a continuación mi capítulo favorito:
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Harry miraba con ojos brillosos como el pequeño ojiazul traía todos los ingredientes exaltado a la mesa. Iba de aquí para allá, parecía estar algo nervioso, o de lo contrario muy emocionado, pues no paraba de moverse. Con pasos muy cortos y rápidos se desplazaba desde la lacena del local hasta la mesada, con las manos cargadas y los cachetes rojos. Harry asoció el tono rojizo de sus mejillas al calor, pues hacía mucho allá atrás, el horno habia estado prendido toda la tarde. Aunque no sabía que el causante era en realidad él.
En esos momentos Louis de verdad agradecía que el ojiverde no pudiera leer mentes, porque en caso de que lo hiciera se hubiera encontrado con infinidades de ridículos pensamientos, muchos de los cuales involucraban el hecho de lo lindo y tierno que se veía con el delantal. Su consciente le impedía mirarlo directamente a los ojos, temiendo que un fugaz encuentro entre ellos delatara sus pensamientos.
Luego de unos cinco minutos, durante los cuales por algún extraño y completamente inimaginable motivo el rizado no pudo evitar sonreír como un tonto mientras lo veía correr de un lado al otro cargado de cosas, por fin estaban listos para ponerse manos a la obra. Louis despejó por completo la mesa (exceptuando obviamente los ingredientes que utilizarían) y se quedó parado en silencio, esperando a que Harry le comience a dar indicaciones. Cuando el rizado se dio cuenta de esto, emitió una pequeña sonrisa.
-Muy bien, creo que ya podemos comenzar- dijo, más en tono de pregunta que de afirmación.
Louis asintió eufóricamente con la cabeza y colocó las manos delicadamente sobre la mesada, Harry siguió su recorrido, sorprendiéndose al notar que encontraba atractivas unas manos que no tenían nada de especial, bueno excepto que eran de Louis. Quién tampoco tenía nada de especial.
-¿Te sabes la receta?- le dijo el ojiazul al notar como su compañero se había quedado tildado.
-¿Qué...? Ah, ¡por supuesto que sí!- contestó algo avergonzado-. Yo era un increíble panadero.
Louis soltó una carcajada, una ruidosa y melodiosa carcajada.
-¿Trabajabas aquí entonces?
El rizado asintió.
-Si, por varios meses. Y como dije era fantástico, un verdadero chef.
-Imagino que sí- corroboró Louis sonriendo.
-Por supuesto que si- lo corrigió Harry. Luego de unos momentos se percató de que no era muy coherente simplemente quedarse observando el llamativo rostro de su compañero, asi que comenzó a dar explicaciones:- . Mira, tenemos que comenzar poniendo la levadura en un bowl...- no le dio tiempo ni de terminar de hablar que ya Louis tenía un bowl verde en las manos y lo miraba expectante- Oh... okay. Tenemos que poner la levadura aquí y desmenuzarla con mas o menos media taza de agua. Ah, pero tiene que estar tibia. Eso es muy importante.
-Perfecto, entiendo.
El ojiazul agarró el cubito de levadura fresca y se dispuso a cortarlo. Mientras tanto, y contra su voluntad porque tenía que apartarse de Louis, Harry fue a calentar un poco de agua. Quedaba exactamente detrás.
Esperando a que tome temperatura, no pudo evitar echarle unas ojeadas al chico. Tenia... un cuerpo bastante interesante. Hasta se podría decir que bonito. Aunque el de Camille era mejor, definitivamente mucho mejor. Pero el de Louis no estaba mal. ¿Por qué estaba comparando el cuerpo de su chica con el del muchacho de las reuniones familiares?
Louis se dio vuelta repentinamente, atrapando a Harry mirándolo. Este se paso la mano por el pelo de forma abrupta y desvió la mirada rápido, intentando disimular. Inmediatamente se convirtió en el segundo en agradecer que el otro no supiera leer mentes con una diferencia de menos de diez minutos. Aunque obviamente eso no lo sabía, pues seguía sin poder meterse en el cerebro de las personas.
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Catorce Días (Larry Stylinson)
Roman d'amour[COMPLETO] Harry odia las reuniones familiares. Pretender que es divertido escuchar como su madre habla de sus novias o como sus abuelos discuten sobre política lo agobia. Pero un día apareció un plato más. Un chico nuevo en la mesa. De repente las...