Me envuelve con sus brazos y aprieta mi espalda para pegarme contra su cuerpo, desquitando unas ganas acumuladas que no pensé que tendría. No me quejo en lo absoluto, nuestras lenguas se encuentran y se mueven al compás, siendo las protagonistas de un beso subido de tono. Su forma de besar es intensa, descortés y pasional. No es como me imagino los besos ideales pero es definitivamente como imaginaba los suyos.
¡Demonios, sí que tienen razón cuando dicen que besa espectacular!
Una de sus palmas se vuelve atrevida; acaricia mi pierna descubierta y sube tortuosamente hasta ponerse debajo de mi trasero. Allí, aprieta un poco mi carne y me hace soltar un jadeo en respuesta.
¿Qué carajo estoy haciendo...? Entre mi ebriedad y el cosquilleo que crece en mi vientre, no puedo pensar con claridad. El diablo se ha apoderado de mí y está haciendo estragos en todo mi ser. En realidad, para ser más exactos... en un punto específico de mi anatomía deseosa.
Subo mis brazos y los dejo reposar en sus hombros, mis manos se posicionan en su cuello y ascienden hasta su nuca donde acarician su cabello y aprecio lo sedoso que se siente entre mis dedos. En cuanto tiro un poco de sus mechones castaños, todo su cuerpo se tensa y gruñe. Entonces, me toma de los hombros y me obliga a despegarme.
Murmuro algo en desaprobación.
En sus ojos encuentro descontrol, lujuria, deseo. Sus labios están rosados por nuestro beso y su mandíbula se aprieta. Por dios, ¡Quiero volver a besar a este bastardo!
-Mañana vas a darme un puñetazo en la nariz si seguimos con esto.- Su voz suena áspera y con tan solo escucharla, muerdo mi labio con fuerza. Su mirada se desvía a ese punto por un segundo pero se obliga a sí mismo a subir a mis ojos.
-Voy a darte un puñetazo ahora si no me sigues besando.- No sé de dónde sale eso, y él tampoco pues se asombra por mi contestación.
Me toma de las caderas y cuando pienso que va a volver a besarme, me da un empujoncito leve que me hace volver a sentar sobre el colchón. Mi cuerpo cede con facilidad ya que no tengo el suficiente control sobre este.
Lo veo alejarse hacia la puerta.
-¿Dónde vas?- Pregunto con mi entrecejo fruncido, me tambaleo hacia un costado y me sostengo con un brazo sobre la cama mientras espero su respuesta.
-A buscar las llaves del auto. Quédate aquí y no hagas otra estupidez.- Abre la puerta, la música ingresa y el sonido retumba en la habitación hasta que la cierra. Se larga, dejándome insatisfecha y con mis brazos cruzados, encaprichada por no poder obtener lo que quería.
Mi mente da vueltas, quiero algo que no tendría que querer y no soy consciente de la gravedad de lo que he hecho aún. Hago un mohín con mis labios y después de aceptar que se ha ido, dejo caer mi cuerpo hacia atrás.
Miro el techo y poco a poco mis ojos comienzan a cerrarse debido a que me siento pesada. Mis párpados se cierran involuntariamente. En cuanto menos lo espero, me quedo dormida.
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Bésame, ódiame
RomansZackarias Craig... un sueño andante. Dientes perfectos, sonrisa seductora, ojos de color dulce pero intenciones oscuras, cuerpo para infartarse. Me propuse no dejarlo complicar mi vida. Pero él está hecho a la medida exacta para arruinar mis planes...