𝙸𝙽𝙲𝙰𝙻𝙸𝙿𝚂𝙸𝚂

72 4 0
                                    

1828

¿Qué es el tiempo abismal? ¿Cuál es la diferencia entre el primer nivel y el último? Un pasillo pequeño en el que tenía que gatear, que en contraste poco a poco se ensanchaba. La anciana solía decirle que entre más profundo sea el nivel, más grande se hacía el "túnel" aunque todos aquellos sabíamos que Incalipisis era mucho más que solo túneles y espacios oscuros que llevaban a un infinito lleno de diferentes lugares remotos, a cambio jamás desolados.

Aquella hacía su extraña magia, era extraordinario como a partir de la creencia de su herencia se lograra algo tan preciso, seguro que tiene algo que ver con magia caos. Una de las muchas cosas que hacía la mujer era convertir partes de cuerpos en comida, podían ser humanos u otras criaturas, para que ambos sobrevivieran, era difícil de lograr, por otro lado es necesario para el chico, el era otra criatura, eso era mas que seguro, sus instintos ayudaban en eso, era parte de él. La abuela, ella era una bruja, obviamente lo era, sin embargo escondía secretos más interesantes que convertir una mano o garra en siete galletas con glaseado y mermelada.

Ese día no iba a ser como otro. El chico continuaba su día en esa casa... era un lugar extraño, parecía querer ser hogareño, por otro lado, para cualquiera que no fuera como ellos es un lugar particular, una casa rara, como si nunca le terminara de pertenecer a nadie que pisara su suelo, desordenada y ordenada, al menos las paredes estaban pintadas. Era un lugar caído desde que mamá lo abandonó. La bruja hacía uno de sus muchos experimentos que él trataba de entender, logró leer algunos libros sobre criaturas y escenarios de Incalipsis, "La infratierra de los 31 sentidos", hasta que se aburrió. Por supuesto él no era mucho de leer hasta ese entonces, prefería lograr vivir en la misma habitación que la anciana por al menos diez minutos y poder descifrar como lo hacía, o tal vez poder hacerlo también. A la abuela le entusiasmaba, puesto que papá nunca mostró interés a su, por derecho, oficio. El joven aprendiz disfrutaba de entrometerse en aquellos libros para olvidar el espacio de incógnitas interminables sobre su pasado y sus perturbados ancestros, juzgados por fugitivos, se preparaba para continuar con el legado que alguna vez se creyó perdido, cruzaría a Incalipsis. 

- Es el momento - dijo la bruja mientras iba a la cocina a por un pequeño plato de porcelana, al escuchar esas palabras, el joven se temía su continuación - Irás a Incalipsis.

- No... - dijo su nieto alarmado para después calmarse y soltar un suspiro - Bien... supongo que siempre hay una primera vez, ¿Cuál será mi misión? - había estado preparándose desde hace meses para impartir su viaje, en todo caso, sinceramente jamás pensó que todo sería tan espontáneo, un simple día que parecía haber comenzado como cualquier otro; probablemente se imaginó que en algún otro lado el Sol daría la señal y los planetas se alinearían.

- Tendrás que ir al lugar de la profundidad izquierda, donde puedas oler y sentir esto - seguido de eso, puso su mano sobre sus ojos y le mostró el camino. De pronto, la información estaba en él.

La mujer creó en cuestión de segundos una esfera de cristal, pequeña y prácticamente igual a una canica grande. La puso sobre el platillo de porcelana y este se transformó en cristal al igual que aquella. En ese instante, un céfiro moderado salió de la esfera y un color azul rodeó la habitación.

- ¿Será esto suficiente para ver ahí adentro? - preguntó el joven mientras hacía sus dedos deslizarse sobre la mesa del comedor de forma inquieta.

- ¡Es suficiente! - dijo la bruja orgullosa, mientras sus anillos y joyería tintineaban cada que se movía - Cuando llegues, buscaras el espejo y dirás frente a él: ¿Qué es el tiempo abismal? ¿Cuál es la diferencia entre el primer piso de Incalipsis y el último? - exclamó para después entregarle sobre sus pálidas manos la curiosa linterna.

𝙴́𝚃𝙴𝚁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora