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¿Que serían de mis libros sin drama? Como que todo iba muy bien para ser verdad
Martina
Podría volver a caer por Sebastián una y otra vez, pero no acepto gritos ni algún tipo se maltrató, no digo que la valla a hacerlo, pero quien debe disculparse es el.
Pase lo que pase no debió levantarme la voz y lo peor, es que me duele.
¿Que estoy haciendo? Fácil comiendo un kilo de helado mientras vela películas tristes junto a bella.
Los ojos me duelen, pero no lloro por él, si no por las películas, lloraría si enserio yo hubiese hecho algo malo, pero no lo hice.
Debido darme un baño caliente en el cual pierdo el sentido del tiempo.
Debo a ver estado dos horas, ya que el agua comenzaba a volverse más fría.
Maldito Pepe
Si me lo encuentro lo mato, es un desubicado.
Sebastián
Martina se va sin mirarme y largo un gran suspiro, cuando me volteo al final de la escalera una pequeña sombra se encuentra ahí, es Isa.
—¿por qué le gritaste?
Mierda
Intento acercarme pero niega.
—no, le gritaste a tini.
Veo como sube las escaleras corriendo, cuando llego a dónde está mi madre la sostiene en sus brazos.
—pide que la lleve con Martina.
Intento negarme pero ninguna me hace caso.
Genial tres mujeres en mi contra.
Las veo salir y niego.
Martina
Me sorprendo cuando oigo el timbre.
—Vete, no quiero verte.
Estoy segura de que es el, hace las cosas mal y viene a buscarme aquí.
—cariño, soy Adela y vengo con Isa.
Me acerco a la puerta y las dejo pasar, me sorprendo cuando la pequeña Salta a mis brazos y tiene lágrimas en sus ojos.
—¿Por qué lloras?
—Papá te gritó ¿aún me quieres?
El alma se me cae a los pies, me había encariñado con la niña y ella conmigo.
—claro que sí, claro que te quiero.
La abrazo fuerte y esta de la que llora soy yo.
Me siento en el sofá con Isa aún en mis brazos y acaricio su cabello.
—Yo me encargaré de golpearlo.
Miro sorprendida Adela por lo que dijo.
—¿Qué cosa?
—Golpeare a Sebastián por gritarte.
Sonrío triste y niego con mi cabeza.
—Ya no importa.
Miro los ojos azulados de la pequeña, tiene un Alma tan dulce y bondadosa.
—Isa insistió en venir, perdón si te molestamos.
—no molestan, al contrario, necesitaba un abrazo.
La señora se acerca dónde estoy y me rodea con sus brazos.
—pequeña niña, todo estar bien
No me había dado cuenta de lo tanto que necesitaba a mi madre, buscaría la forma de poder contactarla las seguido.
En la noche las dejó quedarse, intente avisarle a Sebastián que su hija se quedaría aquí, pero Adela me dijo que él ya sabía.
La madre de Sebastián durmió en el sofá por pedido de ella y yo dormí con Isa en mi cuarto.

Dulce Amor_By:Bianca IbañesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora