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Sebastián
—Tú sabes la respuesta.
—no estoy seguro, te lo dije varias veces y no contestaste ninguna.
—sí, sí y sí, claro que si te amo.
La tomo de la cintura y le doy unas cuantas vueltas, ambos nos reímos.
—no, no lo hagas.
Ignoro lo que me dice y la meto al agua conmigo, ambos gritamos cuando las olas chocan contra nuestros cuerpos.
—¡Dios, está helada!
La cargo en mis brazos y la llevo hasta la cabaña, donde le doy unas cuantas toallas.
Me siento en el sofá y la subo a mis piernas mientras seco su cabello y espalda.
Se ríe nerviosa cuando le quito la blusa y queda solo en sostén.
—atrevido.
Paso la toalla y hago masajes con mis manos bajando por su columna vertebral, le gusta, lo sé.
La pego a mi cuerpo cuando noto que tiene frío.
—no quiero que te enfermes.
—eso debiste pensarlo antes de meterme al agua helada.
La callo con un beso y se ríe sorprendida.
—no pediste permiso.
—los besos robados son mucho mejores.
Martina
Su toque alrededor de mis costillas me pone los pelos de punta, intento ignorar que estoy en sostén y que él tiene el torso desnudo, a pesar de estar helados nuestros cuerpos se dan calor el uno a otro.
Sebastián se levanta pero se lleva mi blusa con él y vuelve con unos platos de comida.
—prepare afuera, pero me gusta más aquí, además disfruto de la vista.
Le lanzo un golpe pero a él solo lo divierte.
........
No sé cómo logramos terminar la comida, por qué las manos inquietas de Sebastián no me dejaban comer tranquila y me ponían inquieta.
—sebas mantén tus manos alejadas.
Al principio su toque en mi pierna era algo de lo las normal, pero de vez en cuando subía más y juro que un poco más y le clavó el tenedor.
—mira lo que tengo en mi mano.
Me río cuando levanta la vista y ve el cubierto, poco a poco levanta la mano y sonríe como niño pequeño.
Me muero de ternura y no puedo evitar besarlo, no es dulce, es apasionado. Doy un brinco cuando siento que algo se estrella en el piso, habíamos roto los platos.
Sebastián se ríe y me guía hasta la isla de la cocina mientras no deja de besarme.
—se supone que debería estar enojada contigo.
—no puedes, me necesitas como yo te necesito a ti.
Un grito escapa de mis labios cuando mi espalda choca con los azulejos helados.
—Te amo, Martina.
—Yo te amo más, Sebastián.

Dulce Amor_By:Bianca IbañesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora