Blood

C I N C O

Nos encontrábamos en un motel de mala muerte en el estado de Oregon a 3.726 km de Seattle. Después de haber convertido a aquella chica nos habíamos marchado sin mirar atrás y aquello me estaba mortificando en vida. Jamás Thomas había convertido a nadie, a parte de nosotros, obviamente. Sé que las circunstancias son distintas y por eso Thomas decidió marcharse sin esperar a que terminase su transformación, pero jamás se me ocurriría dejar a nadie pasando por aquel infierno solo. Hubiera preferido quedarme allí y dejar que la neófita me hiciera pedazos. Sería un buen fin para mi asquerosa existencia.

- Es aburrido ver sus rostros por todas partes - se quejó Wyatt cambiando de canal - ¿¡Dios es que no hay un solo canal que no hable de esas cuatro tías!?

- ¿Es que te puede el remordimiento Wyatt? - dije desde mi cama sin despegar la mirada del techo marrón que empezaba a acumular unas extrañas manchas oscuras.

- No, para nada Cedric - se mofo - En cambio a ti...

- Si - respondí tajante - Al que más, quizás al único. Vosotros no tenéis remordimientos, ni sentimientos, ni nada...

- ¡Callate! - espeto este lanzándome un cojín el cual detuve sin problemas - Eres un nenaza...siempre lo fuiste...Tienes suerte de que Thomas no esté aquí para escuchar las tonterías que sueltas hermano.

- Si tanto deseas que Thomas lo sepa ve y cuéntaselo Wyatt - dije colocando los brazos detrás de mi cabeza - Ya me da igual.

Nuestra relación nunca antes había sido así. Nos llevábamos bien. Eramos inseparables, como uña y mugre acostumbraba decir nuestra madre. Yo solía defender a Wyatt de Thomas cuando éramos humanos si este se metía con él. Wyatt es el menor de los tres, un chico muy ingenuo y soñador. Siempre busco la atención y sobre todo la aprobación de Thomas. De humanos jamás consiguió sacarle una sonrisa a mi hermano mayor, ni una minúscula sonrisa. Pero ahora siendo vampiros a Wyatt le encanta comportarse de esta forma tan sádica, por qué así, recibe toda la atención de Thomas. La que nunca obtuvo de él. Sabía a la perfección que se arrepentía de lo sucedido. Y que todo aquello era una mera fachada. Ambos habíamos sufrido el dolor y la desorientación después de haber sido convertidos. La pérdida de nuestros familiares...De todas las incertidumbres que se crean en tu mente al pasar a ser un monstruo sin alma...Sabíamos lo que era aquel sufrimiento y dejamos atrás a una pobre muchacha en la misma situación, si cabe, en una peor.

- ¿Os habéis enterado? - preguntó Thomas al entrar en la habitación. Ni siquiera moví un solo músculo, no me interesaba nada de lo que este tenía que decirnos.

- ¿Enterarnos de qué? - preguntó Wyatt sentándose en la cama haciendo que esta rechinase por culpa de los oxidados y maltrechos resortes.

- Al parecer mi chica se ha alimentado bien esta noche - sonrió con sorna. Despegué mi mirada del techo para observar a Thomas en cuándo le escuche decir "mi chica".

Nuevamente la periodista del New Seattle hablaba sobre lo que habíamos hecho aquella noche, pero ahora a parte de centrarse en las chicas, hablaban sobre tres nuevos objetivos que habían aparecido muertos en un callejón. No habíamos sido nosotros y estaba claro, en la forma en la que se encontraban los cadáveres, que era trabajo de un neófito hambriento. Para ser exactos de la pequeña April Foster. El remordimiento machacaba mi mente a cada instante, y ahora más que nunca. Después de ver aquella imagen, me sentía peor que nunca. Si fuese humano habría echado hasta la primera papilla. Aquella pobre niña debía estar afligida y asqueada consigo misma. Exactamente como yo me sentí la primera vez que perdí el control y las fuerzas a las que tanto me aferraba para no atacar a nadie. Recordé los ojos aterrados de aquella primera mujer que asesine sin ningún tipo de remordimiento. Cerré mis ojos con fuerza intentando olvidar aquel pasaje de mi vida, aun así fue en vano, su rostro atemorizado por la bestia que la acechaba se dibujó perfectamente en mi mente. Al igual que los aterrados ojos verdes de April Foster cuando me observarón por última vez.