Capítulo dos

563 35 2
                                    

-¡Diosito santo! Están metiéndose a la piscina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Diosito santo! Están metiéndose a la piscina.- Camille espía desde la ventana de mi habitación que da hacia el patio. Ruedo mis ojos, sentada en el colchón.- Vamos a darnos un chapuzón, dijiste que tenías calor.

-Tenía, ya estoy bien.

-Oh, vamos.

-Hoy me taladraste la cabeza con Ian, ¿Acaso perdiste el interés en él? Que rápido olvidas.

-Ian es un idiota con linda nariz. Además, no puedes juzgarme cuando tengo esta imágen frente a m...- Abre su boca, deleitada con la escena que está mirando.- Wow, Zack acaba de darme un perfecta vista de sus ravioles. Y sabes que no me refiero a la comida, hablo de la tortuga dura que tiene en su estómago. Me pregunto qué otra cosa tendrá du...

-¡Bien, suficiente!- Chillo antes de que siga. Ella suelta una carcajada.- Si tanto quieres ir, bajaremos. Prefiero que te babees allí abajo que tener que escuchar todo el día tus perversiones. Haces que tenga imágenes en mi cabeza que no quiero tener.

Me dedica una sonrisa suficiente y satisfecha, su plan de perturbarme para conseguir lo que quiere, ha funcionado a la perfección.

Caminamos por el pasillo, la puerta de la habitación de mi hermano está abierta, dejando ver sus maletas a un costado de la cama. La del cuarto de invitados se mantiene cerrada pero me imagino que Zack no ha desempacado nada de lo que trajo. O que dejó tiradas las prendas que se cambió por el traje de baño. El desorden es algo típico de él.

Después de conversar con mi madre y contarle sobre su estadía en la universidad, lo primero que ambos hicieron fue subir las maletas con prisa para bajar en bañador. Ni siquiera creo que hayan ido al baño, estaban más emocionados por meterse en el agua que por algo más.

Camille se me adelanta, bajamos las escaleras.

En el diván, mi madre con sus gafas puestas, lee un libro muy concentrada. Algo que he sacado de ella es la pasión por la lectura en silencio. Podríamos pasar horas y horas metidas en historias que nos apasionan. Eso a veces me preocupa ya que me sumerjo en un mundo ficticio del que no quiero regresar.

Mi amiga abre la puerta de vidrio corrediza que lleva al jardín e inmediatamente mi hermano nos regala una sonrisa desde el agua. Su cabello está aplastado y chorreante, haciendo que sus facciones se noten más pero que, a mi parecer, se vea gracioso.

-Se estaban tardando.

El rubio nos da la espalda desde el otro extremo del jardín, parece que está preparando algo en la mesa para exteriores de madera pero no logro ver más de eso. ¿Por qué tiene que tener tan buen trasero? Hace que mis ojos se desvíen hasta ese punto como si de un imán se tratara, ¡Y ni siquiera lo hago a voluntad!

-Ella no quería pero la convencí para que bajaramos.- Acota Camille.

-Me parece perfecto, el día está hermoso para un chapuzón.

Bésame, ódiameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora