Capítulo Uno

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Le dolía la cabeza.

Estaba acostumbrado al dolor, pero le seguía molestando. ¿Por qué emborracharse tenía que tener ese precio?

A Harry le dolía la cabeza. En realidad, sentía que le estaba por explotar. No era una muy linda sensación, la verdad. Él la odiaba. Sin embargo allí estaba, tomando. Otra vez.

La realidad era que a Harry ni siquiera le gustaba el alcohol. Y eso que había probado de todo tipo. Además era muy debil, caía bajo sus efectos con muy poco. Una parte de el le decía que debía controlarse y soltar la botella, pero siempre ganaba la otra que lo impulsaba a llevarsela a la boca.

Se sentía un idiota.

"Eres un idiota" pensó.

Por supuesto que lo era. Estaba en un bar, era tarde, no tenía una pizca de orientación, y seguía bebiendo, a pesar de que cada sorbo le quemaba la garganta. Por dios, si que era un idiota. Un idiota ebrio.

Pasaba mas tiempo bajo los efectos del alcohol de lo que le gustaría. Se avergonzaba de su dependencia. Porque sí, a pesar de que Harry odiaba admitirlo se podía decir que necesitaba el alcohol. Se había vuelto algo indispensable en su vida.

Le gustaba hecharle la culpa de eso a Niall, su mejor amigo. El tipo irlandés era todo un fiestero y arrastraba a Harry a cada reunión que podía. Sus "reuniones" significaba fiestas, y "fiestas" significaba alcohol y descontrol. Mucho.

En la etapa adolescente de Harry, entre los dieciseis y diecisiete, todo era diferente. Harry era otra persona. Era educado, correcto y estaba siempre en sus cabales. Lo que más vale la pena destacar de esa época, y en resumen, era que el chico se diferenciaba bastante a los demás.

La mayoría de las veces buscaba excusas para no salir. A ver, no era que no le dejaran o algo, a él simplemente no le atraían esos salones cargados de luces, humo y musica a todo volumen. Realmente se preguntaba como era que Niall y sus amigos no estaban sordos. Odiaba la sensación de sertir cada nota musical rebotando por todo su cuerpo y dejándolo como atontado. Odiaba tener que saltar al compás de esas horribles canciones, porque eso no era música. Odiaba tener que fingir sabérselas y que los otros lo miraran mal al notar que él solo estaba moviendo la boca, disimulando. Odiaba tener que finjir emborracharse. Era obvio que la mitad solo fingía, ¿se suponía que eso era "cool"? Simplemente no lo entendía.

"Eres un aguafiestas" le decía Niall.

Que él se lo diga no le molestaba. En lo absoluto. Niall era su mejor amigo, y a pesar de ser diferentes, lo entendía y apoyaba, siempre. Porque, Harry sabía que el chico era un poco idiota, pero de cualquier manera no lo decepcionaba.

El problema empezó cuando el resto comenzó a decírselo.

Eso ya no era divertido. No.

Había un grupito en especial. Un detestable grupito que lo atormentaba y seguía a cada lugar que el pobre chico pisaba.

Lo peor de todo era que al principio nadie los conocía. No señor, ganaron popularidad gracias a Harry. Y eso lo volvía loco.

Por alguna razón sentía culpa. ¿culpa de qué? Ni idea. También sentía odio. Mucho odio. Pero no hacía nada al respecto. Simplente se quedaba allí, intentando cerrar sus oídos a los insultos y las risas. Era una tarea bastante dificil, hubo una vez que olvidó todo tipo de actuación y se tapó los oídos. Lieteralmente. Sus manos apoyadas sobre sus orejas con todas sus fuerzas.

Y eso solo lo empeoró todo.

Ahora ya no era el chico anti-fiestas, ni tampoco solo el "nerd" (la verdad Harry no tenía nada de nerd, no era chupamedias con los profesores ni tampoco se moría si no sacaba un diez en el examen. Simplemente era buen alumno y le gustaba Literatura. Había otros doscientos chicos a los que les gustaba esa materia, y que también eran buenos alumnos, pero por alguna razón la gente había decidido que solo a Harry lo convertía en nerd tener esas características) sino que ahora también era un cobarde con actitudes de nenito.

Catorce Días (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora