—Creo que has perdido la cabeza, Juan Pablo.
—Por ti, desde luego —contraataca.
—No es eso, bobo.
—Son sólo cincuenta metros de caída libre.
—No lo haré.
—Nada malo puede pasar —eso es estar muy lejos de la realidad.
—Estamos en medio del agua. ¿Y si la montaña rusa falla y caemos directo al fondo?
—Ya entendí que viste Destino Final.
Finalmente —con el único propósito de probar que no le temo a las alturas— me encamino junto a él para formarnos en la fila.
Ante nosotros, los gritos desesperados de las personas. Un monstruo lleno de curvas cerradas y terror es por lo que ellos imploran. Apuesto a que la palidez de cada uno debe reflejarse en el arrepentimiento de su desición. Según algunos lugareños es la atracción más temida del parque, una de tantas.
Respiraba a través de un ambiente mágico. Los niños pasaban con algodones de azúcar más grandes que su propia cara, las luces empezaban a encenderse. Los visitentes disfrutaban su estadía aquí, sonreían mucho. Parece que han dejado sus preocupaciones fuera de la entrada y el único propósito hoy es disfrutar por un rato. Observé alrededor, las atracciones deslubraban llamativamente. Se sentía bien.
La nieve había cesado hace un par de días, permitiendo que el lugar se perciba mejor .
—Llegó la hora.
Subimos a los asientos de la primera fila, estaban en el aire. A cada lado de los carriles. Bajé el seguro y abroché mi cinturón. Si me muero, al menos sabré que fue culpa de Juan Pablo. Quien parece sigue siendo un niño pequeño, porque cuando planeamos nuestra "cita oficial" eligió este sitio antes que cualquier otro. No lo culpo, parece el lugar perfecto para pasar el rato.
Las cadenas mecánicas empezaron a sonar y la lentitud fúnebre del inicio indicaba que lo peor estaba por venir.
Tac, tac, tac.
El viaje inició de espaldas, suspendidos en el aire empezamos a subir y a subir. Y de repente todo fueron gritos desesperados y risas.
—¡Si querías deshacerte de mí, existían otras formas! —observé como pasamos por la parte frontal de la montaña, completamente de cabeza. Justo con la vista perfecta al agua nocturna.
—Cierra los ojos, se siente mejor así.
Demonios, esto es la experiencia más loca que alguna vez viví.
Solamente pasamos dos minutos ahí arriba, pero se sintieron como una inmensa eternidad.
Nos sentamos en una pequeña banca, alejada de todo el bullicio. En silencio, aquí estamos tomados de la mano. Soltando al resto del mundo para aferrarnos al otro. No sabía cómo decir esas dos palabras de vuelta, dentro de mi cabeza las ensayaba como un guión de película. Lo sentía, ¿entonces por qué dudar? Enamorarse es la fragilidad más poderosa del ser humano. La más común y a la vez, la más única. No sabes lo que es locura si jamás has visto a través de los ojos de esa persona un universo entero. Con Juan Pablo, se siente sencillo y liviano estar junto a él. Me doy cuenta que lo pequeño es lo más importante, incluso cuando a primera vista tenga una fortuna a sus espaldas.
Son esas conversaciones a las tres de la mañana, las risas y planes espontáneos. Descubrir que ama escribir poemas de diez palabras, y que, afortunadamente, soy la musa en muchos de ellos.
Encontraba paz en sus ojos verdes y en su sonrisa calma.
Supongo que no hubo un momento exacto, no sé si pasó hace cinco minutos o hace un mes. Es un momento inflexible. No sabes cuándo, ni cómo. Sólo sucede.
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Último Verano En Estocolmo (Juan Pablo Villamil)
FanfictionTodos tenemos un "ojalá" en nuestras vidas. Alguien que pudo ser, y se quedó en la puerta sin entrar. Una chispa que no encontró dónde hacerse llama, y se apagó. Alguien que cuelga de tus recuerdos. Pero sobre todo, alguien que no fue, ni será. (Bor...