Blood

C U A T R O

⚠️AVISO: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS Y LENGUAJE VULGAR LEE BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD⚠️

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Al llegar a casa Garrett me dejó en el sofá y desapareció para después volver con un paño mojado. Limpio mis manos de forma delicada como si pudiera hacerme daño. Me di cuenta de lo que acababa de hacer. No me encontraba ni lo más cercano a una superheroína. Aunque me siento terrible por haber acabado con la vida de aquellos tres tristes humanos, una parte de mi se sentía bien. ¿Estaba loca? Quizás. ¿Pero qué hubiera sido de aquella pobre chica si la dejaba en manos de aquellos tres desgraciados? Después de lo que había ocurrido esta noche estaba más ansiosa que nunca por visitar aquel hombre llamado Carlisle. Una cuestión se formó en mis pensamientos y me daba vértigo lo que pudiera ocurrir...

- ¿Y si no me puede ayudar? - pregunté

- ¿Quién pequeña?

- Carlisle...y si no...es tu amigo y tu jamas has querido cambiar - dije mirándolo fijamente

- Tú lo has dicho. Yo jamás he querido - respondió - Tu no te ves competente, pero yo te veo capaz de cualquier cosa. Saliste de aquel pozo negro y fuiste a tu casa entendiendo que no podrías volver más aun así sin haber cazado te pasaste horas y horas en la calle sin atacar a nadie. Tu eres la persona perfecta para vivir como Carlisle y si yo puedo ayudar haré lo que sea...

Quizás mi reacción no fue la correcta. Quizás estaba falta de cariño pero en aquel instante Garrett era la única persona que me quería y me cuidaba. Sé que besar a una persona por falta de amor o por estar triste no es lo correcto pero era algo que ambos necesitábamos en ese instante y qué más da. Los dos sabíamos que aquello que teníamos era extraño y si ambas partes quieren...

Bese sus labios con intensidad y este correspondió mientras me alzaba en el aire y me cogía de los muslos, rodee mis piernas en sus caderas y enterré mis manos en su largo y rebelde cabello. Sus manos viajaban desde mis piernas hasta mi espalda y aquello se sentía muy bien. De golpe sentí la pared chocar con fuerza en mi espalda y para nada fue doloroso...todo lo contrario. Solté un pequeño ronroneo haciendo gruñir a Garrett de una forma bestial. Con mis manos rasgué la tela de la camisa de Garret y una extraña sensación se extendió por todo mi cuerpo en cuanto nuestras pieles frías hicieron contacto. Gemí al sentir las manos de este arrancar cada prenda que cubría mi cuerpo. Con suavidad me coloco en el suelo mientras me besaba con dulzura el cuello. Aquello se sentía tan bien...me hacia desearlo más y más. Como nunca antes. Garrett se quitó los pantalones a la vez que la ropa interior y no pude evitar morderme el labio. Jamás había visto un hombre tan impresionante como él. Retire mi sujetador mientras él se masturbaba y me miraba fijamente. Aquella mirada tan hambrienta no la había visto en ningún hombre. Se inclinó sobre mí y sus besos viajaron desde el cuello hasta mi abdomen y de allí al interior de mi muslo. Mi cuerpo vibró intensamente al sentirlo tan cerca de mi intimidad. Sus manos lentamente fueron retirando la única prenda que cubría mi cuerpo, aquello fue torturador. En cuanto sentí sus dedos masajear mi parte más íntima no pude evitar gemir con fuerza. Los movimientos eran suaves pero se sentía tan bien que no quería que aquello se acabase jamás. Quería más.

- Garrett - suspire entre gemidos

- Dime pequeña - sin parar aquellos movimientos que me hacían perder el norte comenzó a torturar uno de mis pezones dando pequeños mordiscos. Todo se sentía la mar de bien por que solo era sexo, salvaje y rudo sexo.

- Más... - ronronee

- Tu mandas - sonrío de lado

Arquee la espalda al notar como entraba en mí lentamente. Aquello se sentía tan, tan bien que creía que llegaría al orgasmo en cualquier momento. Poco a poco fue aumentando el vaivén de sus caderas. Bese sus labios con desespero mientras a su vez movía mis caderas para profundizar la penetración. Los gruñidos de Garrett se ahogaban en mis besos y aquello me excitaba demasiado. Bese su cuello mientras mis manos acariciaban su espalda. Su boca acariciaba mi oreja y de vez en cuando mordisqueaba mi lóbulo volviéndome loca. Lo que más me gustaba era escuchar tan de cerca sus jadeos y gruñidos.