Capítulo 10: Amor de estaciones.

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🌾 Shikamaru 🌾

La temporada de frío ya habia comenzado y en estos meses llegué a pensar que Naruto no podia encantarme más, pero esa idea se esfumó cuando lo ví llegar con un suéter de lana naranja tres tallas mas grandes de la debida, un gorrito de pompón a juego y su naricita levemente roja por culpa de la fría ventisca. Su boquita se escondía debajo de una suave bufanda color negro que su propia madre había tejido para él y sus manitos estaban resguardadas en unos lindos guantes color negro con pequeños duraznos bordados, a juego con su bufanda. Sin duda era bastante friolento.

Besé su mejilla como saludo, una costumbre hermosa que había adquirido hace tiempo, y me tomé la libertad de tomar su mano izquierda para recorrer así juntos los pasillos de la academia.

"¿Qué crees que podríamos hacer hoy?"

Sonreí admirando el pequeño papelito doblado que había sido pasado de contrabando por el banco, escondiéndose del profesor de economía.

"Quizás podrías conocer a mis padres."

Entregué el papel y miré atentamente la reacción del rubio. Sus ojitos se abrieron levemente y rápidamente buscaron los míos propios, como intentando descifrar si era una broma.

"¿De verdad?"

Asentí a la simple pregunta y con ese gesto las mejillas de Naruto se pusieron rápidamente rojas.

- Creo que es tiempo de que los conozcas. Después de todo, yo ya conozco a tu familia y le pedí a mamá si podía hacer un hueco en su agenda para poder compartir una merienda con nosotros hoy.- susurré, permitiéndole leer mis labios.

Los deditos de Naruto, nerviosos y con ansias, se toqueteaba entre ellos intentando distraerse. Con una sonrisa avergonzada asintió, tomando mi mano por debajo de la mesa, acariciando el dorso y jugueteando con mis uñas, que ahora estaban pintadas de negro y tenían brillito, a Naruto le gustaba pintarlas.

"Me encantaría, Shika."

Subí rápidamente nuestras manos entrelazadas y besé sus nudillos con cariño, un suave toque que dejaba plasmado cada sentimiento que recorría por mi ser al estar cerca de él.

Con el paso de los meses, ambos habíamos aceptado nuestros sentimientos. No lo habíamos hablado, simplemente dejábamos que el tiempo haga lo suyo. No sabíamos cómo debíamos actuar, ambos éramos inexpertos y vergonzosos, pero disfrutábamos de todo detalle que viniese del otro y nuestra poca experiencia solo hacia que las cosas fuesen más emocionantes.

Nos dejábamos llevar.

                            [...]

Observé divertido como Naruto iba casi corriendo a las puertas de entrada, totalmente apurado. Corrí un poco para poder alcanzarlo y frenarlo antes de cruzar la calle sin mirar. Entrelacé nuestros dedos y esperé paciente para poder cruzar al otro lado, con él moviendo sus piecitos casi con desespero.

Acaricié levemente el dorso de su mano para ganar su atención.

- No hace falta que estés tan nervioso, solo será una merienda. Aún faltan muchas horas, te ayudaré a arreglarte y luego iremos ¿Está bien?- él asintió, rojo de la vergüenza por culpa de su aniñado comportamiento.

Seguimos el camino hasta su casa con charlas por medio de las notitas y algunas veces en silencio. A veces solo nos gustaba mantener nuestras manos juntas y desviar la mirada por culpa de la vergüenza, sintiendo como nos cosquilleaba el estómago por la compañía ajena.

Al llegar a su casa y saludar a Kushina-san, el rubio prácticamente me arrastró a su habitación y comenzó a quitar la ropa de su placard, buscando que ponerse. Por las siguientes dos horas estuve observando distintas prendas que el rubio modelaba para mí y, aunque insistí en que en todas y cada una de ellas él se veía precioso, Naruto terminó eligiendo un pantalón negro de jean, un suéter de cuello de tortura color verde manzana con dibujos de paltas y sus confiables zapatillas negras. En su cuello se lucía el collar que hace meses compartíamos, dejando ver mi nombre a través de la cápsula.

   
                            [...]

Cuando el reloj dió las cinco de la tarde, ambos estábamos ingresando a mi hogar. Dí una caricia en la espalda del rubio para quitarle los nervios y lo oí suspirar levemente, alejando sus inquietudes y pintando su hermoso rostro con su sonrisa radiante.

- No te preocupes, todo estará bien. Te adorarán.- susurré cerca de su rostro, ahora rojo, antes de dejar un casto besito en sus labios.- ¡Mamá, ya llegamos!- grité desde la entrada mientras le tendía a Naru un par de pantuflas de entrecasa.

Unos pasitos suaves se escucharon rápidos desde la cocina y pocos segundos después mi madre hizo su aparición, aún luciendo su delantal.

- Naruto, es un placer conocerte. Soy Yoshino, la madre de Shika-kun ¿Cómo estás?- los ojitos azules de Naruto miraron maravillados las señas de mi madre. Ella sabía lenguaje de señas desde su adolescencia, gracias a su trabajo debía tener un amplio conocimiento de formas de comunicación.

- También es un placer para mí, Yoshino-san. Estoy muy bien, muchas gracias.- miré enternecido su conversación y pude saber que Naruto ya se sentía a gusto.- Su manejo del lenguaje de señas es impecable ¿Lo sabe hace mucho?- mi madre sonrió orgullosa y asintió.

- Hace años, aprendí gracias a las exigencias de mi trabajo. Luego me especialice por gusto propio, es muy interesante.- el rubio solo asintió con una sonrisa.- Por favor, pasen. La merienda estará dentro de poco.- asentimos y nos dirigimos a la sala de estar, dónde mi padre nos esperaba sentado en el sillón.

- Naruto, él es mi padre, Shikaku Nara. Trabaja en la empresa con mi madre.- Naruto tomó con nervios la mano que mi padre le ofrecía a modo de saludo y sonrió leve hacia el hombre.

- Es un gusto conocerte al fin, Naruto. Shikamaru no deja de hablar de tí ni un momento.- pateé a mi padre para que se callara y observé avergonzado como Naruto cubría su sonrisa con su mano. Ya podía sentir mis mejillas calentarse. Por suerte llegó mamá para salvarme.

- El té ya está listo.- y con eso, nuestra merienda comenzó.

La tarde pasó entre risas y conversaciones interesantes. Por primera vez, Naruto habló de su problema auditivo, que al parecer fue ocasionado por un golpe en la cabeza cuando era apenas un bebé.

Para mí desgracia, la velada terminó con Naruto y mi madre viendo mis fotos de cuando era bebé. Una vergüenza más que agregar a mi lista.

Sonreí feliz al ver lo bien que se llevaba el rubio con mi madre. Ambos charlaban animados en el sofá mientras yo y mi padre jugábamos Shōgi en la mesa.

Mi madre se tomaba el atrevimiento de acariciar sus cabellos rubios mientras le enseñaba las fotografías y le explicaba el contexto de las mismas. Sin embargo, Naruto jamás hizo el amago de apartarla. Por el contrario, se acercó a sus caricias como un gatito.

Y verlo tan bien junto a mi familia, de alguna manera, me volvía la persona más feliz del mundo.

𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕤𝕚𝕝𝕖𝕟𝕔𝕚𝕠𝕤𝕠•ShikaNaru•🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora