Blood

T R E C E

Al llegar a las cabañas donde viviríamos por este fin de semana, Samuel, el hombre que me había alquilado el lugar me entrego las llaves. Antes de marcharse nos advirtió sobre un par de normas que quería que cumpliésemos, a parte, nos advirtió que por nuestra propia seguridad no nos sumergiéramos en las profundidades del bosque si no queríamos ser asesinados por un enorme oso. Emmett sonrío mostrando sus blanquecinos dientes al escuchar aquella advertencia.

- Tened - dije pasando las llaves que me había dejado Samuel.

Cada uno cogío una llave para después marcharse, mientras, Edward me observaba atentamente de brazos cruzados. Sonreí y abrí la puerta de lo que sería nuestra refugio del resto de familia durante unos días.

- Entonces..., ¿compartiremos cabaña? - pregunto Edward dejando el equipaje de ambos en la entrada.

- Si - respondí sonriente - A menos que quieras ir con tus padres o con alguno de tus hermanos que seguramente estarán mas interesados en estar con sus esposas...a solas...haciendo...

- Ya te entendí - río este mientras me tapaba la boca con su enorme mano - No esta nada mal el sitio. Me gusta - asintió

- Me alegro - susurre - Me recuerda a cuándo íbamos de camping con mis padres en medio del bosque. Ahora que lo pienso algo realmente peligroso.

- Un poco - sonrió Edward de lado

- El caso, es que son buenos recuerdos y quería tener algo parecido pero con mi nueva familia y sobre todo para sacarte de tu zona de confort que tu solo te has creado - dije tirándome en el sofá que ocupaba la mitad de la sala, Edward imito mi gesto mientras abrazaba mi cuerpo por la cintura.

- ¿Tienes pensada alguna actividad para estos días? - pregunto peligrosamente cerca de mi rostro

- Algunas - la imagen de él y yo en el rio haciendo el amor se proyecto en mi mente y no pude evitar sonreír cuando Ed apretó con fuerza mi cintura.

- No me tientes.

- No leas mi mente - respondí burlona

Al ser viernes por la noche Edward y yo nos dedicamos a ver películas antiguas que el había traído consigo. El resto de la familia estaba ocupada en sus propias cabañas, mañana ya haríamos alguna actividad divertida, pero hoy tocaba relajarse un rato. Y hablando de relajarse, no hay nada mejor que los masajes en el cabello que me da Ed. Si fuera humana ya estaría en el quinto sueño. Me acomode entre sus brazos sin apartar la mirada de la gran pantalla plana que se encontraba colgada de la pared de madera.

- No se por que aún me da miedo esta película - susurre sabiendo que Edward aun así me escucharía

- Supongo que es el recuerdo que tienes - respondió, estábamos viendo Dracula, una de las películas más antiguas. La vi de pequeña y realmente es terrorífica, pero muy alejada de la realidad.

- Recuerdo que la vi con mi hermana - susurre - Habíamos alquilado la película en un videoclub, cuando aun existían, y la vimos a escondidas de nuestros padres ya que teníamos altamente prohibido ver películas de miedo. Eran las doce de la noche en punto, habíamos vuelto de pedir dulces por el barrio. Era Halloween. Después de ponernos nuestros pijamas colocamos la cinta VHS en la tele antigua que teníamos en nuestra habitación mientras comíamos mas dulces. ¿Sabes qué es lo mejor? - pregunté con una pequeña sonrisa, Ed me observo correspondiendo mi sonrisa y riendo levemente.

- Pobre de tu hermana...

- Pero nos castigaron a las dos - reí - Llore todas las noches pensando que Dracula vendría a por mí y claro mi madre al final se entero y nos castigaron. Pero lo peor fue para ella por que es la mayor..., era la mayor...