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Sebastián
Estaba sacando a mi hija del baño luego de que se duchara, estaba envuelta en una toalla rosa con orejitas, papá vendría a cenar con nosotros y todos estábamos alistandonos un poco, para no estar en pijama.
-Papá ¿Tú me prepararás?
-No, tu madr..tini lo hará, ella sabe más de éstas cosas.
Como si me estuviese escuchando Martina ingresó a la habitación sonriente.
-Vine a socorrer a la princesa.
Sonreí al verlas, se querían demasiado, tanto como yo a ellas.
Me acerque a mi muñeca y deje un beso ruidoso en su mejilla.
-Amor, voy abajo, cualquier cosa me avisas.
Me encontré con mi linda hermanita y mi madre que me miraban curiosas.
-¿Qué, tengo algo en la cara?
Mi hermana me golpeo el hombro con fuerza.
-Si, cara de idiota, amas esa chica.
La miré con los ojos achinados por como me había llamado.
-Si, la amo.
-Ya veo, juré que te golpearía si lo negabas.
Últimamente mi madre me había cambiado por tini, la traición la sentía desde lejos.
Frunci el ceño cuando mi hermana miraba hacía la escalera haciendo caras extrañas.
Decidí voltearme y...necesito una servilleta
Martina traía un vestido rojo que le llegaba por encima de las rodillas, un dije delicado en su cuello y el cabello suelto, pero había algo especial, sus zapatos, no eran para nada altos ni Estravagantes, no tengo nada contar es tipo de calzado, pero tini casi no los usaba y que no se lso pusiera solo para impresionar me hacía amarla cada vez más.
-Hermanito, más te vale buscarte una habitación y te la lleves, el ambiente se vuelve pesado.
Comencé a odiar a mi hermana con sus comentarios que me hacían pensar cosas que no debía con tini.
-Bien, estamos listas.
Detrás mi pequeña Isa venía con un vestido del mismo color y unos zapatitos negros, era martina en versión pequeña, no se parecían físicamente, pero cualquiera que las vea juntas pensaría que son madre e hija, bueno, lo son, pero no directamente.
Martina
Todo estaba preparado, no era una cena de gala, pero si una importante, conocería a su padre.
La pequeña había dejado un beso en mi mejilla para luego llevarse a mi pobre mascota, la cual solo la tenía conmigo en la noche, luego se adueñaban de ella.
Por otro lado me detuve a escanear a Sebas, llevaba una camisa respectiva de el, negra y con los primeros botones abiertos, unos pantalones negros de traje y unos tenis negros.
Me acerqué y sonreí.
-Estás preciosa.
-Tú estás guapo.
Luego de darle un corto beso saludé a ade y caro.
Fue entonces que me quede helada cuando el timbre sonó.
Conocería a Aníbal Obando

Dulce Amor_By:Bianca IbañesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora