Capítulo Veintiséis

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"En la época victoriana, el lenguaje de flores era un método de comunicación muy común. Se utilizaban para enviar mensajes o sentimientos  codificados que de otro modo, no se podían si quiera poner presentar a debate. La floriografía ayudaba a mantener ciertas aspectos ocultas y en secreto, para de esta manera evitar problemas. Uno se aseguraba de que el receptor conociera el significado y que de esa forma, fuera solo él el que estuviera al tanto del mensaje, mientras que para los demás se trataba simplemente de una flor. A pesar de que su significado variaba un poco según la ubicación y cultura, la memoria colectiva de la sociedad ha logrado mantener la idea general en la mayoría de los casos, siendo el ejemplo más claro, el de la rosa (pasión y amor profundo)

En la actualidad, las palabras lograron evolucionar mucho, dejando como recurso casi inexistente a este lenguaje. Es verdad que el hecho de regalar flores sigue siendo asociado a lo romántico, pero en muy pocos casos la flora otorgada es escogida en primer lugar por su significado. El hombre ha aprendido a olvidar el profundismo que implicaba en siglos anteriores, enfocándose simplemente en si la flor es bonita o no. De esta forma se pueden terminar regalando claveles amarillos al amor de la vida de alguien, aunque su real significado está ligado al desprecio"

-Harry, mi amor, estas cortando el paso- le dijo Anne con dulzura.

El rizado estaba sentado con el celular sin prestar atención a nada a su alrededor. Su familia iba y venía, se acercaba la navidad y habían decidido que la festejarían en su casa. En consecuencia, todos estaban en mitad de los preparativos, mientras que Harry se encontraba cómodamente tirado interrumpiendo el tránsito, leyendo acerca del lenguaje de flores.

-¿Podría dejar eso y ayudar por una vez en tu vida?- le gritó Gemma desde la escalera, colocaba muérdago en el pasamanos.

-Lo estoy haciendo- contestó él, intentando que su tono de voz no suba demasiado.

-Sí claro, puedo notarlo- dijo ella-. ¡Cómo siempre!

-Chicos, no peleen por favor- habló Anne.

La mujer traía cajas del piso de arriba con vajilla, tenían que contar si alcanzaba para todos. También debían buscar manteles, luces, comprar la comida y decidir si la pasarían adentro o en el patio.

-Mamá, ¿puedes decirle algo por una vez?- pidió con enfado Gemma, la diferencia de trato era evidente-. ¡Está con el celular desde hoy y tu casi te caes como tres veces por su culpa!

-Es verdad, Hazz- tuvo que admitir la mujer- ¿Sucede algo importante allí adentro?- dijo refiriéndose al aparato. Harry cerró la pestaña apresuradamente-. Necesitamos un poco de ayuda.

El ojiverde suspiró, pero rápidamente obedeció a su madre, no sin antes mirar con desprecio a Gemma. La chica lo maldeció en voz baja y si no fuera porque Harry estaba realmente agotado, le hubiese seguido la pelea. En silencio, comenzó a quitar platos y cubiertos de una de las cajas que había traido su madre y a limpiarlos con un trapo. Anne le sonrió y volvió a lo suyo, al igual que su hermana.

No detestaba la navidad, pero tampoco era de sus épocas favoritas. Siempre en la fecha le recordaba a dónde su nueva era había comenzado, a ese veinticuatro de diciembre en dónde todo había cambiado. Las lluvia de memorias provocaba que se sintiera culpable toda la noche y que sus primos pequeños lo empiecen a llamar el "grinch", obviamente el apodo había sido instituido por Marco.

Sospechaba que ese año no sería diferente, y lo peor de todo era que nochebuena caía domingo. Eso significaba que no habría reunión del mediodía ya que se juntarían a la noche. No le hubiese molestado mucho si no fuera porque la reunión no solo significaba ir a comer: era sinónimo de poder ver a Louis. Y esta vez no podría.

Catorce Días (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora