1805
La mañana ambicionaba a la Luna, sin dejarla escapar aunque el Sol aparecía frente a frente, un rayo por cada colina que era capaz de traspasar. La hora azul había terminado y dejaba una veladura plateada sobre el cielo, la luz blanca de la Luna estaba momentos antes de esconderse y cederle su paso a las nubes que la acorralaban. Los faroles cargaban dos esferas a su lado, rellenas con cristales a su interior que sustituían el fuego y brillaban entre los caminos del páramo, mismo que antes se enrollaba de oscuridad y ahora parecía un bello parque, por supuesto, si es que permanecías cerca del palacio. El joven ordenó que las luces se apagaran cuando su umbral ya no era necesario, sin embargo, seguía la vieja ruta que se delimitaba por las mismas estructuras de las luces y los arbustos que acorralaban el angosto sendero de tierra hasta el abandonado granero.
Algunas palomas manchadas de blanco y negro volaron del techo del granero cuando las cadenas de las puertas fueron sacudidas desde abajo, abriéndolo y soltando polvo, levantando la tierra del suelo. Bill descubrió que estaba abierto cuando las cadenas estaban forzadas y destrozadas sobrehumanamente, acomodadas pobremente para simular estar aún en su lugar. Por momentos se planteó la idea de si es que alguna vez él hizo aquello y lo dejó así cuando era niño, con la esperanza de que su travesura fuera olvidada. Hacia años que no entraba a ese lugar, se trataba de una última visita para asegurarse de que todo estuviera listo para el baile y que nada saliera de ahí para atacar a algún brujo. Al entrar, se percató de una pequeña sorpresa que se asentaba en las vigas de la cima, se cruzaban para sostenerse mutuamente y abogar por la estructura elevada. En la madera que sostenía con sus tablones el techo, Wyatt estaba sentado, dejaba sus piernas colgar al vacío del suelo como si no le temiera a caer. De inmediato, Bill notó un aura peligrosa que divagaba en la melancolía de sus ojos, familiarmente dorados, como los de su prima perdida.
- Me mandaron a cerrar éste lugar y acabar con lo que viviera dentro - dijo Auden cuando supo que Wyatt, aunque le diera la espalda, ya había notado su presencia. Guardó un gran silencio, dejando ambos escuchar la paja revolverse con el viento - ¿Algo no está bien?
- ¿Sabes? - Wyatt saltó desde lo alto, cayendo perfectamente frente a Bill, quien no se movió ni un poco con la esperanza de que las cosas no se pusieran tensas, no tenía ganas de pelear, mucho menos si no entendía que pasaba. En seguida se preocupó - Sí, algo no está bien - Bill no entendía a que se debían las malas noticias, puesto que estaba obsesionado con la nueva fantasía de que todo estaba yendo de maravilla - ¿Qué te está pasando?
- Wyatt - dijo tratando de mantener una sonrisa, respondiendo con un temblor justo por debajo de su respiración, escondiéndose detrás de su voz - ¿Estás bien?
- ¡Dímelo tú! - Blake dio un paso hacia atrás cuando sintió que no pudo contenerse más. Wyatt siguió hablando frente suya como un torrente - Ya no nos cuentas nada. Yo estoy bien Auden - la luz del amanecer se cruzó a sus ojos, sin embargo fue rápidamente cegado por la silueta de Bill que hacia sombra al estar justo frente a él - ¿Pero tú?
- Estoy perfectamente bien, ya me recuperé, si eso es lo que te preocupa - respondió cortante, saliendo y tomando las puertas de regreso, invitando a Wyatt a salir de una vez, si bien, se negó a moverse - ¿Cuál es el problema? ¿Tu padre quiere que regreses de nuevo?
- No se trata de eso - respondió Wyatt, con la esperanza de que al fin lo confrontara - Se trata de ti. ¿Crees que no nos estamos dando cuenta? Pobre de Olivia - ciertas palabras habían hecho que Bill no pudiera ignorar más lo que estaba atrayéndolo hacia la tierra.
- ¡Entonces no actúes como si te afectara! - miró al suelo, sintiendo que su voz se había quebrado, revisando que ninguna lágrima se derramara de nuevo. Entró de nuevo al granero, pero cuando las memorias lo acogieron, recordó aquella vez que rompió las cadenas. Había regresado a casa después de haberse perdido en el bosque, corrió y corrió hasta que se perdió y encontró el granero como un oasis en el laberinto. Buscaba un lugar para esconderse esa misma noche, así que desesperado, había abierto las puertas a la fuerza. Era tarde cuando se percató de que el pequeño que lloraba al esconderse de sus sombras en la penumbra, había regresado. Wyatt apartó los brazos de Bill del camino y lo abrazó fuertemente.
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𝙴́𝚃𝙴𝚁
Viễn tưởngLas puertas grisáceas se abren y las sombras en las alfombras carmesí te atan a un destino que no conoces. Donde el tiempo tarda en ajustarse a lo conocido pero ordena todo lo qué pasa, dentro y fuera del paralelo. Un mundo en el que el pasado es la...