Capítulo Cuarenta y Dos

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*capítulo largo*

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"En ocasiones las palabras son tan difíciles de pronunciar, que hasta parece que te olvidaste de como hacerlo"

Niall estaba recostado en el cordón de un desnivel que tenía en su patio, obviamente con la guitarra en mano, prentendía esperar con ansias a saber lo que tenía para contarle el rizado. La realidad era que simplemente se limitaba a jugar con algunos acordes, había una melodía que le había estado dando vueltas constantemente en la cabeza desde hacía ya varios días y todavía no había conseguido sacarla a la perfección. Estaba algo estresado por eso, él y su guitarra solían ser como un par de enamorados, siempre juntos y entendiéndose a la perfección, pero parecía que aquella vez comenzaban a haber discusiones.

Era gracioso pensar que el mayor problema que podía llegar a tener el muchacho era una inexistente pelea con un instrumento.

-Niall, ¿puedes soltar esa cosa de una vez? Me está poniendo aún más nervioso- pidió Harry con tono molesto.

Estaba por nada más ni nada menos que por confesarle su, por lo que parecía, bisexualidad. Porque Harry se había quedado pensando, llegando a la conclusión de que sí le seguían gustando las mujeres, aunque no Camille. Ella nunca le había gustado, ni siquiera antes de conocer a Louis; obviamente eso no significaba que no le pareciera atractiva. Siempre lo había hecho, pero no había llegado a tocar su corazón como el castaño sí. 

Seguía volteándose de vez en cuando cuando alguna chica le llamaba la atención y también presentía que podría llegar a disfrutar un beso con alguna, aunque nunca tanto como con Louis. Así que más especificamente, le confesaría su inmenso flechazo por cierto chico con ojos azules. Y como no había ningún nombre para aquellos que les gustaban las mujeres y Louis, no le quedaba otra opción que adentrarse y identificarse en el cubículo de la bisexualidad.

No era nada ligero como para que el rubio estuviera tarareando mientras el otro se obligaba a predisponerse a hablar. Aunque obviamente no podía culparlo, él no tenía idea.

-Por favor, necesito que me prestes atención- agregó Harry, de una manera un poco más amable.

Niall clavó sus ojos en los del rizado por unos instantes, que a pesar de ser azules no se parecían en nada a los de Louis. Eran menos intensos y hasta más claros, aunque había que admitir que eso no le quitaba lo bonito.

Luego de revolearlos sin detenerse a disimular, dejó la guitarra a un lado y levantó las manos en señal de inocencia.

-Está bien- dijo-. Te escucho. Larga lo que sea que quieras decirme.

El ojiverde suspiró, había llegado el momento.

Niall siempre lo había apoyado, él había sido la razón por la que aquellos bravucones que lo molestaban en la escuela habían dejado de hacerlo, o al menos en menor medida. Siempre había sido su soporte, o incluso su protección. Su potente risa era la única razón por la que las mañanas de secundaria no solían ser tan feas y por eso él estaría siempre agradecido. Pero ahora que lo notaba, nunca habían llegado a tener una relación que se pudiera calificar como "profunda", aunque ni siquiera era esa la palabra. Más bien como sincera, real, íntima o algo parecido. Todas sus conversaciones eran insignificantes y Harry tenía la impresión de que ni siquiera conocía al verdadero Niall. O al revés, pues el otro se había abierto con él varias veces, pero el rizado nunca le había contado algo que fuera verdaderamente importante.

Nunca se había mostrado tal y como era, ni siquiera con el que se suponía que era su mejor amigo, hasta que llego Louis.

Era el momento de cambiar eso. Debía aprender a abrirse, a confiar en las personas.

Catorce Días (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora