Almorzaron de forma tranquila, sin alboroto a causa de los niños. Harry agradecía que la familia de Marco no se encontrara allí pero a su vez tenía miedo de que al estar solos, terminara teniendo que hablar con Louis directamente.
Mientras comía le dirigía rápidas miradas. En esos momentos lamentaba su falta de autocontrol que hasta ese entoces no se había percatado de no poseer. Su idea original había sido evitarlo todo el día, pero rápidamente se dio cuenta de que no iba a funcionar. Tener a ese lindo muchacho de ojos azules como el cielo en frente y no mirarlo era un desperdicio. Cualquiera se pasaría el tiempo entero pendiente de él, o eso era lo que Harry se decía.
Louis por su parte también le prestaba suma atención a los movimientos del rizado. Veía como estaba algo nervioso, pues se acomodaba el cabello a cada rato y movía las manos sin parar, entrelazándolas entre si. aparentaban tener un poco de sudor.
En algunas ocasiones e inconscientemente, el ojiazul emitía movimientos en espejo. Estaba tan pendiente de él que sin darse cuenta lo terminaba imitando. Pequeñas acciones que el otro hacía terminaban reproduciendose también en el cuerpo de Louis, se sentía ridículo y avergonzado.
Tras finalizar el postre, el muchacho se ofreció para ayudar a levantar y lavar los platos. Para su sorpresa, Harry también lo hizo. No lo conocía mucho, pero aparentaba no ser de los que están pendientes en colaborar con actividades relacionadas con la casa y familia, sino más bien de los que se preocupan solo por ellos mismos y viven su vida sin muchas alteraciones.
-Levantaré los platos.
Durante ese fugaz segundo en el que el ojiverde habló, ambos cruzaron miradas.
Inmediatamente Harry quiso morir.
No lo había dicho mirando a su abuela o a su madre. Ni siquiera a Gemma. De alguna manera le había hablado directamente a Louis, eso era muy patético.
-Qué bien- dijo.
"Oh no".
Louis le había contestado lo que daba a entender que el muchacho creyó que se lo decía él. Obviamente no. Simplemente había levantado la vista y por aquellas casualidades el ojiazul justo se encontraba delante. Por supuesto.
-Louis, como puedes notar Harry siempre está para nosotros. Listo para ayudar y pendiente si necesitamos algo- le dijo su abuela, sacándolo de sus pensamientos.
Louis miró a Harry, luego a Anne y por último le dedico una sonrisa forzada a la mujer.
-¡Por dios! Solo ha dicho que levantaría unos benditos platos, cosa que por si no te diste cuenta hago todos los días- intervino Gemma-. Lo siento si te estabas creyendo esa imagen de chico perfecto que te quieren vender de mi hermano, Louis. Él no es para nada como parece.
El ojiazul negó con la cabeza lentamente, con una mueca que evidenciaba una pequeña sonrisa en su rostro.
-No importa. No busco perfección ni tampoco soy quién para juzgar.
-"Lo perfecto es enemigo de lo bueno"- dijo Harry e inmediatamente levantó la vista decidido-. ¿Acaso no te lo contaron, Gem?
El tono sarcástico que había empleado el muchacho hizo que Louis aguantara las ganas de reir. Le había hecho feliz ver como Harry hablaba sin dubitar y por alguna razón sintió su corazón hincharse.
-Tienes razón, Harry- acordó Louis mirando al ojiverde. Sin embargo, este no lo miraba a él sino a Gemma. Se estaba acercando a ella con una sonrisa de suficiencia.
El rizado tomo a su hermana de los hombros y cambió su expresión a una de ternura, aunque no sería la palabra adecuada. Adoptó una manera de hablar y dirigirse como si su hermana se tratara de un enfermo.
ESTÁS LEYENDO
Catorce Días (Larry Stylinson)
Romance[COMPLETO] Harry odia las reuniones familiares. Pretender que es divertido escuchar como su madre habla de sus novias o como sus abuelos discuten sobre política lo agobia. Pero un día apareció un plato más. Un chico nuevo en la mesa. De repente las...