliz quiero ser feliz, quiero ser feliz —susurré en medio de la oscuridad moviendo mis manos como si de un encantamiento de tratara.
Mañana todo podría salir demasiado mal o estrepitosamente bien, no existiría punto medio.
ESTÁS LEYENDO
Último Verano En Estocolmo (Juan Pablo Villamil)
FanficTodos tenemos un "ojalá" en nuestras vidas. Alguien que pudo ser, y se quedó en la puerta sin entrar. Una chispa que no encontró dónde hacerse llama, y se apagó. Alguien que cuelga de tus recuerdos. Pero sobre todo, alguien que no fue, ni será. (Bor...