𝚃𝙸𝚉𝙾𝙽𝙰

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- ¡Ethan! - sollozó Stephan en el suelo cuando cayó entre la piedra y tuvieron que arrastrarlo en una de los rincones retorcidos de la cueva, mientras las tropas cromadas corrían hacia ellos, habían encontrado un pequeño e inusual escondite detrás de un alijo como cueva cubierto con una gran piedra, Ethan y Mara la hicieron a un lado entre su desespero, metiendo el hilo en la aguja con inseguridad, los tres pudieron esconderse y escuchar como el trote de los guardias se había mitigado. La sangre de Stephan chorreaba por las manos de Mara, quien imponía presión sobre la herida para detener el sangrado, sin embargo no tenía idea de que estaba haciendo, la bala seguía dentro. Ethan sabía que tenía que haber un truco para que por lo menos pudieran sacar la peculiar munición, todos lo esperaban. Stephan trataba de no hacer mucho ruido, y aunque su voz no los pudiera delatar ahí dentro, el crujir de la piedra sobre el suelo al retorcerse hacía eco en su perímetro, lo suficiente para que Mara hiciera consciencia de que en realidad habían logrado encontrar un tercer túnel, uno lleno de luces, arroyos de plasma y extraños hongos brillantes que crecían entre las grietas, había todo un ecosistema ahí dentro, un par de insectos hoja caminaban entre las lianas que colgaban del abismo, pues podían distinguir luz de Luna entrometerse hasta las profundidades, Mara se arrinconó en orden de la negrura, pues la media luna herviría su piel al contacto - ¡Haz algo! - tomaba fuertemente la tela de su ropa en busca de un alivio. Recogió su pantalón dejando ver en claro que sucedía en la tibia de su pierna.

- No... No puedo, no se como - se inquietaban con el pensamiento de que alguien pudiera divisarlos desde arriba, ¿Cómo era que nadie había encontrado las cuevas desde aquella gran fosa? seguro que estaba protegida por las murallas de la academia - Estás perdiendo mucha sangre - tras decir aquella obviedad comenzaba a sentirse mareado. Era una bala envenenada, de aquellas que se encargan de drenar cada gota de sangre en su presa desde el punto de presión. Como una sanguijuela.

- Debe haber una forma, lo que sea ¡Inténtalo! - combatió Mara ante la incertidumbre e inseguridad de Ethan frente la situación, se demoraba mucho y debían escapar de ahí lo antes posible, retirar la bala antes de que encontraran las gotas de vino que se rociaron sobre las gemas del suelo. Había algo que Ethan no quería probar pero debía hacerlo cuanto antes, sintió su garganta seca entre nervios y continuó utilizando su magia. Mara distinguió la posición que tornaban sus manos y enseguida se retiró, abriéndole paso.

- Tal vez hay algo que si pueda hacer - quería sufragar el perímetro de vista de la chica, tampoco se sentía cómodo de que el mismo Stephan lo observara - Tomará tiempo, quizá arda un poco, será efectivo - Aquellas palabras que inquietaron a Mara, tranquilizaron al soldado herido y a su vez apaciguaron sus ansias de escape, sabía que lo único que le quedaba era esperar.

- ¿Qué es lo que buscas tú, Ethan? - preguntó Mara asertiva cuando el joven brujo limpiaba la mayor cantidad de sangre posible con sus mangas, si dejaba que la bala consiguiera más combustible con su hechizo, triplicaría la rapidez de su función. Podía distinguir el grabado del lobo violeta - No pareces muy concentrado en el plan de Stephan - Mara lo pondría de mal humor otra vez, la empezaba a considerar algo testaruda. Pudo sentir como una mirada extraña se clavaba en el cristal del recipiente que contenía su sangre, anteriormente guardado sin preocupación en los bolsillos de Stephan, había algo en él que a Mara no le agradaba, Ethan resentía el porqué, aquella cosa era tan antigua que se remontaba a pasados oscuros - Te vas a meter en más problemas de los que piensas, no lo tomes a la ligera como ellos - ya se había rendido de tratar de aclarárselo a los otros chicos - Estos lugares no son dóciles, ya no más - mientras escuchaba el sentido de aquellas palabras, el hiakai expulsaba un humo oscuro y marino desde la punta de sus dedos que acorralaba las heridas de Stephan en un pequeño tornado de fuego penumbra, al hacer contacto con su piel, desde el punto de choque, raíces doradas recorrieron la bala hasta sacarla en los aires, era familiarmente desagradable para Ethan ver esos colores, que en cambio ya no significaban nada en su vida, siempre dejaban un rastro de inquietud condenada. Stephan miraba casi aterrado como las cosas se ponían algo turbias cuando su piel resucitaba, Mara nunca había visto que la simple sanación de un brujo se tornara así, estaba claro que por eso él no se sentía cómodo con mostrarlo.

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