V E I N T I T R E S

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- Ahora puedo afirmar que soy aún más adicto a ti - susurró Edward mientras me acercaba más hacia su cuerpo. Nos habíamos pasado la tarde haciendo el amor, enredados entre las sábanas de nuestra habitación. E inclusive cuando paramos para ducharnos nos volvimos a unir en uno solo. En una única alma y cuerpo.

- No se como seremos capaces de parar - reí - Sé que tenemos responsabilidades; pero no quiero que salgamos de la cama para afrontar la dura realidad. Quiero quedarme aquí contigo mientras me cantas y me vuelves a hacer el amor una y otra vez...

- Suena tentador - ronroneo en mi odio - Ahora mismo esta situación me recuerda tanto a Rosalie y Emmett. Pasaron años hasta que pude acercarme a ellos.

- Tengo la sensación de que podríamos ser peores - respondí a pocos centímetros de su boca

- Mucho peores - sus labios volvieron a estrellarse de forma brusca contra los míos, pero por más que quisiera seguirle el juego sabía que nos enfrentamos a una situación un tanto complicada y debíamos prepararnos. Además, pronto llegaría el clan Denali y quería causar una buena impresión. Eran mi nueva familia y no quiero recibirlos oliendo a sexo.

- Tenemos que prepararnos...

- No quiero - gruñó Edward cogiéndome con fuerza por la cintura mientras apoyaba la cabeza en mi barriga.

- Venga, no querrás que cause una mala impresión a tus primas de Alaska.

- Tú jamás podrías causar una mala impresión, pequeña. - su sonrisa ladeada me fascinaba y a la vez me volvía loca replanteándome realmente si era necesario mi presencia allí abajo cuando llegase el clan Denali. Edward sonrió aún más haciéndome entender que lo había hecho a propósito, para así tenérme más rato para él solo; tampoco podía culparle. ¿Quién podría resistirse a Edward Cullen?

- Yo tampoco puedo resistirme a tus encantos y menos a esa mente pervertida y retorcida que usted tiene señorita - dijo mientras se levantaba de la cama deleitándome con su desnudez y su escultural y redondo trasero - ¡He escuchado eso! - reí y tape mi rostro con los cojines que se amontonaban por toda la cama de forma desordenada. Escuché cómo la ducha se encendía, antes de que me moviera Edward estaba apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados - y si aún desnudo- que no pude resistirme a su siguiente invitación: - ¿me acompañas? - preguntó este. No hizo falta respuesta, rápidamente me deshice de todas las mantas que cubrían mi cuerpo y corrí hacia él. Uno rapidito no haría daño a nadie.

***

Al bajar las escaleras lo primero que me topé fue con el rostro burlón de Emmett; y antes de que fuera capaz de decir alguna estupidez alce la mano y le dirigí una de mis peores miradas. Este alzó las manos pero aun así su risa burlesca se escuchó por toda la casa. Poco rato después de que Edward y yo hiciéramos presencia en la sala, dos coches negros se detubieron en la entrada de la casa y como buen anfitrión que era Carlisle fue a recibirlos en la entrada acompañado de Esme. Cuando era humana siempre pensaba que si algún día debía darle el sí quiero a una persona querría que fuera todo lo que representa Carlisle y resulta que el destino me lo ha colocado en mi camino durante siglos. Quizás el destino podría haberse ahorrado todos los asesinatos y las locuras, pero en un futuro donde Edward y yo fuéramos felices y sin ser perseguidos por vampiros sanguinarios sonaba maravilloso. Enseguida capté la mirada de Ed, quien tenía una sonrisa enorme plasmada en el rostro, no pude evitar sonreír de la misma forma pero al final acabe rodando los ojos. Siempre en mi mente Cullen.

- No sabes lo divertido que es rondar por esa cabecita tuya - dijo posándose a mi lado. Dejé de reírme al captar el movimiento de varios vampiros. Enseguida me tensé. Saber que cinco vampiros más estarían en la casa, a parte, de todos los que ya estaban me ponía de los nervios. No solo era por el hecho de que eran vampiros, si no, que debía causar una buena impresión; al final eran familia y no quería parecer una idiota. Aunque ahora mismo ese es el menor de mis problemas. - No te preocupes. Te amaran. - me susurró Edward al oído.

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